Casi no quedan. Los deportivos pequeños son ya un rara avis en las carreteras, cuando hasta no hace tantos años eran el sueño de cualquier imberbe conductor novel. El Mini Cooper S es uno de los que resiste, aunque por poco tiempo.
Circunstancias de la vida, este fin de semana he podido reencontrarme con uno de los coches que quizá no sea de mis preferidos, pero con los que siempre he pasado gratos momentos. Hablo del Mini Cooper S, que en este caso se me apareció en su versión de carrocería de cinco puertas.
El Mini 5 puertas fue lanzado en 2015 y lo cierto es que, pragmáticamente hablando, era y es un poco desastre, con unas plazas traseras demasiado pequeñas, unas puertas traseras aún más minúsculas y un maletero de unos pobres 278 litros de capacidad. Aquí se veía y se ve superado por casi cualquier vehículo urbano que se te pueda ocurrir.
Por desgracia, le quedan pocos meses de seguir estando expuesto en los concesionarios de la marca, pues a finales de 2024 llega la nueva generación del Mini, que será exclusivamente eléctrica. Ah, y sólo con tres puertas. Al parecer los Mini de gasolina sí tendrán determinada continuidad como una evolución de la generación actual, pero sólo para el mercado británico.
En la actualidad, los últimos Mini 5 puertas que existen y existirán son los Cooper de 136 CV y Cooper S de 178 CV. Este último es el que tenemos entre manos, que por cierto en 2021 vio reducida su potencia de 192 a los citados 178 CV. Sin embargo sigue corriendo más que muchos.
Y es que en el mercado no hay nada parecido, sobre todo tras el cese de comercialización del Audi A1 40 TFSI Competition que recientemente probamos. Sólo el Volkswagen Polo GTI de 207 CV y 35.955 euros se le puede considerar rival, porque el Hyundai i20 N y el inminentemente retirado Ford Fiesta ST son productos más radicales.
Estéticamente no es que me convenza en especial. No veo el alargue de la carrocería con tan buenas proporciones como las que luce el Mini de 3 puertas. Por dentro, en cambio, el puesto de conducción es muy agradable, con amplios reglajes en asiento y volante, con una lógica distribución de mandos y en, síntesis, con un diseño ‘muy Mini’.
El motor es un 2.0 turbo del que no dirías que tiene 178 CV. Si no lo supiese, yo le presupondría unos 200 CV. Da igual qué marcha lleves, acelera y lo apreciarás repleto de par. Si encima la marcha que lleves insertada es corta, entonces disfrutarás de la buena estirada que hay. Además, suena fornido, en especial en el modo de conducción Sport, que permite liberar tenues petardeos por el escape.
La caja de cambio es exclusivamente automática de doble embrague y funciona de diez, tanto en conducción tranquila como a la hora de maniobrar a baja velocidad y en los momentos de conducción exigente. Permite acelerar de 0 a 100 km/h en sólo 6,7 segundos y alcanzar 235 km/h que en la práctica y en condiciones favorables pueden ser algunos más porque la séptima marcha es muy larga.
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Todo con un consumo más que razonable. Homologa 5,9 L/100 km que no se quedan lejos de la realidad en conducción eficiente (modo Green mediante), mientras que si le estrujas permanentemente, cosa que de alguna manera el coche te pide, puedes rondar unos muy razonables 10,0 L/100 km.
La dirección es corta y minuciosa y la suspensión dura pero muy tratable, mitigando bien casi cualquier balanceo y no transmitiendo golpes al habitáculo. Sí puedes llegar a notar cierta deficiencia en los frenos, pero sólo en conducción altamente exigente.
Es un deportivo muy razonable, poco radical pero al mismo tiempo de prestaciones lo suficientemente emotivas. Es una buena elección si quieres un pequeño hot hatch, pero siempre que no pienses utilizar las plazas traseras con asiduidad. En lo práctico es donde este coche flojea.
Ahora viene la pega: el precio. Extras aparte, el Mini Cooper S 5 puertas sale por 39.430 euros, es decir, que tiene precio de compacto deportivo. Pero bueno, ¿cuándo ha sido barato un Mini?
