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Citroën y la expedición que cruzó por primera vez el Sahara en automóvil

El espíritu aventurero de Citroën se remonta prácticamente a los orígenes de la compañía fundada en 1919. André Citroën, el creador de la marca de coches francesa a la que, con su apellido, da nombre, decidió que sus vehículos serían capaces de explorar lugares inhóspitos para el hombre hace ya más de 100 años. Y este afán aventurero llevó a Citroën a liderar la expedición que cruzó por primera vez el Sahara en automóvil.

Nos remontamos a 1922, momento en el cual el Sahara era un terreno inexplorado, un lugar en el que los vehículos a motor no formaban parte del paisaje desértico, con dunas y condiciones climatológicas extremas que no solo pondrían a prueba a la máquina, sino también la resistencia de cualquier expedicionario que se atreviera a visitarlo. Era, y sigue siendo, uno de los lugares más extremos del mundo y pocos se atreven a cruzarlo.

La aventura en el Sahara de Citroën

citroën y la expedición que cruzó por primera vez el sahara en automóvil

Sin embargo, André Citroën vio en este desafío una oportunidad única para aumentar el prestigio de sus coches. El objetivo detrás de esta aventura era convertirse en la primera expedición de la historia en cruzar el Sahara en automóvil. Esta motivación, además, llevaría a la firma de los dos chevrones a emprender otras expediciones, como el ‘Crucero Negro’ (1924-1925), el ‘Crucero Amarillo’ (1931-1932) o la ‘Vuelta al Mediterráneo’ (1952) con el Citroën 2 CV -aquí tienes su historia-.

Sin embargo, la expedición del Sahara sería la primera de las grandes empresas acometidas por Citroën. Para ello, se rodeó del mejor equipo posible. Contrató a Adolphe Kegresse, ingeniero militar que había patentado un sistema de semiorugas que convertía a cualquier coche en un vehículo capaz de superar cualquier obstáculo, por complicado que fuera el terreno.

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También designó a Georges-Marie Haardt, director general de la compañía, como el director de la expedición. La elección de Haardt atendía, principalmente, a sus bastos conocimientos en vehículos blindados tras haber combatido en la Primera Guerra Mundial. El tercer pilar del equipo fue Louis Audoin-Bubreuil, experimentado piloto de combate en el Norte de África.

Además, otros siete hombres se unieron al equipo y se construyeron cinco Citroën-Kegresse, que en esencia eran versiones modificadas con semiorugas del, por entonces, recién lanzado Citroën B2 10 HP.

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Con salida en el oasis de Touggourt, en Argeliaa, la expedición partió rumbo a la ciudad de Tombuctú, situada en el actual Mali. 3.500 kilómetros y 20 días de viaje después, a través del desierto más inhóspito de África, llevaron a la expedición a poner fin a su aventura el 7 de enero de 1923, entregando el correo en el Palacio del Gobernador de Tumbuctú. El 6 de marzo de 1923, los expedicionarios llegaron de vuelta a Touggourt.

La segunda expedición en África

Satisfecho por el éxito que había logrado al ser la primera expedición que cruzaba el Sahara en automóvil, André Citroën emprendió otra aventura solo un año y medio más tarde. El 28 de octubre de 1924, animado por el presidente de la República Francesa, Gaston Doumergue, ocho autocadenas Citroën y sus remolques iniciaron el viaje en Colomb Béchar, al sur de Argelia, con el objetivo de atravesar el continente africano hasta Madagascar. Daba comienzo el denominado el ‘Crucero Negro’.

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El raid de 24.000 kilómetros contó de nuevo con Goerges-Marie Haardt y Louis Audouin-Dubreuil comandando una veintena de hombres. Los expedicionarios tuvieron que hacer frente a todo tipo de dificultades, desde rutas trazadas a pico, a cruza ríos infectados de cocodrilos, construir balsas y levantar puentes improvisados. Todo ello, junto a los problemas mecánicos, los incendios y los vuelcos que sufrían los vehículos.

Sin embargo, el 20 de junio de 1925, casi ocho meses después de iniciar el viaje, tres de los cuatro grupos formados en Kampala (Uganda), entraron en Antananarivo después de haber embarcado desde Mombasa (Kenia), Dar es Salaam (Tanzania) y Beira (Mozambique). El cuarto grupo llegaría a finales de agosto tras haber cubierto otros 5.000 kilómetros extra para alcanzar Ciudad del Cabo (Sudáfrica).

Esta expedición no solo sirvió para dar prestigio a los coches de Citroën, sino también para capturar 27 kilómetros de película y 6.000 fotografías, así como dibujos y pinturas. Además, se tomaron 300 muestras de plantas, 800 aves y 1.500 insectos desconocidos en Europa.

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