No es la primera vez que vemos como alguien busca dar una vuelta de tuerca a la tecnología de los coches eléctricos con soluciones claramente peregrinas. Lo hemos visto en el Model 3 con sistema híbrido, y ahora con un Model S al que alguien se le ha ocurrido la idea de conectarle un motor turbodiésel para extender su autonomía.
Los problemas son varios. Para empezar, el coche pierde la práctica totalidad de su espacio en el maletero trasero, y además debido a las exigencias para refrigerar el motor, también se ve obligado a hacer malabarismos dejándolo al aire para intentar reducir el calor.
Pero ese no es el único problema de instalar un motor turbodiésel. Y es que como es habitual, estos hacen ruido. Y en un coche eléctrico eso supone romper la tranquilidad de marcha por un atronador zumbido procedente de la zaga.
El tercer problema es que este pequeño generador, un sistema de 19 kW (25.4 CV) al no contar con la refrigeración adecuada ve mermada su capacidad y eficiencia. Según el diseñador, el motor funciona al 80% de potencia.
Gracias a esta configuración eléctrica con extensor de autonomía, el vehículo ha logrado completar un total de 2.575 kilómetros con una carga de su batería y el depósito de diésel, gastando un total de 291 litros de diésel, con un coste de 346 dólares, y con un consumo medio de 6.74 litros cada 100 km.
Algo que resulta cuando menos decepcionante, y que ha llevado al responsable del proyecto a valorar el utilizar un motor rotativo como extensor de autonomía en una próxima actualización para reducir espacio físico, pero también mejorar la eficiencia general.