Apretemos el botón de arranque del Subaru BRZ. Lo que estoy a punto de experimentar pueden brindártelo muy pocos coches.
Una vez hemos analizado lo que es el BRZ, dónde está su origen, cómo es su habitáculo o, incluso cómo son sus especificaciones técnicas, pasemos a empaparnos de esas memorables sensaciones que es capaz de ofrecer.
Pulsas el botón de arranque y, aunque mínimamente, retiembla todo el asiento. A mí esto me encanta. El habitáculo está poco aislado, pero eso no es un problema en un coche en el que son todo sensaciones. Más bien es estimulante. Se trata de eso, de que seas partícipe de lo máximo posible. La palanca de cambio ofrece recorridos precisos y duros, aunque no tan cortos como en un Mazda MX-5.
Por cierto, hablando de otros modelos, ¿cuál es la competencia directa del Subaru BRZ? Pues ya te lo digo yo: ninguna. No existe. Bueno, el Toyota GR86, claro. Pero el resto de automóviles susceptibles de ser considerados frente al BRZ, son llanamente otro tipo de deportivos.
Tan sólo el Mazda MX-5 está cortado, y sólo más o menos, por el mismo patrón que el BRZ/GR86, pero es descapotable (o targa), tiene menos potencia y no alcanza el descaro deportivo que puedes apreciar en el BRZ. En conclusión, no hay rival. Y no sólo por precio, sino por concepto, por raíces, por pilares.
En marcha, el BRZ es un coche que te cuenta cosas constantemente. No calla. Su dirección es muy precisa y bastante sensitiva, el acelerador está nítidamente conectado a la respuesta del motor, y hasta en tu culo puedes percibir cómo va variando el reparto de pesos entre ejes, que de inicio parte de un 53% delante y 47% detrás.
Respecto al antiguo BRZ, el salto cualitativo es grande. En lo referente a motor, sobre todo. Hay mucho mejor medio régimen y estira con más rabia que antes. Abajo no hay mucha fuerza, pero sí la suficiente para moverte a ritmos legales incluso reduciendo la cifra de consumo homologado: es fácil rondar los 7,8 L/100 km a pesar de que Subaru anuncia 8,8 L/100 km.
Me encanta la nueva respuesta del motor. Se asemeja a la del antiguo en el sentido de que tienes que llevarlo muy arriba para que corra, pero ahora se siente mucho más aprovechable a medio régimen. No es tan estresado en el sentido de que antes era un ‘nada-todo’, sino que ahora es un ‘nada-bastante-todo’.
Pero sobre todo destacaría la conexión que puedes alcanzar con este vehículo. El eje delantero entra muy preciso, mientras que el trasero exhibe unas transiciones agarre-derrapaje de lo más dóciles. Puedes poner un modo de conducción ‘Track’ que ya te deja escurrir más de la cuenta, o quitarlo todo y encargarte de atemperar y gestionar el entusiasmo mecánico mientras te lo pasas como tu hijo en un castillo hinchable.
Es que no se trata de cuánto corre, sino de cómo corre: contándotelo todo, como un deportivo analógico. Va durito, poco aislado, con unos neumáticos Michelin Pilot Sport 4 que a mi juicio casan bien con el coche… Me resulta tan seductor que prometo arrepentirme de no haber encargado uno en su momento.
¿Cuánto cuesta tener un Subaru BRZ?
Es una pregunta que en este modelo en concreto tiene menos importancia de lo habitual. ¿Por qué? Pues porque no se puede comprar ya, al menos hasta dentro de unos meses. Toyota sólo trajo a España 30 unidades del GR86 (que a un precio de 34.900 euros, volaron), mientras que Subaru decidió vender 50 ejemplares.
Ahora mismo, según hemos podido saber, no queda ninguno, aunque también nos han filtrado que Subaru tiene planeado traer contadas unidades en el mes de diciembre. El Subaru es un poco más caro que el Toyota, pero también es cierto que viene mejor equipado de serie, con por ejemplo llantas de 18″ o asientos calefactables tapizados en un ante de muy buena calidad.
Y por 39.500 euros, me sigue resultando francamente barato para lo que es. De hecho, una unidad de segunda mano cuesta ahora más porque el coche mola tantísimo que se ha revalorizado.
En cualquier caso, llámalo BRZ, llámalo GR86, estamos ante un coche único. Único no, épico. De dimensiones legendarias en lo relativo a diversión al volante y sensaciones de conducción. En el BRZ es todo tan puro, tan elemental, tan analógico, que casi no parece un coche de esta época. Sólo nos queda dar las gracias a sus responsables por crear algo así.