Nos hemos puesto al volante del fantástico Subaru BRZ durante algunos días. Conduciéndolo durante esos días, no ha habido ni un solo minuto en el que no hayamos disfrutado como enanos.
Este es uno de los coches que, como amante de los deportivos, tienes que adorar. Es el Subaru BRZ, también conocido como Toyota GR86. Luego hablaremos de eso. Es un coupé de 4,27 metros de largo totalmente nuevo, pero esculpido bajo los cánones de hace un par de décadas. Y eso es lo que le hace tremendamente especial.
No ahondaremos en la conducción hasta la segunda parte de la prueba, pero ahí radica la exclusividad de este coche. No hay otro igual, en serio. Aquí vamos a contarte por qué es tan especial sin ni siquiera tener que apretar el botón de arranque.
Subaru BRZ: un poco de historia
El Subaru BRZ es producto de un acuerdo con Toyota que nació a principios de la pasada década, cuando desarrollaron juntos un proyecto de coupé deportivo, ligero y asequible con el foco puesto al 100% en la conducción. El propósito encajaba mucho con la idea de crear un heredero póstumo para el mítico Toyota Corolla AE86, así que ese mismo modelo de los años 80 sirvió de inspiración.
El producto resultante se comercializó desde 2012 como Toyota GT86 y como Subaru BRZ, siendo en esencia idénticos salvo muy pequeños matices. En EE.UU. lo comercializó Scion (y el modelo se llamaba FR-S), antigua marca de Toyota que ya no existe.
Los nuevos Subaru BRZ y Toyota GR86 no son otra cosa que el segundo capítulo de esta idílica relación. El coche es perfecto, simplemente, al menos desde el punto de vista de la conducción, porque por el precio que tiene obviamente tiene ciertas carencias que luego veremos.
Subaru BRZ: adéntrate en un coche único
El motor es de cuatro cilindros en disposición bóxer, arquitectura muy propia de Subaru. Se denomina FA24 y es un bloque de 2.4 litros y aspiración atmosférica que puede girar a un máximo de 7.400 rpm. Desarrolla 234 CV de potencia a 7.000 rpm y 250 Nm de par a 3.700 rpm. En la segunda parte de la prueba te contaremos cómo se comporta.
Siéntate en el coche y te verás en un coche antiguo, pero moderno. Lleno de propósito, con freno de mano manual, un par de botones muy a mano para desconectar los controles de tracción y estabilidad y una inquietante palanca de cambio manual de grato tacto. Puedes ver que hay una palanca de cambio manual de, por cierto, grato tacto. Hay un sistema multimedia sencillito pero fácil de utilizar y el asiento te abraza adecuadamente.
Es buen momento para mencionar el precio del coche: 39.500 euros. Barato, ¿no? De modo que lo anterior no es sino un síntoma claro de que la inversión económica en el desarrollo de este coche se ha centrado en otras áreas. Concretamente, en el motor y en el chasis para dotarle de una conducción épica, de modo que todo lo anterior no sólo lo perdonas, sino que lo apruebas.
Sólo no me termina de convencer la postura al volante, pues me falta poder bajar el asiento un par de centímetros y poder subir el volante quizá un centímetro. Pero bueno, reconozco que a los 80 o 90 km recorridos ya ni me acordaba de este detalle.
Detrás hay dos pequeñas butaquitas de emergencia, puesto que si el conductor mide 1,80 metros de altura, como es mi caso, la trasera izquierda queda prácticamente inutilizada. Al menos, eso sí, se pueden abatir fácilmente creando una amplia superficie plana junto con el maletero, que ya que hablamos de él diré que es de 237 litros. Hay espacio de sobra para el equipaje de dos personas.
No puedo esperar más, apretemos el botón de arranque…
