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Crítica de larga duración: Renault Alaskan Iconic (primer mes)

Renault nos prestó su chata para que la maneje el equipo de Motor1. Este mes opinan Orly Cristófalo, Jacinto Campos y Carlos Cristófalo.

crítica de larga duración: renault alaskan iconic (primer mes)

Esta no es una crítica convencional de Motor1 Argentina. Es una “crítica de larga duración”. El objetivo es que el vehículo de pruebas permanezca en nuestras manos durante mucho más que la crítica tradicional de una semana. La idea es probarla durante varios meses, para aplicar usos (y abusos), encontrar virtudes (y defectos) que no afloran en una prueba tradicional. A todo esto se suma el hecho de que el vehículo en esta prueba de largo aliento pasará por las manos de todos los integrantes de la redacción de Motor1 Argentina.

La Alaskan es la pick-up de Renault fabricada en Córdoba. Se vende en la Argentina desde noviembre de 2020 y en Motor1 Argentina ya la probamos en dos versiones: Iconic (leer crítica) y Outsider (leer crítica). A continuación el resumen del primer mes en nuestras manos.

Semanas 1 a 2 – Orly Cristófalo

crítica de larga duración: renault alaskan iconic (primer mes)

Sí, básicamente me la adueñé desde el comienzo. ¿Por qué? No hay demasiados porqués, pero lo cierto es que se dieron las cosas para que la Alaskan hiciera varios kilómetros en mis manos.

Pero arranquemos del principio. Me subí, aún dentro del garage de Renault Argentina en la zona de Palermo, acomodé el asiento y pensé: “¿Esto no va más para abajo?”, fue lo primero que pensé en voz alta, cuando buscaba mi posición ideal. Y no, no iba más para abajo, pero entre ajuste del volante y respaldo me encontré cómodo para salir a la calle.

La segunda impresión fue “qué dura es la dirección”. Aclaro, venía de dejarle la Chevrolet Tracker a J.P. Estévez (leer crítica), que tiene una dirección muy liviana en parado. La Alaskan requiere que le pongamos ganas. No es una chata de los ’50, pero hay que ser firme y, sobretodo, acostumbrarse. A los pocos días, ya ni me daba cuenta.

En el uso urbano sólo hay que acostumbrarse a las dimensiones, después es todo muy fácil y confortable para ser una pickup. O sea, básicamente no vas rebotando adentro como pasa con varias de sus competidoras. Eso sí, nunca te olvides que estás manejando un vehículo de 5.3 metros de largo y un poquito más de 2 metros de ancho (contando los espejos).

Otro punto a favor son los 80 litros del tanque. Bien pensados para que dure muchos kilómetros, aunque duela llenarlo completo con gasoil premium. Ni hablar cuando nos alejamos de CABA y GBA y el precio subía casi por kilómetro recorrido. Encontré casi 80 pesos de diferencia por litro entre una Axion en Martínez y una Puma en Copetonas, sobre la ruta 72, en el partido de Tres de Febrero. Podría meterme con política y el federalismo mal entendido y coso, pero no es el momento ni el lugar.

Hablando de Copetonas, fue el lugar de paso rumbo a Reta, un balneario en el sur de la provincia de Buenos Aires, en el que pasé parte de mi semana de vacaciones junto a mi mujer. ¿Mis hijos? Los veinteañeros celebraron que “Los Viejos” les dejamos la casa con pileta, parrilla y horno pizzero a leña, a disposición para ellos y sus amigos.

Reta es un pueblo con cerca de 500 habitantes fijos, según el censo de 2010 (no encontré los datos del 2022). Según la propietaria del hotel donde paramos, en verano “explota de gente”. Lo bueno es que caímos una semana antes del inicio de temporada. Gol.

crítica de larga duración: renault alaskan iconic (primer mes)

їPor quГ© Reta? Porque buscaba un lugar donde bajar a la playa con la Alaskan no fuese un problema (o algo ilegal). No iba en plan de locuras, porque viajaba solo y hacerla palear a mi esposa despuГ©s de 26 aГ±os de casado no es algo que quisiera mencionarle.

Transitamos los 582 kilómetros que separan Reta de mi casa con ritmo muy tranquilo, incluyendo parada “para estirar las patas”, y otra para conseguir un sandwich decente para los siguientes kilómetros. ¿La Renault Alaskan? Impecable. De muy cómodo andar en ruta, bien el motor con un consumo contenido mientras nos mantengamos en las velocidades legales aunque me encantaría que fuese más potente. No es “flaco”, pero al lado de su competencia y en sensaciones da la impresión de que le faltan caballos. Tiene 190 cv y se nota mucho la diferencia con los 200 de la S10,(Crítica: Chevrolet S10 Z71) por ejemplo.

Primera tarde en Reta, bajamos a la playa en Alaskan, por supuesto. Entramos por una bajada pública y municipal. Medio pueblo baja por ahí. Hace calor, el cielo celeste y la arena blanda con un sector muy blando a la mitad para después emparejarse. Antes de encarar paro, pongo la Renault en 4×4 y entro. Sí, sin bajar la presión de los neumáticos y sin poner la baja. El piso no pintaba para tanto preparativo ni exigencia. A los 30 metros veo que la arena se pone mucho más floja de lo que aparentaba. Yo con poca velocidad y los errores no forzados ya mencionados. Pierdo velocidad y revoluciones. Siento que patinan las ruedas. Detengo la marcha por completo: “¿Ya te enterraste?”, me dice mi mujer.

crítica de larga duración: renault alaskan iconic (primer mes)

Mi cara de odio hace que no vuelva a preguntar. Conecto la baja, pongo primera y salgo andando sin problemas hasta la orilla. Con todo el amor del mundo, la miro y le digo: “Próximo comentario como ese, abro la puerta y te invito a bajar de la camioneta”. Me he encajado varias veces, pero muchas otras salí sin problemas de situaciones peores. Amo a los copilotos que ayudan. Me enfurecen los copilotos pesimistas. Ah, con los neumáticos que viene de fábrica es obligatorio bajar la presión para ir a la arena. No sean como Orly.

La tarde transcurrió entre mates y mojadas de pies en la orilla, el viento que sopla en Reta durante casi todo el día complica mojarse si no hace mucho calor afuera. Propuse subirnos a la Alaskan Iconic para ir a dar una vuelta y conocer más el pueblo y allá fuimos, hacia el lado Norte de la urbanización. Allí nos encontramos con una albufera, o sea, un cúmulo de agua salada o ligeramente salobre, separada del mar por una lengua o cordón de arena pero en comunicación con el mar por uno o más puntos, según su definición de diccionario. Es un lugar muy tranquilo, con un espejo de agua que se adivina poco profundo (leyendo y buscando me enteré que apenas tiene un metro de profundidad en la parte más honda), lleno de gaviotas, zancudas y varias aves más. ¿El ser humano? Manteniendo distancia y no molestando a la fauna, como debe ser.

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Exploramos un poco los alrededores buscando cómo bajar a la playa sin perturbar a las aves y así conocimos varias viviendas de distinta confección: más rústicas, más lujosas, hechas con containers, con madera reciclada. Finalmente encontramos el lugar para pasar, una pequeña lengua de arena y agua lejos de donde estaban los animales. Bajamos hasta la orilla y salió otra sesión de mates y arena.

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Al día siguiente tenía una misión: cargar combustible. En mi desconocimiento de la zona había llegado a Reta con cerca de un cuarto de tanque, pensando en completarlo allí. La sorpresa fue cuando la dueña del hotel nos dijo que en el pueblo no hay estaciones de servicio y que la más cercana era en Copetonas, a unos 20 kilómetros. Me levanté temprano y me fui en modo dominguero hasta la estación de servicio. Completé el tanque de la Alaskan y volví no sin antes hacer un par de fotos en el camino, porque el vicio siempre está presente. El día estaba soleado, pero se anunciaban nubes y posible lluvia para después de mediodía. El plan fue playa, almuerzo y siesta.

Nos levantamos y miramos al cielo: el gris era protagonista y se notaba que el viento soplaba. “¿Vamos hasta la albufera?”, le dije a mi coequiper. Cargamos el termo y salimos para allá. De la gran cantidad de autos del día anterior pasamos a estar prácticamente solos. Ni los pájaros nos acompañaban. Pero, mis ganas de hacer fotos diferentes me ganaron y bajé con el trípode y la cámara a probar. Volví por un buzo, estaba fresco, y regresé casi 20 minutos después con arena por todos lados y fotos que verán más abajo.

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Al día siguiente emprendimos camino a Mar del Plata, no sin antes parar en Copetonas a calibrar bien el aire de los neumáticos. Llegamos a “La Feliz” algo después de mediodía con el firme propósito de lavar la Alaskan para mi sesión de fotos del día siguiente. Entre las 14 y las 17:30 recorrimos unos 20 kilómetros y más de 10 lavaderos, para volver con la Renault tal como estaba: sucia. “Estamos cerrando, el encargado se fue de raje”, “se rompió la hidro y no podemos lavarte”, “con los autos que tengo ya no puedo tomar más, si no cierro tarde y los pibes protestan”, “tenés como dos horas de espera, ¿te quedás?”, y así.

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Un nuevo madrugón para estar a las 8am en el lavadero y 8:55 en Manolo comprando mis merecidos churros de premio. ¿La Alaskan? Impecable y brillante, lista para una jornada de fotos que incluyó: Laguna de Mar Chiquita con almuerzo en el pueblo, paseo por Mar de Cobo y parada por un helado en Santa Clara. Bastante asfalto con el mix de varias calles de arena en Mar Chiquita. Y disfrutando de una de las buenas cosas de la Alaskan: la suspensión trasera que poco a poco me fue conquistando. El atardecer lo esperamos en los acantilados entre Santa Clara y Mar del Plata, con la ciudad de fondo. Cena en una cervecería local (no tomé alcohol, el alcohol cero se empieza por casa), a dormir que mañana volvemos para casa.

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Semana 3 – Carlos Cristófalo (y Jacinto Campos)

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Me tocó manejar la Renault Alaskan Iconic para dos planes muy distintos. En mi primera semana de uso, aproveché para tomarme unos días de descanso en la Cuenca del Salado. Don Jacinto Campos nos recibió a Vito, Lola y a mí en su simpática casita de huéspedes y nos agasajó como sólo él sabe hacerlo: campo, pileta, animales, asado, empanadas al horno de barro, lasaña casera, cordero y vitel toné. La gran mayoría de todo eso lo tuve que cocinar yo: “Yo te consigo los ingredientes y vos los preparás. Ya me aburrí de cocinar, pero te hago el aguante preparando la picadita y los vermúts. Encontré un nuevo proveedor de salame quintero, es un fenómeno”, dijo el venerable Jacinto, con tonada de Añoralgias, mientras acariciaba al fiel Falucho.

Por supuesto, el hombre tuvo la curiosidad de salir a probar la chata de Renault: “El único Renault que manejé en el barro fue un R12, que tenía uno de mis hermanos. ¡Lo bien que andaba! Livianito, nunca se encajaba”

La visita coincidió con las primeras lluvias de las últimas semanas, que parecen anunciar el fin de casi un año completo de sequía en el campo argentino. Ojalá se mantenga este ritmo de agua: “¡Cuánto hacía que no manejaba en el barro!”, se emocionó Don Jacinto.

“Ahora, la Alaskan me dejó algunas dudas”, acotó. “No me terminé de llevar bien con el motor y la caja. Todo el torque y la potencia hay que buscarlos muy altos en vueltas. Y, por mi estilo de manejo en el barro, prefiero llevar el motor siempre tranquilo de rpm. El tema es que, en ese rango, no empuja nada. La chata es linda, me gustó el techo corredizo y la cámara de retroceso en 360 grados. El diseño también es distinto a otras chatas. Lo mejor de todo es el andar que tiene cuando la caja está descargada. Es muy buena la idea de haber reemplazado los elásticos por espirales. Las ruedas traseras copian bien en el terreno desparejo y no anda a los saltos, como otras pick-ups. El andar creo que es lo mejor de esta Alaskan”.

Semana 4 – Carlos Cristófalo (y familia)

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La usé también para viajar a la Costa, en la semana de conferencias de prensa que organizan todos los años las diferentes marcas en Pinamar y Cariló. En el viaje me acompañó Vito y a último momento se sumaron mi hermana Mavi y mi sobrina Nicole: “Justo tenemos reserva en un apart para esos mismos días, ¿nos llevan y nos traen?” Y dale. “¿Puedo llevar las reposeras? ¿Puedo llevar la heladerita? Dice Nicole que lleva una valija grande, ¿entrará todo en tu auto?”, preguntó Mavi. “Tengo una tonelada de capacidad de carga, traigan todo lo que quieran”, respondí. Y acoté: “No se olviden del mate y las facturas, para el viaje”.

El viaje en ruta, cargados al estilo veraneante urbano, fue tranquilo y cómodo. El consumo fue de 12 litros cada 100 kilómetros, respetando siempre los límites de velocidad. A la hora de adelantar camiones y vehículos más lentos, me acordé de Don Jacinto: el motor es muy remolón a bajas vueltas. Recién se despierta a partir de las 3.000 rpm. El tema es que, a partir de ahí, se mueve muy bien, pero se torna bastante ruidoso. Es como si todo el tiempo estuviera incómodo con las exigencias. Nada grave, sólo es cuestión de acostumbrarse y no confundirse con esas señales, que pueden resultar equívocas.

En la Costa aprovechamos los beneficios del verano para clientes de Renault (somos “usuarios”, pero así y todo nos recibieron muy bien). Visitamos el Parador Kota Beach, donde hay clases de surf (todos los jueves), clases de yoga (todos los martes) y shows en vivo (todos los sábados). Todo sin costo para quienes lleguen manejando cualquier vehículo con un Rombo en la trompa. También aprovechamos el servicio que está justo en el ingreso a La Frontera, que ofrece bajar la presión de neumáticos antes de entrar a los médanos (y recalibrarlos, al salir).

їLa gran anГ©cdota del verano? Una noche de enero se desatГі una tormenta bГ­blica. EstГЎbamos en el centro de CarilГі. Como se sabe, ese bonito pueblo se inunda muy fГЎcil. En los Гєltimos aГ±os, la densidad poblacional de CarilГі creciГі de manera tan descontrolada que tiene las napas a flor de piel. Así que, entre el diluvio que caía de arriba y las aguas negras que afloraban desde abajo, en pocos minutos Cariló se convirtió en la Venecia de Las Cacas. Muchas familias, que estaban paseando por el centro, se apuraron a escapar con sus autos. Grave error: la gran mayoría se encajó y varias cuadras quedaron bloqueadas, con autos cruzados, que impedían circular. Los ocupantes no se animaban a salir. Nadie quería pisar en ese suelo.

Esperé a que escampara un poco y salí con la Alaskan rumbo a mi hotel, ubicado sobre la Ruta 11. El piso era un jabón, muy patinoso y con vados profundos. Conecté la tracción 4H (4×4, en alta), puse música suave y salí despacito, eligiendo un recorrido más extenso, pero que me llevara por afuera del caótico centro comercial de Cariló, que parecía un campo minado por encajados.

Por el camino me encontré con todo tipo de vehículos hundidos hasta las puertas. Los sedanes (Corolla, Cronos, Etios) fueron las primeras víctimas que quedaron atrapadas en pleno centro. No pudieron avanzar ni unos pocos metros. Más adelante empecé a cruzarme con SUVs lights (Taos, T-Cross, EcoSport), también encajadas hasta el tuétano. Ya más cerca de la ruta encontré tirados a los que lograron avanzar un poco más allá: las SUVs integrales (incluyendo a una costosa Mercedes-AMG GLA 45 4Matic, muy linda, pero clavada hasta el cárter).

їLas Гєnicas que no se encajaron en esa noche de merda? Las pick-ups con buen despeje y 4×4 conectada (ni siquiera se necesitaba la Baja). Cariló es un lugar muy lindo, pero los autos están complicando todo. Es imposible estacionar en temporada alta y el tránsito parece una réplica con arena de los peores embotellamientos porteños. Las autoridades del pueblo deberán decidir si quieren recuperar el aura histórica de su “aldea de ñomos” o convertirse en un auténtico y literal “shit-hole”.

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Kota Beach en Pinamar Norte, el parador exclusivo de Renault para este verano 2023.

ESTADÍSTICAS

* Fecha de ingreso de la unidad: 23 de diciembre de 2022 (con 9.772 kilómetros).

* Kilómetros recorridos en el primer mes: 3.921

* Consumo promedio registrado en el primer mes: 11.5 l/100 km

* Problemas registrados desde el inicio de la prueba: Ninguno.

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En el Twitter de @Motor1Argentina

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