Quizá por novedad, quizá por desconocimiento o quizá por ambas cosas, no habíamos caído en algo tan básico como que los coches eléctricos también deben pasar la Inspección Técnica de Vehículos (ITV). Tendrán el mismo tratamiento que si fueran híbridos, híbridos enchufables o de combustión, salvo algunas pruebas de las que estarán exentos.
Una vez hayas pasado los trámites burocráticos, los técnicos se centrarán en el examen de la carrocería y en la revisión del interior del vehículo. Una vez comprobados estos dos aspectos, los inspectores se centrarán en el antihielo y el antivaho. Y tras el velocímetro tocará el turno de luces, frenos, ruedas, señalización, ejes, neumáticos y suspensión.
Tres pruebas que van a reducir el tiempo en pasar la revisión de un coche eléctrico son las que te vamos a contar:
La segunda que varía respecto a los motores tradicionales es la del propulsor y la caja de cambios. La gran mayoría de vehículos eléctricos no tienen la habitual transmisión de los de combustión interna. En los automóviles en los que sea posible, se someterán al examen de los técnicos el circuito de cableado y el estado de la batería.
Y la tercera excepción en la revisión técnica llega con la del examen de ruidos, ya que al ser eléctrico el único ruido que emite es el del rozamiento de las ruedas con el asfalto.
Una vez hayas pasado la primera revisión tras cumplir cuatro años de antigüedad, las inspecciones deberás hacerlas cada dos años y una vez el vehículo llegue a los diez años deberá pasar una inspección anual. En el caso de ser un taxi, deberá hacerlo cada año si tiene menos de cinco años de antigüedad.
Los precios para la inspección dependen de cada Comunidad Autónoma, pero a día de hoy las tarifas rondan entre los 25 y 30 euros, siendo un poco más económicas que las de los coches con motor de combustión interna.