Diseñado para hacer crecer el volumen de ventas de la “nueva” Maserati, el Grecale cuenta con muchos argumentos de peso para su compra. Sin olvidar la deportividad italiana.
Maserati se encuentra actualmente iniciando una nueva etapa en su larga historia gracias al apoyo financiero que tiene al formar parte del Grupo Stellantis. Y pese a que el abanderado de esta época puede ser el Maserati MC20, para mí tiene un claro protagonista y justo vas a leer ahora nuestra experiencia a su volante.
Y si querer hacer un adelanto del final, este Maserati Grecale me ha sorprendido y seguro que a ti te pasará lo mismo. Empezando por el diseño, que te evoca a modelos anteriores de la firma del tridente, con esa característica parrilla o sus agradables formas redondeadas. Pero que nadie se olvide de la deportividad que aportan sus branquias laterales, esas llamativas llantas de 20 pulgadas con pinzas pintadas en amarillo o la cuádruple salida de escape. Todo ello sin dejar de lado que este acabado es el de acceso, el GT, quedando por encima todavía el Modena y el Trofeo.
Con tu permiso voy a apartar al Maserati Grecale del sol, que el bombón italiano lo mismo se me derrite y así te cuento como es su interior. De primeras la disposición de los elementos me parece moderna, acorde con lo que podremos encontrar entre sus rivales directos. Cuenta con el que yo denomino el trío digital, panel de instrumentación, pantalla multimedia con asistente Alexa incluido y Head-up Display de gran tamaño, al que se une como extra otro visor para los controles de climatización, principalmente. Y todos ellos funcionan correctamente y presumiendo de buenas interfaces, que el cliente de estos coches es exigente.
Los asientos del Maserati Grecale son cómodos y con un agarre más que suficiente, por lo que invitan a viajar en largas distancias. Yo sólo los bajaría un poco más de altura, pero ya sabemos que pasa con los SUV, todo va muy arriba. Aquí encuentro dos detalles más para enamorarte. Por un lado las levas XXL a la italiana con un tacto de metal que dan ganas de cambiar sin parar entre sus 8 marchas y por otro el reloj en el centro. Podría ser un detalle vintage, pero gracias a su digitalización puedes elegir el que más te guste entre tres posibilidades, incluso cambiarlo por una brújula o un medidor de fuerzas G.
Antes de arrancar reviso un poco los materiales utilizados. Estamos ante un Maserati y este Grecale lo demuestra con cueros y plásticos de calidad, así como unos ajustes que hacía mucho tiempo que no veía en un vehículo italiano. Y culmina este ambiente premium el sistema de sonido firmado por Sonus Faber.
Uno de los aspectos positivos de este Maserati Grecale, respecto a un Maserati GranTurismo por ejemplo, es el buen uso que podemos dar de las plazas traseras. Sentado en ellas encuentro un buen espacio en piernas y para la cabeza, aunque la plaza central es un poco estrecha y con el suelo alto. Y aquí no se olvidan de colocar climatización propia para estos pasajeros.
En cuanto al maletero del Maserati Grecale, tiene unas formas muy cuadradas y con un gran fondo. Como mi unidad de pruebas contaba con el sistema híbrido ligero la batería se coloca debajo de la bandeja, por lo que su capacidad baja de 570 a 535 litros. Una cifra que no es mala, pues solo un BMW X5 le supera.
¡Arranca chico!
Bajo el acelerador tenemos disponibles nada menos que 300 CV, con algo de sed aunque relativa. Si te digo que los consumos en una conducción normal se sitúan por encima de los 8 litros te puede parecer mucho, pero regresa a leer la cifra de potencia y te volverás a sorprender. Y sin artificios como la desconexión de cilindros o la marcha a vela de sus rivales, sólo es ayudado, en cierta manera, por un sistema de hibridación ligera que nos regala la etiqueta Eco.
De los tres modos disponibles en este Maserati Grecale siempre arranca por defecto en el GT, donde me ha parecido que ofrece un rendimiento muy bueno. Comento esto porque en el Comfort se vuelve demasiado burgués, con una dirección muy ligera y una entrega de potencia demasiado limitada. Pero mi diablo vuelve a hacer de las suyas y gira la ruleta derecha del volante para llegar al Sport. Aquí de primeras nos vuelve a dar la bienvenida el sistema de escape, ¿seguro que era un cuatro cilindros?, cambiando por completo el tacto de la dirección y de la suspensión para alzarse como uno de los SUV más dinámicos de su categoría. Y si fuera el Trofeo… eso lo dejaremos para una segunda cita.
En la ficha técnica indica que su par de 450 Nm se entrega a 2.000 rpm, pero yo empiezo a notar la patada de verdad a partir de las 3.000 rpm. Incluso en reducciones del cambio automático en este modo Sport toma esa medida como punto de partida para seguir lanzándote a toda velocidad. Hay otro salto en las 4.000 rpm y sigue fulgurante hasta las 6.000 rpm donde ya corta. Al realizar esa operación se produce un bramido del escape que pone los pelos de punta.
Con esto de ir contando revoluciones no se me tiene que olvidar frenar y en este caso el Maserati Grecale cumple sin problemas. Además sin una fatiga aparente. La suspensión también ayuda a contener las inercias (1.870 kg de peso, no olvidemos) y nos regala unos pasos por curva muy rápidos. Y con unos neumáticos que no fueran de invierno, como los montados en la unidad de pruebas, la mezcla habría sido perfecta.
He terminado la jornada de prueba y vuelvo para casa. Al llegar el Maserati Grecale llama la atención de un vecino que al ver el tridente colocado en el lateral pronto me exclama ¡seguro que es muy caro! Pues aquí llega la sorpresa final. Tras todo lo comentado en cuanto a calidad y comportamiento, su precio está por debajo de un Lexus RX o un Jaguar F-PACE, por poner dos ejemplos.
