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Mazda CX-60 diésel: por qué puede ser mejor que un premium alemán

Ya habíamos probado el Mazda CX-60 con motor diésel, pero nos dejó tan buen sabor de boca que estamos encantados de poder volver a ponernos a sus mandos. Y planteamos una cuestión…

Recuerdo ir a la presentación de este Mazda CX-60 con motor diésel, de la cual volví gratamente convencido. Ya de primeras la prueba me atraía, puesto que hablábamos de un motor 3.3 de seis cilindros en línea, algo políticamente incorrecto hoy en día. Sin embargo, luego en la práctica demostró que su consumo era francamente ajustado. Y encima portaba la etiqueta ECO porque adapta un sistema de hibridación ligera.

Pues bien, tampoco me voy a extender mucho porque la prueba que en su momento publicamos fue bastante exhaustiva y te invito a releerla, pero sí me gustaría plantear una dicotomía: ¿es mejor comprar este Mazda CX-60 o un SUV premium alemán representado por los BMW X3, Audi Q5 y Mercedes GLC?

Este CX-60 que me han dejado es el de versión de 254 CV, que es el que se asocia a la tracción total. Por debajo hay una variante de 200 CV y tracción sólo en el eje trasero que a mí me parece más sensata, pero bueno, el que tenemos hoy es este. Y luce el acabado Takumi, que es el más alto de gama y viene equipado de forma más que generosa.

Me gusta mucho cómo va el coche. Es silencioso, suave, tiene muy buen medio régimen y estira mucho para ser diésel, hasta 4.500 rpm antes de insertar otra marcha. Es cierto que de suspensión va muy pero que muy blando, sobre todo en el eje trasero, pero de algún modo casa bien con el propósito del vehículo.

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Si vas rápido por una carretera de curvas notarás mucho balanceo y recorrido de suspensión, pero no sientes que pierdas el control. Bien es cierto que en estas circunstancias cualquiera de los tres modelos que he propuesto como alternativas parece ir un poco mejor, o al menos mejor ‘sujeto’, pero a cambio este CX-60 es altamente confortable cuando la conducción no es exigente.

Luego está el asunto del motor, que me resulta muy atractivo. Suena y gira muy redondo. Lejos de lo que puedes imaginarte que gasta, en condiciones normales es muy fácil mantenerlo rondando los 5,8 L/100 km, que está genial y es sensiblemente menos de lo que consumen sus rivales en la práctica, y eso que hablamos de un bloque con seis cilindros y más cilindrada.

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Aparte, por dentro está francamente bien hecho. No desmerece en cuanto a calidades frente a los tres alemanes y les da una lección, sobre todo al Mercedes, en cuanto a intuitividad de manejo. No hay nada táctil salvo la pantalla central, a la que pronto te haces y que, además, también se puede controlar cómodamente mediante el conjunto de mandos y botones ubicados en la consola del túnel central.

Mandos y botones que tienen un tacto fantástico, sólido y agradable. Y en cuanto a habitabilidad no es mejor que los alemanes en espacio trasero para las piernas o altura disponible, pero sí en anchura. En general me parece una estancia muy agradable la del CX-60 porque se siente muy accesible en cuanto a facilidad de uso de cualquier función y, a la vez, presenta una calidad de plásticos y tejidos muy convincente.

Entonces, ¿merece la pena respecto a los X3, Q5 y GLC? A ver, hay una cuestión importante aquí, y es la del precio. Y es que el CX-60 es claramente más económico en su acabado base, de modo que puedes acceder a su terminación tope de gama (este Takumi) y que aún te salga por menos dinero aun teniendo en cuenta el enorme equipamiento de serie que incluye esta edición.

Porque el CX-60 Takumi tiene algunos elementos opcionales, pero en general viene de serie con mucho equipamiento. Incluye el navegador, la cámara trasera, el Head Up Display, los faros de led, las llantas de 20″, ventilación y calefacción en los asientos y una tapicería de cuero de un tono blanco hueso que, créeme, tiene el defecto de que se ensucia con mirarla, sobre todo si tienes hijos pequeños.

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En el Audi Q5 tienes una versión 40 TDI con motor 2.0 turbodiésel de 204 CV que funciona muy bien y que sale desde 60.030 euros, cuantía que sube a 62.530 euros si lo quieres con el vistoso paquete S-Line. En el Mercedes GLC hay dos versiones que parten de un bloque 2.0 turbodiésel: 200 d de 197 CV y 62.743 euros; y 300 d de 269 CV y 71.050 euros.

Por su parte, en el X3 hay una versión 20d con idéntica cilindrada y 190 CV que sale por 59.000 euros, y es el único modelo de los tres que ofrece una alternativa de seis cilindros: el 30d con motor 3.0 turbodiésel de 286 CV, cuyo precio asciende a 66.200 euros.

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Entonces, ¿puede este CX-60 plantarles cara? Para mí, sí, puesto que su habitáculo tiene una calidad equiparable, sale más barato y diría que es más cómodo. Hay detalles que reflejan que no es un coche premium, como por ejemplo el ruido que hacen las puertas al cerrarlas, que nunca dirías que procede de un Audi, un BMW o un Mercedes, pero sí de un Peugeot, un Seat… o un Mazda. Esto no es que sea malo, pero sí que es un matiz que desmarca a los coches premium.

Y en cuanto al precio, el CX-60 diésel parte de 51.398 euros con el motor de 200 CV. Si asciendes al de 254 CV, que es el que lleva la tracción total al igual que las tres alternativas alemanas, entonces parte de 56.548 euros, pero no supera los 62.098 euros en el caso de la versión tope de gama, que es esta que estás viendo.

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Y aun teniendo la constancia de que en términos dinámicos sale desfavorecido frente a los Q5, GLC y X3, que son más ágiles y vivos, a mí su conducción me parece agradable, tanto por motor como por chasis, puesto que la respuesta mecánica es silenciosa y contundente y su suspensión, si bien es excesivamente blanda, se las apaña para que no te genere desconfianza en fuertes apoyos. Si valoras el equipamiento de serie, la calidad de materiales, el confort de marcha y el precio, este CX-60 es una magnífica alternativa a los BMW X3, Audi Q5 y Mercedes GLC.

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