El volante Yoke de Tesla, con cuernos en vez de redondo y parecido al del KITT, ahora se ofrece como extra por 1.000 euros, pero fue el volante de serie de los renovados Model S y Model X. No ha acabado de cuajar por su poca ergonomía, y más si hablamos de una dirección mecánica, o porque puede comprometer la seguridad.
Si te parece que este volante de la firma californiana es poco práctico, ojo a este complejo volante que equipaba el que fue el primer Mazda MX de la historia. Afortunadamente ni el Mazda MX-5 ni ninguno de los modelos posteriores de la marca japonesa lo heredaron.
Un volante fijo y con botones por intermitentes: hola, Tesla Model 3
Este MX-81 equipaba un volante rectangular extrañísimo nada sencillo de manejar: sobre un módulo fijo, disponía de una suerte de cinta de plástico con protuberancias rectangulares. Para operar sobre la dirección, había que que girar esta cinta no el volante en sí. Imagina maniobrar con semejante invento.
Aunque también integraba los intermitentes con botones, algo que ahora ha heredado Tesla y que igualmente ha sido criticado por la poca ergonomía que ofrecen en comparación a las palancas tradicionales que activamos de forma natural al girar. Tanto como para que le quiten al Model 3 las cinco estrellas Euro NCAP.
Diseñado por el padre del Renault 5 Turbo. Este concept fue una de las varias colaboraciones que hizo Mazda con la italiana Bertone, cuyo origen tiene una bonita historia detrás. En su caso el diseñador fue Marc Deschamps, entonces jefe de diseño de la firma transalpina. Este belga es conocido por ser el padre del mítico Renaut 5 Turbo, con su característica carrocería ensanchada.
Mazda resucitó hace pocos años este MX-81, que había dejado olvidado en la sede de la marca en Hiroshima. Lo restauraron por completo y fue el escudero en un acto promocional del eléctrico MX-30, como precursor de la línea MX.
Este futurista prototipo no llegaba a los 4,0 metros, gozaba de una batalla de 2,36 m y su carrocería presumía de un excelente coeficiente aerodinámico: 0,29 Cx. Su corazón era un gasolina turbo de 1.5 y 132 CV.
Pocos de sus elementos vimos en posteriores modelos de Mazda, pese a que la marca señala que algunas de sus ideas se llevaron a modelos de serie. Quizá el 323F producido a finales de los 80 y principios de los 90, que contaba con una caída de techo similar o faros escamoteables. Del volante, ni rastro.