Soledad privilegiada: Un paseo con el Bugatti Mistral por el Tokio desconocido

Lo último de la elitista firma francesa se sumerge en una urbe llena de contrastes.

Soledad privilegiada: Un paseo con el Bugatti Mistral por el Tokio desconocido Bugatti

Desde hace tiempo, caminar sin un rumbo fijo ya no está siempre considerado como algo negativo o preocupante. Más bien al contrario, lo cuadriculado de la vida moderna ha hecho que pasar tiempo deambulando, fuera del hogar y la oficina, sea visto como un capricho necesario de cuando en cuando.

Este placer que se ha venido en denominar ‘wanderlust’ también puede practicarse al volante de un automóvil. Tan sólo hay que reunir los ingredientes adecuados para que la experiencia sea inolvidable. Y desde luego, recorrer junto a todo un Bugatti Mistral los rincones desconocidos de Tokio lo es.

De otra forma no puede definirse la propuesta que tenemos ante nosotros: un hipercoche, quizá el último de su especie, nos guía entre los mil y un contrastes de una ciudad tan bulliciosa y megalítica como, a la vez, tan íntima y espiritual.

Una vuelta al atardecer

Nuestra primera parada es el santuario de Kanda, uno de los templos sintoístas más antiguos de todo Tokio. Más de mil años de mística y veneración condensados en un pequeño espacio que, paradójicamente, está rodeado por todas partes por el bullicio de la capital. Pero aquí, el microclima de serenidad y recogimiento llega a silenciar casi por completo el ajetreo del distrito de Akihabara, situado a sólo diez minutos en línea recta.

Bugatti

En este lugar, el Mistral se hace presente. Su longitud abarca casi toda la portada del templo, mas bajo una luz crepuscular especialmente bella no actúa como un estorbo para los viandantes, sino que, desde esa posición de estacionamiento, parece presentar sus respetos ante las divinidades como un devoto más.

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Seguimos nuestro camino pasando por el parque Oishi, cuyas vistas del lago Kawaguchi son impagables. Al fondo, el siempre nevado Monte Fuji se nos insinúa como un reto, y nos imaginamos disfrutando en cualquiera de las sinuosas carreteras que conducen a su falda. Otro día será, hoy no es el momento.

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Aun a pesar del lujo y confort a cielo abierto que nos rodea en el habitáculo del Mistral, el cansancio se va acumulando y toca un rato de relax. Lo encontramos en el Gora Kadan, milenario lugar de retiro de la familia imperial japonesa. Para llegar a este balneario realizamos unos cuantos kilómetros hacia el sur, dejando la Tokio metropolitana atrás. Un camino algo largo, pero que merece la pena cuando nos dejamos cuidar en sus piscinas naturales de agua caliente.

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Antes de devolver el Mistral a su lugar (el concesionario oficial de Bugatti en la ciudad) nos detenemos un último instante para contemplar, en la lejanía, el majestuoso puente de la bahía de Yokohama.

A la luz moribunda de la tarde, quién diría que esta estructura forma parte del tramo de autopista más largo de Japón, la conocida ruta ‘Wangan’ que albergó las locas proezas de velocidad del misterioso ‘Midnight Club’ hace casi treinta años. Quién sabe si todavía quedarán imitadores en la madrugada tokiota, amparados por la impunidad reluciente de las luces de neón. Quién sabe lo que podría conseguir el Mistral, libre de ataduras y leyes, en un lugar así. Pero otro día será, por hoy hemos terminado.

HASHTAG: Bugatti