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El fantasma de las 500 Millas: los incendios invisibles que acechaban a los pilotos

El mundo del automovilismo está plagado de historias curiosas y el fuego invisible de las 500 Millas es una de ellas. Fue un suceso que, a pesar de su impacto, ha pasado desapercibidos para la mayoría de los aficionados con el pasar de los años. Ocurrió en la carrera de Indianápolis de 1981, cuando el piloto Rick Mears y su equipo se vieron envueltos en un incendio muy particular que sembró el pánico en el paddock.

Para entender este extraño fenómeno, hay que remontarse a la época en la que los monoplazas de la IndyCar utilizaban metanol como combustible. A diferencia de la gasolina convencional, el este químico arde a una temperatura mucho más baja, lo que significa que no produce humo ni llamas visibles. Esto fue precisamente lo que convirtió este incidente en una experiencia tan aterradora.

¿Qué fue lo que sucedió en esa carrera de 500 millas y el fuego fantasma?

Durante la carrera, Mears entró en boxes para repostar. Sin embargo, el tubo de llenado no se selló correctamente con la boca del chasis, lo que provocó que el metanol se derramara por el monoplaza. Al entrar en contacto con el motor caliente, el combustible se encendió en cuestión de segundos, creando una llamarada invisible que rodeó al piloto y a sus mecánicos.

Los presentes en el paddock, al no ver humo ni llamas, no comprendían lo que estaba ocurriendo. Sin embargo, los gritos de dolor de corredor y el olor a combustible quemado alertaron a los equipos cercanos, quienes, con gran rapidez, reaccionaron utilizando extintores para apagar el fuego. Todo esto ante la mirada perpleja de todos los aficionados que veían la carrera.

¿Cómo terminaron todos los afectados por este fuego invisible?

el fantasma de las 500 millas: los incendios invisibles que acechaban a los pilotos

A pesar de la rápida intervención, las consecuencias del incidente fueron graves. Rick Mears y cuatro de sus mecánicos tuvieron que ser trasladados al hospital, donde permanecieron ingresados durante varios días. El piloto fue el más afectado, ya que las quemaduras le provocaron daños en la cara, por lo que tuvo que someterse a una cirugía plástica para reconstruir su nariz.

Este incidente puso de manifiesto la peligrosidad del metanol y la necesidad de mejorar los protocolos de seguridad en las carreras. Como consecuencia, se implementó una válvula de seguridad en los monoplazas que solo permitía la apertura de la manguera de combustible cuando esta estuviera correctamente sellada al vehículo. Lamentablemente, esto siguió ocurriendo y hasta en otras categorías como la Fórmula 1 durante la década de los 90.

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