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Rolls-Royce Arcadia: la odisea de contentar a un cliente que pagó 20 millones por su coche

Dicen los libros de historia que Arcadia era un lugar mitológico que para los griegos representaba ‘el cielo en la Tierra’. Sin duda, el nombre parece acorde al fastuoso encargo que en Rolls-Royce recibieron hace cuatro años de uno de los mejores clientes que tienen en el mundo: quería un cabrio único en el mundo, de estilo droptail (cola de gota) y que se adaptara a sus gustos y forma de ver la vida con una precisión milimétrica. Pero, ¿cómo era este cliente?

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Rolls-Royce.

El directivo de cualquier marca que recibiera este encargo resoplaría ante el ingente reto, pero en la marca británica se pusieron manos a la obra: lo primero fue investigar los gustos de este cliente, desde la ropa a la comida, desde el mobiliario al destino de sus viajes. Hablaron también con sus familiares, estudiaron las residencias y empresas que tiene por todo el mundo, y al final tuvieron claro que en el cóctel para producir el coche debían entrar como ingredientes la arquitectura, el diseño, la escultura, la náutica y la precisión de cualquier artilugio mecánico, todo ello del gusto de quien encargaba este coche único.

Fieles al boceto original

Antes de que acabara 2019 le enseñaron el primer boceto dibujado a mano y el resultado le encantó. El coche tenía que ser igual, pero el reto no había terminado.

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Rolls-Royce.

El resultado era una especie de mega yate con cuatro ruedas del que no destaca la parte mecánica, pues es la misma que la de un Ghost (es decir, lleva un V12 de 571 CV), sino el diseño y una manufactura que raya en la perfección enfermiza.

Madera a la vista

Describiéndolo casi de forma telegráfica, desde fuera llama la atención su limpísimo frontal, con unos faros muy rasgados y una calandra cuyo friso sobresale respecto a las ‘columnas’. Visto de lado da la sensación de que su techo y su parte traseras son obra de algún afamado diseñador de yates. Y la zaga cuenta en su parte superior con una enorme superficie de madera a la vista. A decir verdad, no eran unas formas únicas porque la marca británica va a crear cuatro piezas con la misma línea, pero con detalles absolutamente diferentes, del que este Arcadia es el segundo, después de que hace unos meses entregaran el Rolls-Royce La Rose Noire.

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Pero esa descripción tan simple engloba infinidad de detalles que han supuesto un reto descomunal para sus creadores. Para empezar, el futuro dueño quería un blanco, pero especial; el objetivo lo consiguieron impregnando partículas de aluminio y vidrio más grandes de lo habitual, de forma que diera sensación de profundidad infinita.

Brillo y más brillo

En contraste, el gris también empleado debía ser igual de intenso, y todo elemento cromado (llantas de 22″, calandra…) no solo tenía que brillar, sino ser pulido hasta conseguir un efecto de espejo.

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Otro aspecto que supuso un auténtico quebradero de cabeza fue la elección de la madera, ya que el coche incluía 233 piezas de este material de las cuáles 76 iban en la ‘cubierta’ trasera. Al cliente le encantó la llamada Santos Straight Grain por tener un tipo de veta finísima. Pero resulta que esta veta, al ser mecanizada, se cuartea y se desgarra con facilidad. Es más, su futuro dueño dijo que podría llevarse el coche a cualquier residencia que tuviera en el mundo, con una variedad máxima de climas, así que había que buscar un revestimiento para la madera que garantizara su longevidad.

Desarrollo único

Se pensó en el que emplean los mega yates, pero resulta que estos requieren un mantenimiento regular, así que se desarrolló de propio una laca que requiere una sola aplicación y durará toda la vida útil del coche. Y para comprobar que de verdad resistía se tomaron 18 muestras de madera y se las sometió a 1.000 horas seguidas de simulación con lluvia, frío y calor extremos hasta comprobar que no perdían sus cualidades. Solo en este trabajo que llevó la madera del coche ya se emplearon más de 8.000 horas de desarrollo.

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Rolls-Royce.

Otro detalle que costó muchísimo fue el desarrollo del reloj mecánico que lleva el salpicadero, y que es el más complejo que jamás haya montado un Rolls-Royce. Su desarrollo llevó dos años y solo para montar las piezas se emplearon cinco meses. No somos expertos en relojes, pero nos ha impresionado saber detalles como cada uno de los marcadores horarios tiene solo 0,1 mm de grosor y están pintados a mano.

Unos 20 millones de euros

Seguro que hay muchos más detalles que no nos han contado, entre ellos muchos momentos de prueba y error y tal vez incluso de desesperación. Pero lo importante es que el cliente tiene ya su coche y ha aprobado la ejecución de todos los detalles. Cuánto habrá pagado por ello este cliente es algo que nunca sabremos. Quizá ni él mismo lo supo con exactitud hasta que le tocó extender el cheque. Pero los expertos en coches de lujo estiman que la tarifa podría rondar los 20 millones de euros.

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Pero en coches tan exclusivos, y cuando se tiene tanto dinero, el precio no es lo importante.

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