El Renault Sport Spider es todo un icono bizarro. Uno de esos coches clásicos que se ven muy poco y que no gustan a todos, pero que al presentarse en un evento se roban todas las miradas. Un curioso deportivo de una época anterior en la que Renault se atrevía con todo.
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Al mirar al Renault Sport Spider, parece que estuviésemos ante un Lotus. Y es que el concepto de la marca británica y del gran Colin Chapman se puede exportar a muchos ámbitos. Así que los del rombo decidieron innovar.
Renault Sport Spider: un pequeño bólido con mucha presencia
El diseño del descapotable era realmente interesante. Medía 3.795 mm de largo, 1.830 mm de ancho y 1.250 mm de alto con un peso en vacío de 930 kg. Completamente a cielo abierto y sin parabrisas, lo que obligaba a sus dos ocupantes a llevar casco por ley.
Si bien, este cristal se ofrecía como extra. Respecto al resto, el concepto era claro: lo esencial para correr. Porque ese iba a ser su cometido principal, correr en una competición organizada por la marca como la conocida Copa Clio.
Así que nada de dirección asistida o calefacción y un chasis de aluminio para disminuir al máximo su peso. Por no tener no tenía ni manetas en las puertas, porque si es descapotable… Metes la mano al interior y abres desde dentro. Todo estaba pensado.
En el habitáculo destacaban unos asientos Recaro baquet y la ausencia de tapicados, más allá de la consola central y una parte de los paneles de las puertas. El resto, aluminio y metal al descubierto. Más simple no podía ser.
Contó con un motor F7R de 4 cilindros en línea atmosférico de 2,0 litros unido a una caja de cambios manual de 5 velocidades. El bloque se derivó precisamente del Clio Williams y del Renault Mégane Coupé y produjo 150 CV y poco más de 160 Nm de par máximo.
El coche se fabricó entre 1996 y 1997 con unas 1.800 unidades que actualmente pueden alcanzar los 70.000 euros en el mercado de segunda mano si tienen pocos kilómetros y con el extra del parabrisas integrado, que da algo más de tranquilidad. ¡Una pasada!