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Prueba BMW 840d xDrive Gran Coupé: fascinante en todo

Esta versión de cuatro puertas incrementa la versatilidad del coupé y desvía miradas sin piedad.

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Si nos atenemos a que no tiene rivales de la misma naturaleza ni en Audi ni en Mercedes-Benz, podemos decir que el BMW 840d xDrive Gran Coupé pertenece a una estirpe muy especial. 

Es cierto que pugna frente al Audi A7 Sportback y al Mercedes-Benz CLS, pero estos dos modelos derivan de berlinas (del A6 y el Clase E, en concreto), mientras que el protagonista de esta prueba lo hace de un coupé, el Serie 8 homónimo. Si buscamos un contrincante más directo, tendríamos que acudir a Mercedes-AMG y su GT 4 puertas Coupé. 

Galería: Prueba BMW 840d xDrive Gran Coupé

Hecha la aclaración, ¿puede convencernos un gran turismo de cuatro puertas que toma como base un coupé? La respuesta es sí, porque aunque se pierda algo en imagen pasional (la vista lateral no resulta tan fascinante), el tacto dinámico sigue siendo fabuloso y se gana versatilidad en las plazas traseras.

Este último punto es clave para aquellos que vayan a utilizar con frecuencia los asientos posteriores. No en vano, respecto al Serie 8 Coupé, ya no toca ‘lidiar’ con unas puertas delanteras pesadas y muy largas, ni es necesario adelantar los asientos anteriores para generar un espacio de entrada.

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Eso sí, detrás no se dispone de mucha altura para la cabeza, así que como máximo pueden viajar personas de 1,85/90 metros de altura, a pesar de que el espacio para las piernas sí es bastante bueno. Lamentablemente, no se pueden meter bien los pies por debajo de los asientos delanteros si estos se encuentran situados en su posición más baja.

Asimismo, el coche homologa cinco plazas, pero la central es muy incómoda, casi de emergencia, ya que molesta mucho el módulo de las salidas de aire y la climatización. Sin duda, el Serie 8 Gran Coupé está pensado para cuatro personas.    

En cuanto al maletero, al que se accede a través de una tapa con apertura y cierre eléctricos, cubica 440 litros. Ciertamente no es una gran cifra, pero en un coche así tampoco vamos a ir con ‘trastos’ muy aparatosos (queda muy poco glamuroso) salvo, quizá, una bolsa de palos de golf. En este caso, los asientos traseros se pueden abatir en proporción 40:20:40.

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Pero más allá de estos puntos prácticos extra, un coche como este hay que disfrutarlo tanto por la vista como durante la conducción. Sus dimensiones son realmente destacadas, pues se va más allá de los 5,0 metros de longitud, casi alcanza los 2,0 metros de anchura y apenas levanta 1,40 metros de altura. Imposible pasar desapercibido…

Se mire desde donde se mire, sus líneas impactan y tus ojos no pueden apartarse de él. Personalmente, la vista en tres cuartos delantera es la que más me gusta, con un capó alargado (el motor va en posición longitudinal) y la cabina retrasada, pero también adoro la trasera total, gracias a una zaga con unos poderosísimos hombros y una doble salida de escape cromada e integrada en un difusor.

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Por cierto, las ventanillas carecen de marco, otro toque propio de un coupé, y las llantas pueden alcanzar las 20 pulgadas de diámetro, con neumáticos delanteros 245/35 y traseros 275/30, tal y como sucede en nuestra unidad de pruebas. ¡Menudos rodillos!

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El interior, además de toques de máximo lujo como el pomo de cristal, lo conocemos bien de otros BMW. Así las cosas, no resulta difícil controlar los principales mandos del vehículo. De hecho, los programas de conducción están muy a mano, la climatización se gobierna con mandos táctiles y disponemos del mando circular iDrive para navegar por los submenús de la pantalla central de 10,25 pulgadas. La instrumentación es digital y mide 12,3 pulgadas.

Los asientos deportivos en cuero Merino con regulación eléctrica y sujeciones laterales u ‘orejas’ adaptativas (pueden moverse para sujetar más o menos el tronco) proporcionan una postura de conducción muy deportiva, con una posición muy baja y las piernas estiradas. Ni que decir tiene que la factura del habitáculo resulta intachable.

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En el apartado multimedia, el equipo es compatible exclusivamente con Apple CarPlay y se ofrece el control gestual para el sistema de sonido, que incluye nueve altavoces de serie. Asimismo, disponemos de navegación con información del tráfico en tiempo real y los servicios ConnectedDrive, es decir, diferentes aplicaciones prácticas, sin olvidarnos del punto de conexión wifi.

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Si hablamos del motor turbodiésel de 3,0 litros y seis cilindros en línea de BMW, solo puede haber alabanzas. Este soberbio bloque genera 320 CV a 4.400 rpm, pero lo mejor es el destacado par, 680 Nm, que surge entre las 1.750 y las 2.250 vueltas, con lo que el poderío que emana en cualquier régimen es sensacional. Además, se genera un atractivo sonido grave al acelerar. No en vano, el escape deportivo, con sonido variable, viene de fábrica.

Aliada perfecta, la transmisión automática con convertidor de par Spetronic, de ocho velocidades, gestiona perfectamente todo tipo de conducciones, pero lo mejor es que nunca lleva el motor demasiado bajo de vueltas, ni siquiera en el modo Comfort (hay otro programa disponible, el Sport), así que la respuesta al acelerador siempre es fabulosa.

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Basta decir que aunque el coche en vacío supera las 1,9 toneladas, declara una aceleración de 0 a 100 km/h en tan solo 5,1 segundos y una velocidad máxima autolimitada a 250 km/h.

Y por si fuera poco, podemos clavar en conducción real la cifra de consumo mixto homologado, 7,2 litros cada 100 kilómetros, en desplazamientos interurbanos y disfrutar de la etiqueta Eco de la DGT, gracias a la hibridación ligera. 

Con todos estos mimbres, ya podrás suponer que el BMW 840d xDrive Gran Coupé devora kilómetros como si no pasara el tiempo. Sé que decir esto es políticamente incorrecto, pero su hábitat natural sería una Autobahn alemana, porque en España, los 90 y 120 km/h de límite de velocidad en vías interurbanas parecen una broma pesada ante semejante ‘artefacto’. A esos ritmos da la sensación de que vamos casi parados…

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Pero más allá de ser un ‘fondista’ excelso, estamos ante un BMW y eso significa que, aunque la física no acompañe, los ingenieros han aplicado muchas soluciones para que el coche pueda mostrar una buena cara en carreteras con curvas.

Así, de serie viene con suspensión adaptativa y ruedas traseras directrices, pero si se equipa el paquete M Technic (10.800 euros) se incluyen el diferencial deportivo M, que reparte el par motor de forma variable entre las ruedas traseras, y los frenos M, junto con otros muchos componentes. 

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En términos prácticos, todo este conglomerado de tecnología logra que el vehículo se mueva con una agilidad impropia de un modelo con su peso y sus dimensiones. Respecto al Coupé, es casi 100 kilos más pesado, pero no peca de torpeza ni de lentitud de reacciones.

Al contrario, es un vehículo que se siente más ligero de lo que realmente es y supera curvas rápidas con total entereza, sin inmutarse. Es más, gracias al tren trasero directriz, los giros lentos tampoco suponen un gran problema para un vehículo que ni siquiera desentona en un puerto de montaña y, por si fuera poco, el equipo de frenos siempre está a la altura. ¿Qué más queremos?

BMW pide 114.450 euros por el 840d xDrive Gran Coupé, más todos los extras que quieras añadir. Para que te ubiques, hablamos de una cifra prácticamente calcada a la del Porsche Panamera 4 (114.339 euros), con 330 CV extraídos de un motor de gasolina 2.9 V6 biturbo. Sin duda, este coche se asoma a lo más granado del segmento.

Por cierto, el restyling de la familia Serie 8 se ha presentado hace unos días, así que debería estar al caer en los concesionarios, si bien la parte estética apenas se ha tocado, pues estos vehículos siguen apasionando como el primer día. Yo, desde luego, me hubiera quedado este Gran Coupé unos cuantos días más… 

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