Toyota ha sido el líder de los coches híbridos que a día de hoy son tan comunes. En la actualidad, con los deberes hechos en ese campo y ya haciendo sus pinitos con los PHEV y los coches eléctricos, es una de las marcas que más se está dedicando a buscar alternativas a los modelos de baterías.
Aunque parezca paradójico, es el Toyota GR Corolla, uno de sus modelos más deportivos, uno de los conejillos de indias favoritos de la marca en este sentido: lleva meses corriendo con una variante equipada con un motor de combustión térmico que quema hidrógeno, pero es que ahora además está probando un prototipo que directamente absorbe CO2 mientras circula.
Además, el funcionamiento del sistema es muy sencillo. Los filtros circulares situados en la parte delantera del coche capturan el dióxido de carbono y luego el calor residual del motor se utiliza para disolverlo en un líquido que se puede desechar.
El golpe de realidad está en el hecho de que, por el momento, en las pruebas la captura de CO2 no ha sido suficiente como para conseguir un funciono neutral en carbono. Así, en las pruebas los filtros solo han capturado 20 gr de carbono en 20 vueltas a un circuito, es decir, en 91 km, lo que es mucho menos del que produce un motor que funcione con combustibles fósiles.
El segundo aspecto a mejorar es cómo lidiar con los residuos que se generan, puesto que en las pruebas Toyota tuvo que cambiar manualmente el filtro en cada paso por boxes.
A pesar de ello se trata de una tecnología que interesaría explorar para intentar conseguir que los coches térmicos sean más verdes.