Muchas veces hemos podido conducir el Audi Q2, pero no tantas una versión con tracción total. Veamos qué tal funciona y si compensa o no pagar su sobreprecio.
Una vez hemos reflexionado sobre algunos aspectos clave en el veterano Audi Q2, es entonces cuando podemos pulsar el botón de arranque y ponernos a funcionar. Te recuerdo que esta unidad lleva el motor diésel de 150 CV, el cambio automático S Tronic y la tracción total Quattro.
La caja S Tronic es de doble embrague y siete velocidades, no existiendo la opción de asociar una manual a este motor. La tracción Quattro es de tipo Haldex, en la que el eje delantero es el que manda y donde sólo se envía par al tren posterior en caso de que haya riesgo de producirse falta de adherencia delante.
Tampoco es el Audi Q2 un coche que te invite a correr, no obstante. Pero viene bien disponer de ese poderío mecánico para cuando lo demandes. La caja S Tronic es más suave que rápida aquí, aunque efectúa cambios de marcha casi instantáneos.
Tan sólo me desagrada un poquito que en los primeros metros tras la arrancada se produce un claro deslizamiento en los embragues, quizá producto de que se envía un mínimo porcentaje de par al tren trasero. Nada, es cuestión de menos de dos segundos, pero además de percibirse con claridad, es algo que a buen seguro penaliza el consumo.
Hablando de consumo, la tracción total lo penaliza más de lo que dice la marca, al menos según mi experiencia en estos días. Lo normal es que te muevas entre 6,5 y 7,0 L/100 km en ciclo combinado, cuando con el mismo Audi Q2 pero de tracción delantera es más fácil rondar los 6,0 L/100 km. En autopista, una vez lanzado, se nota menos, pero en carretera y ciudad sí hay una considerable diferencia. Aun así, el consumo real que obtiene me parece un dato muy razonable.
Y luego, a nivel de chasis, el Audi Q2, particularmente con la suspensión del acabado S Line, es uno de los SUV-B que más me gustan porque va firme, muy bien asentado y es marcadamente reactivo. Ayuda sin duda la dirección, con muy poco más de dos vueltas de volante, algo muy raro en este segmento. Está lejos de ser el SUV-B más confortable, pero incómodo en absoluto es.
No son cualidades propias de un modelo que no está concebido para potenciar su aspecto dinámico, sino más bien para optimizar su lado práctico y confortable. Pero bueno, para la gente que nos gusta conducir, este Audi Q2 configurado de esta manera es un grato compañero.
Hay algunos modos de conducción pero sólo actúan sobre la respuesta del acelerador y sobre la asistencia de la dirección, y de una forma no especialmente perceptible. Si lo pones en Dynamic mejor, pero tampoco hace falta para empaparte del buen hacer del Q2 a nivel de bastidor.
Por qué es mejor prescindir de la tracción Quattro en el Audi Q2
Pero aquí… no. A no ser que circules habitualmente por carreteras de firme muy deslizante en las que la motricidad atrás puede ser diferencial, es desaconsejable. Esta tracción total aumenta el precio en 2.280 euros, eleva en 90 kg el peso del vehículo (lo que penaliza rendimiento y consumo), sube en un 10% el dato de consumo oficial y resta 50 litros al maletero, dejándolo en 355 litros.
No me malinterpretes, no quiero decir que sea un mal sistema de tracción total, de hecho, es bueno y fiable. Funciona bien dentro de las obvias limitaciones de un sistema de tracción total conectable automáticamente. Pero yo creo que en este coche y en esta versión no tiene sentido en el 99% de los casos.
Aun así, hoy, que tengo que devolverlo, lo haré con cierta pena. Me gusta mucho cómo va, cómo anda, lo razonable de su consumo, la pinta que tiene, su buena calidad y lo reconfortante que resulta manejar cualquiera de sus cosas cuando te pones al volante. Sí, definitivamente, al menos en este contexto, «cualquier tiempo pasado fue mejor».
