Gasolina, diésel y un híbrido enchufable de cero emisiones componen la propuesta del constructor italiano para competir en el segmento más popular del mercado, el de los SUV.
Los diésel están vivos y siguen ofreciendo resultados impecables cuando se trata de afrontar recorridos de entidad. Siguen siendo imbatibles por consumo, incluso mejorando «de calle» los resultados de muchos híbridos enchufables y con una entrega de par de lo más generosa, que marca ventajas en los relanzamientos y adelantamientos. Es la conclusión de la toma de contacto con la gama Alfa Romeo Tonale que recientemente hemos tenido la oportunidad de conducir.
De cara a 2024 el Alfa Romeo Tonale va a recibir una simplificación de la gama comercial, con dos propuestas mantenidas a lo largo de todo el año: Sprint y Veloce, que se verán acompañadas de una serie especial denominada Tributo Italiano con detalles específicos como las llantas de 20”, el sistema de audio Harman Kardon, el portón manos libres y elementos de coloro como el techo negro o personalización interior. Como sus hermanos de gama se verá amparado por una garantía de cinco años que demuestra la confianza de Alfa Romeo en la calidad y fiabilidad de sus actuales modelos.
Estos son los motores del Alfa Romeo Tonale
La libertad de elección de motores es máxima, siempre con el plus de tecnología y prestaciones que siempre ha caracterizado a Alfa Romeo y en este caso cristaliza en tres propuestas diferentes, con otras tantas etiquetas medioambientales diferentes. La más poderosa es la híbrida enchufable, con 280 CV de potencia máxima conjunta, un potencial de aceleración de 0 a 100 km/h de 6,2 s (pulsa aquí si quieres conocer más del Tonale con etiqueta Cero), hasta 69 km de autonomía eléctrica y tracción integral.
El volante, muy vertical, y las grandes levas tras el volante marcan la posición de conducción.
El Alfa Romeo Tonale, con suspensión de firmeza variable
El chasis, uno de los puntos más destacados del Alfa Romeo Tonale, guarda una sorpresa a partir de los acabados Veloce. Ésta no viene dada por la dirección, rapidísima, con un eje delantero de respuesta inmediata, ni por el tacto de freno: firme, confiable, con un nivel de asistencia bajo que puede hacer las delicias de quien busque y quiera saber cuanto y cuando frena en cada momento.
En realidad, la sorpresa viene dada por la suspensión de firmeza variable, con unos amortiguadores FSD (Frecuency Selective Damping) que incorporan una segunda válvula gracias a la cual dependiendo de la conducción, velocidad y circunstancias del firme la amortiguación va adaptándose ofreciendo mayores dosis de confort o de «sujeción» de la carrocería, siempre sin llegar a una rigidez extrema. Se consigue así reaccionar de una manera más progresiva a las oscilaciones de carrocería y, a efectos prácticos ampliar las posibilidades de elección, toda vez que puede independizarse de los modos de conducción, de forma que podemos llegar a combinaciones personalizadas, como por ejemplo la respuesta al acelerador de Sport con suspensión en modo Confort.