Aunque no lo parezca, con este coche el difunto actor disfrutó más que con ningún otro.
Bring a Trailer
Llámalo miedo, llámalo sensación o un pensamiento que te persigue. Detrás de ti circula un coche de aspecto inconspicuo, que en ningún caso denota deportividad sino más bien todo lo contrario. Pero una corazonada por dentro te lo dice: “Éste lleva algo”.
Compartís camino durante un buen rato, él sigue ocupando tu retrovisor, el espejo que cada vez revisas con mayor frecuencia. Éste lleva algo. El nerviosismo se va apoderando de ti, y algo hay que no encaja en ese coche tan aparentemente insulso. Finalmente, coincidís en paralelo en un semáforo.
Acabas de sufrir, en pocas palabras, el ‘ataque’ de un ‘sleeper’. Una subraza de coches muy modificados que ocultan sus escandalosas prestacionesbajo una estética de ‘normalidad’. Uno de sus exponentes primigenios, allá por finales de los ochenta, fue el Volvo 740 Turbo Wagon de 1988 que conducía a diario Paul Newman. Un aparato que hace nada ha salido a subasta en la web Bring a Trailer.
Abuelo, no corras
El difunto actor descubrió algo tarde su pasión por los coches pero, cuando la abrazó, lo hizo sin ponerse límites. Entre los rodajes en Hollywood y los entrenamientos y carreras con el equipo Bob Sharp Racing Newman no renunció a tener, en su vida privada, un coche para diario que fuese a la vez discreto y divertido.
Lo primero lo encontró en un ‘cúbico’ Volvo 740 Turbo Wagon que adquirió nuevo en 1988 a través de un concesionario oficial en Connecticut. Pero, nada más estrenarlo, debió parecerle que el 2.3 turbo de cuatro cilindros y 165 CV se quedaba corto para sus ambiciones.
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Por ello, lo primero que hizo fue llevar el Volvo al taller de HESCO Engineering en Birmingham, Alabama, y desmontarlo prácticamente por completo. En lugar de la planta motriz de origen, el actor mandó acoplar un V6 turbo de 3,8 litros procedente del legendario Buick Regal GNX (uno de los escasos ‘muscle cars’ equipados con turbocompresor). La transmisión se confió a una caja de cinco velocidades Borg Warner extraída de un Pontiac Firebird.
Pero “ya que estaban”, el V6 Buick recibió algunas otras modificaciones como una admisión de aire artesanal, un chip que modifica la electrónica original de gestión, un radiador sobredimensionado con electroventilador, un generoso radiador de aceite y un sistema de escape, claro, construido ex profeso.
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Como buen ‘sleeper’, la preparación del 740 Turbo se completa con cuatro potentes frenos de disco y una suspensión compuesta por amortiguadores Bilstein y muelles rebajados con barras estabilizadoras IPD. Las llantas, originales de Volvo en 16 pulgadas y modelo ‘Gemini’, calzan unos notables neumáticos BFGoodrich deportivos instalados por el actual vendedor en 2018.
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Eso sí, contrariamente a lo habitual en los coches procedentes de estrellas del cine o el espectáculo, este Volvo 740 Turbo Wagon tan ‘cañero’ lleva encima un severo castigo, producto de los muchos años que se pasó sirviendo a Newman en su día a día.
El habitáculo lo demuestra de dos maneras, siendo la primera las 76.000 millas (unos 122.310 km) registradas en el odómetro. Y si miramos a nuestro alrededor el cuero desgastado de los asientos, el cuentavueltas que no funciona o el salpicadero rajado nos corroboran esa misma historia.
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Una historia repleta de traslados al supermercado, al médico o al trabajo, lo típico que cualquier coche civilizado atesora en su vida. Pero también, al mismo tiempo, una historia de sustos, sorpresas y caras incrédulas, allí donde las cámaras de Hollywood no enfocan y donde los semáforos se ponen en verde. Pequeños placeres culpables cuyos recuerdos se han quedado para siempre adheridos a los paños, chapas y tornillos de este peculiar guerrero sueco.
Diego García Especializado entusiasta en motor, competición, historia y técnica del automóvil.
