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Volkswagen T-Cross 1.0 TSI: Así es su interior. Segunda parte de la prueba

Si te sientan en este coche con los ojos vendados y una vez acomodado te quitas la venda, dirás que esto es un Polo. Pero no, esto es un Volkswagen T-Cross y tiene determinadas cualidades.

Calificaría como sitio agradable el habitáculo del T-Cross. Bien es cierto que aquí no encontrarás el refinamiento o el cuidado por detalles que quizá asocies a una marca como Volkswagen, pero la base de este vehículo es un Polo, que no deja de ser una categoría de coche modesta.

La postura de conducción ofrece generosos reglajes en volante y asiento, de modo que es fácil llegar a sentirse cómodo. El asiento se ve de calidad, con orejeras firmes y un tapizado que, al menos ahora mismo, parece duradero. En el resto del habitáculo, esas calidades son un tanto agridulces porque, si bien se ve bien hecho, con sólidos ajustes y materiales agradables al tacto, todos los plásticos son duros, de una apariencia quizá más económica de lo que esperabas.

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Y hay algunos detalles que empobrecen el conjunto, como que el módulo de mandos del climatizador sea táctil. Es mucho más incómodo de manejar que cuando el T-Cross salió al mercado y estos mandos y botones eran físicos. Fue una de esas ‘evoluciones’ que no aportan nada, sino más bien al contrario, pero que Volkswagen decidió aplicar.

Al menos, eso sí, los botones del volante tiene un tacto muy agradable y responden rápido, mientras que el mando de luces es el antiguo de Volkswagen, también mucho más cómodo de manejar que el moderno de accionamiento táctil, aunque bien es cierto que como tiene luces automáticas, no se suele tocar.

Asimismo, es de agradecer que si quieres desconectar determinados sistemas de ayuda a la conducción lo puedas hacer a golpe de botón (en la palanquita de los intermitentes) sin necesidad de perder el tiempo encontrando cómo en la pantalla central.

Una pantalla central que al principio es un poco desconcertante, pero que a los pocos minutos ya te habitúas a ella y ves que resulta bastante competente. Se complementa en esta versión con un cuadro de mandos virtual de 10,25″ ordenadito y sin información superflua. Bien en este área.

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Si pasamos a la habitabilidad, entonces nos adentramos en la mayor virtud del T-Cross. Es claramente más espacioso que el Polo del que deriva y, de hecho, en lo relativo a altura y a espacio para las piernas atrás, es uno de los mejores modelos del segmento.

Aparte se da la circunstancia de que la banqueta trasera puede desplazarse longitudinalmente en 14 cm, lo que permite que los 385 litros de maletero puedan convertirse momentáneamente en 455 litros.

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Por último, hablemos del equipamiento. Es muy cierto que este T-Cross es algo caro, pero también lo es que su dotación de serie es bastante competitiva. Lleva, sin sobrecoste, faros de led, sensores de aparcamiento delante y detrás, todos los clásicos asistentes a la conducción, control de crucero, climatizador bizona, dos tomas USB-C delante y otras dos detrás, cámara trasera, Bluetooth y compatibilidad con dispositivos Android y Apple de manera inalámbrica.

Sólo nos queda comprobar si estas de momento bastante buenas sensaciones se trasladan a la experiencia de conducción, cosa que desvelaremos en la tercera parte de la prueba.

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