Volvo ha presentado una patente que intenta evitar el robo tecnológico de sus coches a través de una serie de verificaciones.
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Los ladrones de coches se actualizan constantemente y el truco de la ganzúa ya parece de la Prehistoria. Ahora usan la tecnología y el acceso a sus “víctimas de cuatro ruedas” lo hacen capturando los códigos que intercambian las llaves inteligentes y los coches.
La mayoría de los vehículos robados hoy en día son víctimas de la duplicación digital de los datos transmitidos de sus propias llaves. El proceso consiste en esperar a que el propietario intente desbloquear el vehículo e interferir la señal.
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El vehículo envía primero una señal de identificación con una marca de tiempo al dispositivo de acceso a través de una conexión Bluetooth, que se devuelve al vehículo para verificar la primera hora de contacto. A continuación, el vehículo crea una nueva segunda identidad única, que se envía al dispositivo de acceso y de vuelta al vehículo a través de receptores acústicos montados en las esquinas del vehículo para determinar el retardo del tiempo de respuesta en las comunicaciones y confirmar el segundo identificador único al mismo tiempo.
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Al hacer rebotar una señal entre el vehículo y el dispositivo que intenta acceder a él, el coche tiene una idea más clara de quién está intentando entrar. Si el retardo entre la solicitud y la respuesta es largo, el coche supondrá que no se trata del llavero, el smartphone o el Apple Watch al que se supone que hay que dar acceso e intentará cruzar la distancia de la conexión Bluetooth con la distancia del sistema de detección acústica.
Si coinciden, no hay problema. Sin embargo, si terminan siendo diferentes, eso probablemente significa que estamos ante un sospechoso y no se permitirá la entrada al vehículo.