Imagen pasional y un tacto más excitante, respecto al T-Cross, ambos de origen navarro.
¿Por qué los SUV de corte coupé tienen que ser coto privado de las marcas premium? Firmas como Renault o Volkswagen no están de acuerdo y han entrado en este nicho de mercado. Una táctica, a priori, muy acertada, porque estamos convencidos de que la demanda de estos vehículos va a seguir creciendo en los próximos años.
El Volkswagen Taigo, protagonista de esta primera prueba, es la propuesta de la firma germana y se presenta como una alternativa más pasional al T-Cross, con el que, por cierto, comparte línea de producción en la planta navarra de Landaben. Hay que sacar el orgullo patrio de vez en cuando…
Galería: Primera prueba Volkswagen Taigo 2022
Hablamos de un todocamino urbano de 4,26 metros de longitud que, frente a otros vehículos de este estilo, como el Renault Arkana (del segmento C), su estética no gira en torno a una caída del techo muy acentuada desde el pilar B. Más bien, la línea deportiva viene dada por una alta línea de cintura, que sube ligeramente en la parte trasera, y también por una pequeña luneta posterior, además de por los paragolpes llamativos.
Para centrar la atención sobre él, disfruta de carrocería bicolor (opcional en el R-Line) grandes llantas de aleación (hasta 18 pulgadas), inserciones en negro brillante, un spoiler, tiras luminosas en el frontal y la zaga… y salidas de escape falsas, una solución que a nosotros, personalmente, no nos acaba de convencer, si bien seguro que a mucha gente le entran por los ojos. Por cierto, las puertas tienen integrado el marco.
Conviene recordar que el Volkswagen Taigo 2022 se asienta sobre la plataforma MQB A0 y eso conlleva la tracción delantera como única alternativa, la ausencia de apoyo eléctrico en forma de hibridación ligera (todas las versiones vienen con la etiqueta C) y un eje torsional en el tren trasero.
En cuanto a los acabados, hay dos: Life y R-Line, que acentúa el aspecto deportivo del conjunto, si bien no viene con una suspensión más firme. Tampoco le hace falta porque la de serie consigue que el todocamino no balancee en las curvas y aporta una más que suficiente dosis de confort.
Galería: Toma de contacto Volkswagen Taigo 2022
Si echamos un vistazo al interior, como suele suceder en los Volkswagen, todo queda muy a mano y la disposición de los diferentes mandos es muy lógica y cabal. La instrumentación puede ser la Digital Cockpit Pro, configurable y con una diagonal de 10,2 pulgadas (de 8,0 de serie), mientras que la pantalla central mide 8,0 o 9,2 pulgadas.
Por su parte, el climatizador automático bizona se gobierna mediante superficies táctiles, en lugar de botones giratorios convencionales, y los ocupantes carecen de asideros. En cuanto a materiales, aparecen plásticos de tacto blando en gran parte del salpicadero y duros en todas las puertas.
En el apartado práctico, curiosamente, las plazas traseras quedan más limitada por el espacio para las piernas que para la cabeza en el caso de personas de talla alta. Más concretamente, no son tan amplias como las del T-Cross, pero resultan bastante aprovechables.
Además, el amplio maletero alcanza los 440 litros, queda una superficie sin escalón al abatir los asientos traseros y debajo del plano de carga hay hueco para una rueda de repuesto completa. Como queda comprobado, el Taigo no es un vehículo de capricho…
Antes de contarte nuestras sensaciones de conducción, pásate por estos dos enlaces que tienes a continuación porque en ellos tienes más información técnica y de equipamiento, para dar la información más completa.
En nuestro caso, hemos probado una de las versiones más exclusivas de la gama, la dotada con el motor 1.0 TSI de 110 CV, la caja DSG y el acabado R-Line. ¿El escenario? La ‘casa’ del vehículo, es decir, la Comunidad Foral de Navarra, cuya zona norte está repleta de carreteras de ensueño para cualquier ‘petrolhead’.
Dinámicamente, el Volkswagen Taigo 2022 presenta un buen aplomo y es capaz de concatenar curvas con bastante fluidez. Al fin y al cabo, no es un vehículo muy alto (1,51 metros) y el tren delantero no tiene que soportar un propulsor pesado.
Si la dirección tuviese un tacto más directo, estamos convencidos de que sería un duro rival para el Ford Puma. No obstante, el chasis muestra enseguida que está preparado para motores de mayor potencia, porque como decíamos antes, el coche balancea muy poco, se conduce muy fácil por terrenos ‘ratoneros’ y la zaga va muy bien sujeta.
Además, para redondear las curvas y tener un plus de motricidad, disponemos de la inestimable ayuda del control electrónico del diferencial XDS en el tren delantero. A esta tecnología hay que añadir un buen equipo de frenos, con discos ventilados delante y macizos detrás, junto con neumáticos de dimensiones muy lógicas (205/55 R17).
Los asientos deportivos de serie del acabado R-Line me han agradado mucho, por disponer de una banqueta alargada e inclinada para apoyar bien los muslos y por ofrecer una sujeción lateral bastante buena. Asimismo, para incrementar la atmósfera deportiva, los pilares y el techo tienen un tapizado de color negro.
Esta mecánica, que declara 6,0 litros cada 100 kilómetros en ciclo mixto (8,4 hemos firmado con conducción deportiva y constantes cambios de velocidad), tiene un buen aliado en la caja DSG, que me agrada especialmente en el modo Sport o manejándola yo mismo con las levas.
Como es habitual con esta transmisión, con el programa D hay un cierto abuso de engranar la marcha más larga posible para optimizar consumos, lo que deja algo ahogado al propulsor en ciertos momentos.
A cambio, se suele activar con mucha frecuencia, y de forma imperceptible, la navegación a vela y la séptima relación no es irracionalmente larga, pues a 90 km/h circulamos a 2.000 rpm y a 120, en el entorno de las 2.600/2.700 vueltas, con lo que no hay que reducir de velocidad más de lo necesario a ritmos de crucero.
Por supuesto, no faltan los diferentes programas de conducción. En este caso, disponemos de cuatro opciones: Eco, Normal, Sport e Individual; este último permite configurar la respuesta del motor y la asistencia de la dirección, entre otros componentes.
Y no quiero dejar en el tintero los faros matriciales y adaptativos Matrix LED IQ.LIGHT, que se incluyen de fábrica en el Taigo R-Line, junto con el climatizador bizona, el acceso y arranque sin llave, las llantas de 17 pulgadas, los pedales en acero inoxidable, el sistema multimedia compatible con Android Auto y Apple CarPlay inalámbricos, la cámara de visión trasera, el mantenimiento del carril y el airbag central entre los pasajeros delanteros.
Los precios del Volkswagen Taigo comienzan en 22.600 euros, incluido el descuento por financiación, mientras que por la variante R-Line TSI 110 CV DSG, la tarifa oficial, sin promociones, asciende a 29.800 euros.
La versión TSI 110 CV más asequible cuesta 25.500 euros, mientras que por el TSI de 150 CV hay que desembolsar 31.800. Ambas cifras no vienen con la rebaja que se aplica en el concesionario al pagar a plazos. Nadie duda de que va a ser uno de los Volkswagen más vendidos en España, ¿verdad?
