Conducimos la versión más completa y potente de la gama, con 150 CV y el acabado deportivo R-Line.
Hoy en día, Volkswagen puede presumir de una gama SUV realmente envidiable, con modelos de todo tipo y condición. Pero claro, ofrece tantos, que algunos de ellos pueden llegar a entrar en ‘conflicto’…
Sin ir más lejos, es el caso de la parte ‘baja’ de la gama, donde T-Cross y T-Roc pueden llamar la atención del mismo tipo de cliente. Y eso, sin contar la confusión entre los nombres de ambos (hasta la propia VW hizo una curiosa campaña de TV al respecto, ¿te acuerdas?).
No es el caso del Volkswagen Taigo de esta prueba, que tanto por nombre como por formato, se diferencia claramente de sus hermanos de gama. Y ya de paso, acerca el tan demandado concepto de SUV coupé al segmento de los todocaminos de corte urbano.
Prueba Volkswagen Taigo 2022, así es este SUV coupé
Ahora bien, este nuevo estilo no oculta que podamos considerar al T-Cross y al Taigo dos hermanos ‘separados al nacer’. El primer punto de encuentro entre ellos reside en la plataforma que emplean, la denominada MQB-A0, tan versátil que se utiliza desde en un SEAT Ibiza hasta en un Skoda Scala. El segundo, lo encontramos en su centro de producción, ya que ambos se fabrican en Landaben, Navarra.
Galería: Prueba Volkswagen Taigo R-Line 1.5 TSI 150 CV DSG
Pero como mencionábamos, sin duda, el mayor rasgo distintivo de su carrocería lo encontramos en la línea que adopta en la zona trasera, de aire coupé y que, en cierto modo, es lo que muchos conductores piden hoy en día a la hora de comprar un coche nuevo.
Una tendencia que, en sus inicios, era propia de los modelos premium, pero que, poco a poco, cada vez integran más fabricantes tradicionales en su catálogo. Sirvan como ejemplo, más allá del propio Volkswagen Taigo de esta prueba, el Renault Arkana o el Kia XCeed.
Y es que, en términos de diseño, el modelo alemán llama la atención. Sobre todo, en la parte trasera, donde al contrario de lo que suele ser habitual en una marca tan conservadora como Volkswagen, se ha arriesgado con las líneas. Sin ir más lejos, con la banda luminosa que recorre los pilotos… y que le queda especialmente bien al Taigo.
Detalles que se realzan, en el caso de nuestra unidad de pruebas, con el punto deportivo que siempre aporta el acabado R-Line, pero también, con el paquete opcional Black Style, que incluye detalles en negro en las carcasas de los retrovisores, en distintas molduras a lo largo de la carrocería o en las llantas de aleación Misano de 18 pulgadas.
En términos de diseño, se opta por una configuración de doble pantalla, con una instrumentación de 10,2 pulgadas y un display táctil para el sistema multimedia de hasta 9,2 pulgadas, en el caso de optar por el sistema opcional Discover Pro (la de serie es de 8,0 pulgadas).
Eso sí, debemos destacar que, a diferencia de lo que sucede con el Golf, por poner un ejemplo claro de esta tendencia, el climatizador todavía se maneja desde mandos dedicados fuera de la pantalla, algo que siempre nos parece mucho más práctico, intuitivo y seguro.
Sobre el maletero, alcanza los 440 litros de capacidad, que es una cifra bastante más que razonable para un modelo de estas características (si se abaten los asientos, la cifra llega a los 1.222 litros).
¿Detalles a mejorar del Volkswagen Taigo de esta prueba? Por un lado, una banqueta trasera deslizante aportaría mayor practicidad al habitáculo, mientras que el maletero a veces no se cierra bien a la primera, salvo que lo bajemos con decisión. Y si saltamos a la parte mecánica, los que hagan más kilómetros al año, tal vez, echen en falta en la gama un motor turbodiésel.
En todos los casos, la tracción recae sobre el eje delantero y no hay rastro de electrificación en la gama. Y sobre el cambio, hay cajas manuales de cinco y seis velocidades, o la automática de doble embrague DSG, con siete marchas, obligatoria en este 150 CV.
En líneas generales, el motor es agradable y responde bien. De hecho, podría decirse que incluso va ‘sobrado’ de potencia en algunos escenarios, garantizando una buena respuesta a las exigencias del conductor. Por su parte, la caja de cambios trabaja con rapidez y eficacia, aunque es cierto que a baja velocidad a veces puede resultar un poco brusca.
Y para demostrar su buen rendimiento, nada mejor que hablar de sus prestaciones, ya que alcanza los 212 km/h de velocidad máxima y acelera de 0 a 100 en 8,3 segundos. Datos muy buenos para un coche eminentemente urbano, con el que se puede viajar con garantías.
Si pasamos al consumo, debemos reconocer que su eficiencia alcanza una buena nota. Ya que aunque el dato homologado es 6,1 l/100 km, practicando una conducción eficiente es posible estar por debajo, sobre todo, circulando por carretera. No así en la ciudad, sobre todo en el tráfico más congestionado, donde es sencillo superar los 7,0 l/100 km. Aun así, muy bien por el Taigo en este sentido.
Y dinámicamente, demuestra ser un modelo bastante equilibrado, con una puesta a punto cómoda, pero también con un interesante puntito de agilidad. Además, se puede variar por completo la personalidad del coche gracias a los distintos modos de conducción disponibles.
¿Precio a pagar por este SUV a la moda, potente, espacioso y bien equipado? 31.820 euros, sin ningún tipo de descuento. Una cifra que no está del todo mal, para hablar de la versión tope de gama, en un modelo cuya variante básica de 95 CV parte de los 24.675 euros.
