Fisker es una gran desconocida en el mercado de los coches eléctricos. Estuvo en su génesis con el lujoso Karma, que se vendió en 2011, pero pasó un tiempo en hibernación hasta su reaparición con el Ocean, un todocamino que ya está disponible en Europa. Ahora, ha presentado el que será su modelo de acceso, el Fisker Pear.
Siguiendo la tendencia actual del mercado, se trata de un SUV compacto, el formato de moda, pero luce una imagen propia que no toma elementos de diseño de su hermano mayor.
En el frontal, los faros se han reducido a su mínima expresión, el logo está en el centro, no hay parrilla y destaca la voluminosa protección de plástico del paragolpes. En la vista lateral, se aprecian los marcados pasos de rueda y unos retrovisores minimalistas, que en realidad son cámaras.
Además, el formato acristalado de la parte trasera del techo, integrada con el alerón, genera un trampantojo que hace que tenga un estilo de pick-up. En la zaga, los pilotos forman una línea continua que rodea toda la luneta.
Las molduras del habitáculo van a juego con el color de la carrocería, y se opta por la tan de moda decisión de prescindir del cuadro de instrumentos: toda la información se centra en la pantalla central. Esta, de forma opcional, puede ser una pantalla giratoria de 17,1 pulgadas. En el interior, se emplean muchos materiales sostenibles, siguiendo el ejemplo del Fisker Ocean.
La mecánica del Fisker Pear
Ya se ha desvelado su precio de acceso en Alemania, que tiene unos impuestos similares a España y donde está disponible desde 32.900 euros. Ya se admiten pedidos, pero las primeras entregas no están previstas hasta julio de 2025.