El Jeep quedó inmovilizado bajo el tejado del granero, por postes de madera, tubos de metal galvanizado y otros restos.
Todo el mundo recuerda el coche con el que aprendió a conducir y algunos de nosotros deseamos de vez en cuando volver a tenerlo. Para la mayoría de nosotros, ese coche era un urbano, un compacto o una berlina. Sin embargo, unos pocos afortunados tuvieron la suerte de aprender a conducir en un todoterreno como, en este caso, un Jeep Willys de 1950.
Lo difícil fue llegar hasta su escondite. El Willys, con poca potencia pero muy bien construido, es muy apreciado por sus capacidades todoterreno y su durabilidad. Pueden enfrentarse a las rocas del desierto de Moab, o ser un punto de partida ideal para una transformación en un vehículo eléctrico. Pero los pilares del tejado de un granero se vinieron abajo en mitad de unos trabajos de rehabilitación.
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Es increíble la cantidad de cosas que se han ido acumulando a lo largo de una vida dedicada a la agricultura porque podrían ser útiles o tener algún valor. Finalmente, la parte delantera del Willys empezó a ver la luz por primera vez en años.
Utilizando una combinación de cadenas y motosierras, el equipo retiró secciones del tejado. A mano transportaron madera y otros escombros. Poco a poco, se va descubriendo más y más el pobre Willys hasta que por fin pudieron enganchar una cadena para sacarlo.
Según el padre, aprendió a conducir el Jeep Willys cuando tenía 12 años. Aunque legalmente no podía conducir por la calle, le dejaban conducir el Jeep por la granja, que era “como un parque de atracciones” para él.
Cuando creció, intentó comprar el Jeep, pero el dueño no quiso venderlo. Finalmente, compró un Willys de 1961, pero ya no era lo mismo.