Entre los coches históricos que glorificaron las 24 Horas de Le Mans a mediados del siglo pasado hay siempre algunos nombres que eclipsan a los demás. Entre ellos, el de los Porsche 917 o el del Ferrari 250 GTO. Pero hay un automóvil del que se ha hablado muchísimo menos, pero al que se debe la consecución de lo que una década antes parecía impensable: superar los 300 km/h en la recta Mulsanne de Le Mans.
Copley Motorscars.
Una prueba peligrosa
A un coche tan apetecible no le faltaron candidatos a comprar una unidad con la que participar en 1963. No era para menos, teniendo en cuenta que aquel coche con motor V12 de 400 CV diseñado por Colombo ya se había puesto a 283 km/h… en una carretera entre Módena y Bolonia y con el tráfico abierto en plena mañana de domingo.
Pero Enzo Ferrari, que supervisaba al milímetro a quién le vendía un coche de carreras y a quién no, se había fijado en que el coronel británico Ronnie Hoare, uno de los candidatos, había sido segundo en el RAC Tourist Trophy de Goodwood de 1961, había vencido en el Guards Trophy de Brands Hatch de 1962 y había sido segundo en los 1.000 km de Montlhéry; más que suficiente para vendérselo.
1.200 km del tirón
Hoare viajó a Maranello en junio de 1963 para recoger personalmente su coche, con chasis 4725SA. Una vez llegado le puso una pegatina con las siglas GB en la parte trasera y de allí lo condujo 1.200 kilómetros hasta el circuito de La Sarthe (donde se celebran las 24 horas) en un recorrido que le serviría para hacer el rodaje al coche. Consiguió llegar a tiempo, y así inscribió el coche que junto a él pilotarían Jack Sears y Mike Salmon.
Copley Motorcars.
La carrera, como sucede casi siempre allí, no fue nada fácil. Sobre todo porque a mitad de carrera el coche comenzó a sufrir problemas de sobrecalentamiento que obligaron a los pilotos a bajar un poco su ritmo. Pero no mucho, porque al final consiguieron la victoria de su clase, el quinto puesto en la general, y el honor de ser los primeros de la historia en haber alcanzado los 300 km/h en esta carrera.
Dos, de dos
La relación entre Hoare y Enzo Ferrari se afianzó tras el éxito y para el Trofeo Guards de Brands Hatch de 1963 il commendatore prestó al equipo de Hoare a uno de sus pilotos estrella, el italiano Lorenzo Bandini. La cesión fue un éxito, porque Bandini llevó el coche del coronel hasta la victoria antes de jubilarlo de los circuitos; solo había participado en dos carreras, pero en las dos había terminado con victoria.
Copley Motorcars.
El coche, ya en manos de coleccionistas, pasó 27 años en Francia y más tarde recaló en Estados Unidos. Escasísimo, admirado hasta el límite por los mejores entendidos en Ferrari, siempre ha sido una pieza de leyenda. Pieza que ahora cambiará de dueño, porque su actual propietario ha visto llegado el momento de que sea otro quien lo custodie y por ello lo ha puesto a la venta a través de Copley Motorcars, en Massachusetts (Estados Unidos). Quien lo quiera puede que tenga que acabar pagando más de 15 millones de euros.
