Viajamos a Curitiba para probar la nueva pickup mediana de General Motors. Primeras impresiones. Escribe Orly Cristófalo.
El remise pasó por casa 6:45am, nada mal para alguien que se levanta temprano casi los 365 días del año. Aeroparque, vuelo a San Pablo, conexión con caminata eterna dentro de Guarulhos a Curitiba para llegar al hotel cerca de las 16:30. Una ducha, un poco de trabajo y a la presentación, en Power Point, de la nueva Chevrolet Montana. Sí, la misma que a principios de diciembre vinimos a ver quieta y en un estudio de TV, ahora veníamos a manejarla pero se iba a hacer desear unas horas más. Aviso al lector: todo lo que vean y lean en esta nota sobre equipamiento y versiones, no aplica al mercado argentino al menos hasta que Chevrolet Argentina lo confirme, y eso será “a fines del primer semestre”, como se cansaron de repetir los voceros presentes.
Mientras los periodistas argentos mirábamos con cara de “¿qué quedará de todo esto en nuestras versiones?”, los uruguayos y paraguayos tenían un poco más de certezas. De hecho en Uruguay ya hay pre venta desde hace unos días y se confirmaron los precios en este tour, donde la Montana más barata se ubica apenas por encima de una Fiat Strada y la más cara por debajo de una Renault Oroch. Si este posicionamiento se copia en nuestro país, tenemos un gran contendiente que entra en el juego. ¿Por qué? Pasemos a la prueba de manejo.
Viernes por la mañana, 7:30am Rodrigo Barcia (Autoblog Uruguay) será mi coequiper en la Montana Premier con el número 6, siendo la única dupla bi nacional. Nos tocó color bordó y la caravana la completan varias color verde oscuro (el color del lanzamiento), y alguna blanca, que pasa a ser mi color preferido para la Montana. Nuestra unidad además de ser Premier viene con la opción (en Brasil), del cobertor de caja eléctrico tipo persiana. Es toda una novedad un elemento así en este segmento y promete una estanqueidad casi absoluta, “hasta un 90% de efectividad”. Claro, se resigna algo de espacio al fondo de la caja para poder guardar la cortina cuando se enrolla. Nada grave pero a tener en cuenta.
Primero salimos por la PD415, tomamos la 116 hasta el Portal da Graciosa, donde tomamos la PR 410. Las montañas que veíamos cada vez más cerca ahora son realidad y nos metemos en un camino con muchas curvas y rodeados de una selva casi tropical. Abundan los agapantos (Agapanthus africanus), y cada tanto nos cruzamos con mariposas enormes, siendo unas color azul Francia las más llamativas. ¿Parar a sacar fotos? Imposible, no hay banquina y la ruta es un mano y contramano donde los brasileros demuestran por qué tienen esa fama de ser temerarios en la ruta. La doble línea amarilla central no parece decirles nada.
De pronto el asfalto se convierte en adoquinado. Sí, una ruta de adoquines. En muy buen estado, pero adoquines al fin. Nuestra Montana se mantiene inmutable. Si en el asfalto de autopista por momentos te olvidás que estás manejando una pickup, en los adoquines no tenés ningún inconveniente ni ruidos raros. La suspensión trasera es totalmente nueva para este modelo y lleva un sistema especial para que eliminar el rebote típico de las camionetas, sobre todo cuando van descargadas. En nuestro caso vamos sin carga, todo lo que llevamos son dos mochilas.
El conjunto caja AT y motor 1.2 Turbo se entienden bien y empujan. A mis oídos me suena un poco más ruidoso que en la Tracker, pero Rodrigo me dice que para él suena igual. En algunos retomes el motor se queda un poco antes de responder, como si justo lo agarrásemos con el turbo casi entrando en acción. En la ida Barcia dice en un momento que usará la caja en L para forzar menos los frenos porque los siente cansados. En el regreso por el mismo camino, yo no tuve esa sensación.
Salimos de la selva y la montaña y seguimos avanzando por asfalto. Hacemos caso a las órdenes del GPS pero en un momento volvemos a subir a una autopista y dejamos de ver Montanas cerca. Seguimos adelante hasta que desconfiamos del todo del GPS. Aprovechando el WiFi a bordo busco en mi celular (el de Rodrigo estaba haciendo de guía), dónde estamos y a dónde tenemos que ir. El resultado es catastrófico: en algún lugar nos desviamos y volver nos demandaría más de una hora y media. Teléfono con la organización y nos dicen que no vayamos la Escola de Conservacao da Natureza si no que emprendamos camino al lugar del almuerzo: el Ekoa Park. Otros 45 minutos de viaje, volver a pasar por la zona de adoquines para finalmente llegar primeros a Ekoa. Punto a favor: paramos en el camino para hacer algunas de las fotos que ilustran esta nota. Dato de color: en nuestro recorrido pasamos frente a la planta de Renault, donde se fabrican varios modelos entre los cuales está la Oroch.
Todo lo que había sentido y visto desde el puesto del acompañante lo confirmo al volante. Posición de manejo y sensaciones idénticos a la Tracker de larga duración que tenemos en Motor1 hace tres meses (ver nota). Cambia el diseño de tablero y pantalla multimedia, estando todo más integrado y con nueva disposición de algunos botones. La visibilidad es como en la Tracker y la maniobrabilidad sigue siendo un punto a favor. ¿El consumo? para este recorrido, más de 250 kilómetros, promediamos 10.1 litros cada 100 kilómetros, mezclando autopista, ciudad y montaña.
A medida que nos acercamos a Curitiba el sol se va escondiendo detrás de unas nubes cada vez más negras. Nunca revisamos el pronóstico del tiempo, pero seguro decía “tormenta por la tarde”. Primero unas gotitas y cuando nos faltaban cinco cuadras para llegar se largó el diluvio. Limpiaparabrisas a full y esperar a llegar para poder revisar cuánta agua o no había entrado en la caja. ¿Resultado? apenas unas gotas en la punta, cerca del portón y nada más después de 5 cuadras y 4 semáforos bajo un diluvio. Dejamos la Montana y cruzamos al hotel y en esos 30 metros me mojé más que la caja de la pickup. Gracias Rodrigo por la recomendación de “crucemos ahora que llueve menos”.
Más allá de lo que depare nuestro país y su economía y la decisión que tome Chevrolet Argentina con respecto a cuáles versiones veremos, queda en claro que hay un nuevo competidor en el mercado y va a pisar fuerte. Pensada para la ciudad, para un uso diario de trabajo citadino o en suburbios. No tiene alma off road ni la quiere tener. Su hábitat es otro y ahí, creo yo, está su potencial. La Chevrolet Montana fue pensada para algo y ese algo lo hace muy bien. Nos veremos a fin del primer semestre, cuando sepamos versiones y precios en nuestra querida Argentina.
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