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VÍDEO| Prueba del Honda Jazz Executive 2022: buena compra

El Honda Jazz de esta generación está pasando sin mucha gloria por el mercado, y es una pena, porque está repleto de buenas soluciones, anda muy bien y encima gasta poco. Sin duda es de los mejores del mercado, pero el precio puede parecer elevado. ¿Realmente es tan caro si lo comparamos con sus rivales?

Honda no está vendiendo el Honda Jazz como debería. Es uno de los mejores productos y de las compras más inteligentes de su categoría, pero no termina de convencer al público y es que tiene dos barreras importantes que vencer: no es un SUV (aunque hay una versión Crosstar que busca parecerlo) y su precio asusta al principio, aunque si igualas en equipamiento a sus rivales y buscas un modelo híbrido auténtico con unos consumos de verdad ajustados, verás que los rivales que quedan son pocos y andan en su mismo rango de precio. Básicamente, podríamos decir que su único rival es el Toyota Yaris Cross, que es algo más caro y a cambio no tenemos un coche mejor, ni más espacioso ni con mejor comportamiento o consumos.

A lo largo de la semana de pruebas, el Honda Jazz me ha ido demostrando con cada kilómetro que es una de las mejores alternativas de compra en su categoría, un coche que cumple muy bien en lo que de verdad importa: es cómodo, fácil de conducir, gasta poco, tiene buena calidad de fabricación y es súper práctico. Sin embargo, por mucho que digan que el ser humano es racional, el diseño sigue siendo el principal factor de compra a la hora de decidirnos por un coche u otro, y es cierto que al Jazz le falta personalidad y gracia.

El Honda Jazz frente a sus rivales

No es fácil encontrar un rival para el Jazz. Si eliminamos los que no tienen etiqueta Eco, en el segmento B nos quedamos con pocas alternativas. Si encima lo que buscamos es un híbrido de verdad, que consuma poco y se desenvuelva muy bien en ciudad, deberíamos descartar los sucedáneos con microhibridación (que no aporta muchas ventajas reales en término de consumo) y así nos quedamos básicamente con el Renault Clio e-Tech y el Toyota Yaris Cross (descartamos el Yaris normal por el poco espacio y maletero que ofrece). El tercero en la pugna podría ser el Ford Fiesta con el motor Ecoboost de 125 CV y etiqueta Eco, pero éste ya es microhíbrido y sus consumos son claramente más altos que los del Jazz, además de ofrecer un interior menos versátil, pero con un precio más competitivo.

Frente al Toyota Yaris Cross, el Jazz es más práctico, con un interior más espacioso, consumos muy buenos, más confort de marcha y un comportamiento dinámico mejor. Además, aunque sobre el papel el Jazz tiene menos potencia, su respuesta es más agradable y las prestaciones muy buenas. El Yaris Cross tiene como ventaja principal un diseño más llamativo y posibilidades de personalización.

Si el rival elegido es el Renault Clio, el Jazz tiene peores prestaciones y un diseño más austero, pero el Honda ofrece un interior mucho más práctico, mayor confort, más facilidad de uso, un mejor comportamiento dinámico y su sistema híbrido es más sencillo, lo que suele traducirse en menos problemas y mayor fiabilidad.

El Ford Fiesta tiene como principal baza el precio, más ajustado que el del Jazz, pero tiene consumos más elevados, es menos espacioso y práctico y menos confortable a la hora de viajar.

En resumen, el Honda Jazz es objetivamente una de las mejores compras en su categoría, pero le falta carisma.

Nuestra valoración: 7,3

Diseño 6

Motor 7

Comportamiento 9

Interior 8

Equipamiento 6

Consumos 8

Destacable

  • Practicidad
  • Facilidad de uso
  • Comportamiento estable

Mejorable

  • Precio
  • Zona pies plazas delanteras
  • Detalles de ergonomía

Diseño: Le falta gracia

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El Honda Jazz es un gran coche condensado en una carrocería de apenas 4,04 metros de largo. Su diseño es muy inteligente, aprovecha muy bien el espacio, es aerodinámico para reducir los consumos, sus puertas son grandes y dejan un acceso muy cómodo al interior… pero le falta gracia y personalidad. El Crosstar con su aspecto SUV a base de una mayor altura libre al suelo y molduras en los pasos de rueda y parachoques lo soluciona un poco y es más llamativo, pero sigue siendo más soso que rivales como el Ibiza, el Arona, el Yaris Cross, Polo, Taigo, etc.

El frontal es el típico de un monovolumen pequeño, con un capó alineado con el parabrisas. Los faros grandes son led y tienen buena iluminación, con un asistente de luz de carretera que, sin ser una maravilla, no es de los peores que me he encontrado. En el faldón encontramos la toma de aire principal del motor, muy baja para mejorar la aerodinámica, y los pequeños antiniebla, que no aportan mucha luz a nuestro camino.

El lateral también tiene las proporciones típicas de un monovolumen, con un morro cortito, una altura elevada y unas puertas muy grandes que además abren casi 90º y dejan un acceso muy cómodo. Las llantas son de aleación y en una medida muy razonable de 185 mm de ancho y 16 pulgadas de diámetro. Son muy bonitas, si le quitamos los tapacubos de plástico que sirven para mejorar la aerodinámica y afean bastante la vista, la verdad.

En la parte trasera tenemos también un portón muy amplio y unos pilotos elevados que se ven bien. Son led en la luz de posición, dejando las demás con lámparas de incandescencia.

Los acabados y ajustes son muy buenos, pero las líneas generales no tienen mucha gracia estéticamente y no es especialmente atractivo.

Interior: De lo mejor

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Aquí es donde el Jazz arrasa con toda su competencia. La idea de montar el depósito de combustible bajo los asientos delanteros hace que el espacio en las plazas traseras (punto crítico en los coches del entorno de los 4 metros) sea excepcional y, además, permite una versatilidad enorme con los magic seats y un gran maletero. Este último, aunque pierde algunos centímetros respecto a los del anterior Jazz debido al espacio de las baterías, es de los mejores de su categoría y, además, el mecanismo que abate los asientos traseros hace que aprovechemos muy bien el espacio.

Las plazas delanteras son cómodas y la postura de conducción elevada nos da una buena visibilidad. Los mandos principales están bien colocados, aunque algunos quedan lejos de la vista y el alcance del conductor, como el que activa los distintos asistentes avanzados a la conducción.

El volante tiene buen tacto y los mandos se manejan sin tener que apartar la mirada porque son fáciles de identificar al tocarlos con los dedos. Tras el volante encontramos un display digital con una información muy clara y legible y un ordenador de viaje muy completo que puede mostrar mucha información, entre la que no está la temperatura del motor, por desgracia.

Los pasajeros traseros tienen mucho espacio para las piernas y sólo la cota de anchura se queda algo escasa para que tres adultos puedan viajar cómodos atrás. Tampoco me gusta el cinturón de la plaza central trasera, que nace en el pilar trasero y pasa en una postura incómoda para los pasajeros de la plaza lateral y central.

Los magic seats permiten llevar bultos muy altos en las plazas traseras aprovechando la altura total desde el suelo hasta el techo del coche… practiquísimos. También tenemos espacio bajo los asientos para llevar cosas y el Jazz está repleto de huecos muy prácticos y utilizables.

El maletero supera los 300 litros, que es muy buena cifra para un coche de este tamaño, llegando hasta casi 1.300 abatiendo los respaldos traseros.

Motor: Complicado pero sencillo

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El sistema híbrido del Honda Jazz es el de un híbrido en serie en el que el motor de gasolina en principio no está unido a las ruedas. Las ruedas se mueven gracias a un motor eléctrico y la energía que alimenta ese motor eléctrico viene o de la almacenada en una pequeña batería de más o menos 1 kWh de capacidad montada sobre el eje trasero, o bien cuando el motor de gasolina acciona un generador eléctrico como si fuese un grupo electrógeno.

De este modo el Honda Jazz se ahorra el tener una caja de cambios como tal, así que podríamos decir que el Jazz es el extremo opuesto al Clio E-Tech, repleto de complicaciones en su caja de cambios. Sólo en determinadas situaciones, el motor de gasolina se acopla a las ruedas mediante un embrague y tira de ellas mediante una desmultiplicación que varía ligeramente en función de cómo interactúe el motor eléctrico de tracción.

Suena complicado, pero en realidad es muy sencillo (lo más complicado es la gestión de todo esto): un motor de gasolina de ciclo Atkinson de 98 CV de 1,5 litros y 4 cilindros acoplado a un generador eléctrico, y un motor eléctrico de 109 CV acoplado a las ruedas. El generador movido por el motor de gasolina puede mandar la electricidad al motor eléctrico directamente o a las baterías (que funcionarían como una nodriza) o a ambos simultáneamente.

El resultado es un conjunto que funciona muy bien, es muy eficiente y a nivel mecánico es muy simple, lo cual reduce el mantenimiento, las piezas, el peso y las averías.

A la hora de conducirlo la sensación es parecida a la de llevar un cambio de variador continuo. En Honda han metido un software que hace que imite ligeramente en algunas situaciones a una caja de cambios normal, variando el régimen de giro del motor de combustión.

El Honda Jazz con este sistema híbrido eEs muy fácil de usar y muy eficiente, con unos consumos muy ajustados, buenas prestaciones y, además, en ciudad funciona mucho tiempo en modo 100% eléctrico.

Comportamiento: Sorprendentemente bueno

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Si en el apartado de interior te llevas una buena sorpresa, cuando conduces el Honda Jazz te das cuenta de lo bueno que es realmente este coche. El chasis está muy bien puesto a punto y es muy cómodo y de reacciones seguras. En ciudad no hay rebotes incómodos del eje trasero al pasar por las bandas reductoras de velocidad o tapas de alcantarilla. En carreteras secundarias no tiene reacciones extrañas en los baches ni en los cambios bruscos de apoyo, y en autopista transmite una agradable sensación de seguridad y aplomo.

La dirección tiene buen tacto y está bien asistida. La visibilidad es muy buena y el cambio automático y las medidas compactas hacen que sea muy fácil de conducir el Honda Jazz en tráfico urbano, que es su entorno más favorable.

En carreteras secundarias sus prestaciones son más que suficientes para hacer adelantamientos seguros, el freno tiene buen tacto, las suspensiones mantienen las ruedas pegadas al suelo y con buenos niveles de adherencia en toda circunstancia y, aunque nos equivoquemos o vayamos algo excedidos, el Honda Jazz reacciona muy bien a las maniobras bruscas. Todo es muy progresivo y previsible.

El Honda Jazz también resulta muy cómodo para largos viajes por autopista. Salvo en las pendientes (que el motor de gasolina se acelera a tope para dar toda la potencia), el Jazz es silencioso, tiene un buen rodar y su paso por curvas rápidas es aplomado y seguro.

Gran parte del truco, además de un buen chasis y unas suspensiones sencillas pero bien ejecutadas, está en la elección de los neumáticos, con unas medidas muy razonables para su peso y prestaciones.

Resumiendo, el Honda Jazz tiene un buen comportamiento dinámico y es un coche seguro y muy fácil de conducir que genera poco estrés también a las personas a las que normalmente no les gusta conducir.

Consumo: Buen resultado

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El Honda Jazz tiene unos consumos muy ajustados y deja claro que es un coche pensado de forma muy razonable. Su motor de gasolina es muy eficiente y el sistema híbrido está muy bien puesto a punto para conseguir un mínimo gasto de combustible. Sin esmerarnos en una conducción eficiente, los consumos reales del Honda Jazz en la prueba han sido:

  • Ciudad: 5 l/100 km
  • Carretera: 4,5 l/100 km
  • Autopista: 6 l/100 km

Estos valores se pueden bajar con cierta facilidad si nos esmeramos un poco en realizar una conducción eficiente, pudiendo llegar a valores por debajo de los 4 litros.

Con estos consumos y un depósito de gasolina de 40 litros, la autonomía del Honda Jazz supera los 650 km con facilidad.

Rivales: Rivales del Honda Jazz Executive 2022

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