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La ocasión en la que Isuzu construyó un motor V12 de F1 para Lotus

La ocasión en la que Isuzu construyó un motor V12 de F1 para Lotus

Históricamente, Isuzu es una marca japonesa conocida por sus todoterrenos y, actualmente, por sus pick-ups. Un fabricante más bien humilde que, quizá no goce del prestigio de otros, incluso, de su mismo país, pero que tiene una curiosa historia que muchos aficionados al motor de conocen. El día en que Isuzu construyó un motor V12 de F1 para Lotus.

Hay que remontarse a la década de los años 80. En aquel tiempo, Isuzu tenía grandes aspiraciones y se asoció con los principales fabricantes de automóviles de Europa y Estados Unidos para crear motores. Por ejemplo, al otro lado del charco, creó junto a General Motors un motor V8 totalmente de aluminio que instaló en el prototipo Chevrolet Beretta. Hasta ese momento, la marca japonesa nunca había producido motores de más de seis cilindros, exceptuando algún V12 diésel de 15 litros para otras aplicaciones.

La ocasión en la que Isuzu construyó un motor V12 de F1 para Lotus

En 1989, Isuzu dio el paso para construir un motor de carreras que, originalmente, iba a ser un simple ejercicio de ingeniería, posiblemente para construir un motor para el Grupo C que no se utilizaría en competición. Finalmente, la compañía decidió intentar el desarrollo de un motor de Fórmula 1 desde el principio, pero con unos parámetros muy estrictos. El diseño corrió a cargo de sólo cuatro personas y la mayor parte de la fabricación fue internamente.

El resultado fue el P799WE, un V12 de 3.5 litros con 740 CV y 412 Nm de par, capaz de girar a 14.000 rpm. Isuzu quedó tan satisfecha con lo conseguido que quiso probarlo en un monoplaza de verdad y es aquí donde Lotus entra en la ecuación. En este momento, había pasado la época dorada de la compañía británica en la máxima competición automovilística y buscaba cualquier mejora de rendimiento. Además, la colaboración entre japoneses y británicos venía ya de atrás, cuando Lotus puso a punto la suspensión del Isuzu Impulse.

La prueba en Silverstone

Lotus aceptó probar el V12 de Isuzu durante las pruebas de mitad de la temporada 1991 que en Silverstone, después del Gran Premio de Gran Bretaña. Para la prueba, la escudería británica adaptó su coche 102B para montar el propulsor japonés, en lugar del Judd V8 de Ford.

Así nació el 102C. Compartió pista con Ayrton Senna, a la postre campeón ese año con el McLaren equipado con el V12 de Honda, y terminó a seis segundos del brasileño. Y eso a pesar de que el motor de Isuzu no tenía alternador, lo que significaba que tenía que funcionar con pesadas baterías a bordo que añadían peso. Además, el chasis, diseñado en torno al V12 de Lamborghini, no estaba pensado para un motor Isuzu.

Lotus no quiso arriesgarse con el motor V12 de Isuzu

El director del equipo Lotus, Peter Collins, felicitó a Isuzu por su trabajo, ya que había construido un motor mucho más potente que el Judd EV V8 de 670 CV que había utilizado hasta entonces esa temporada el 102B. Sin embargo, el equipo lo rechazó, porque le parecía arriesgado comprometerse con un proveedor sin experiencia. También pudo haber algunos problemas de rendimiento.

Mientras que el Lotus 102C se quedó a seis segundos de Senna, el 102B con motor V8 se clasificó a sólo cuatro segundos en el GP de Gran Bretaña. Aunque el motor de Isuzu era un 10% más potente que el de Ford, también era más pesado, entre 150 y 158 kg, frente a los 127 kg que pesaba el V8.

El ocaso de Lotus

Isuzu podría haber tenido cierto margen de mejora de su V12, pero, aunque lo hubiese conseguido, había mejores equipos en los que invertir. A principios de los 90, Lotus se encontraba ya en el ocaso de su trayectoria y al final de la temporada 1994 abandonó la Fórmula 1. Puede que la marca japonesa tampoco hubiese tenido dinero para mantener a flote la escudería, ya que en 1991 estalló la crisis económica en Japón, por lo que no habría sido viable tener presencia en la categoría reina del motor.

En cualquier caso, Isuzu construyó un motor V12 de F1 para Lotus del que, en teoría, se encargaron diez unidades, pero sólo se construyeron unos pocos. Actualmente, se conserva un motor en el museo de la marca, el Isuzu Plaza. El proyecto terminó con un ‘y si…’ o, si se quiere, con un ‘casi’. Nunca sabremos qué habría pasado de haber seguido adelante, pero, probablemente, el rumbo de Isuzu habría sido muy diferente en el panorama actual.

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