Aunque la nueva generación del Mini se presentó exclusivamente en formato eléctrico, el estado del mercado hace que se antojase demasiado pronto para que el utilitario abandonase de manera definitiva las mecánicas de combustión. Solo ha habido que esperar unos meses para conocer las variantes de gasolina que, al menos en esta entrega, deberían seguir suponiendo la mayoría de las ventas del modelo.
Como es habitual, la marca va a ofrecer dos versiones diferentes alimentadas por motor térmico.
Por encima está el Mini Cooper S, que ya emplea un motor de cuatro cilindros que tiene un rendimiento de 204 CV y un par máximo de 300 Nm, con lo que es capaz de completar el sprint de 0 a 100 km/h en 6,6 segundos.
Un diseño idéntico al eléctrico
A pesar de las necesidades específicas de las versiones de combustión, Mini ha optado por utilizar un diseño prácticamente idéntico al de las variantes sin emisiones. Así, la parrilla hexagonal delantera está carenada prácticamente al completo, los faros frontales son redondos y en la zaga se mantiene la peculiar reinterpretación de la bandera Union Jack.
En el interior tiene el mismo enfoque minimalista, centrando toda la atención la pantalla central redonda de 24 centímetros de diámetro. Además, cuenta con una superficie inalámbrica para dispositivos móviles y el maletero tiene 210 litros de capacidad que, abatiendo los asientos traseros en proporción 60:40, se amplían hasta los 725 litros.
Por el momento se desconocen los precios de estas variantes, así como el momento en el que se pondrán a la venta en el mercado español.