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Prueba McLaren 570S GT4, ¿es difícil conducir un coche de competición?

El equipo McLaren Barcelona-SMC Motorsport nos ha invitado a probar su McLaren 570S. El coche, básicamente, es un GT4 de calle pero con todo lo necesario para competir y ajustado a la reglamentación del Supercars Endurance en el que compite.

Gonzalo Martín de Andrés y Fernando Navarrete, junto con McLaren Barcelona, están disputando este año el Super Cars Endurance, un certamen que consta de un total de cinco pruebas y que se disputa en diferentes circuitos de España y Portugal. En concreto, en las pistas de El Jarama y Montmeló en el caso español y en las de Vila Real, Algarve y Estoril en el portugués.

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Se trata de un certamen reservado a coches de competición de circuitos de diferentes categorías, así que el reglamento va variando en función de cada carrera para igualar las prestaciones de todos los coches en base al Balance Of Performance (BOP). Para ello, se tienen en cuenta los resultados de todos los coches de las competiciones anteriores y, en función de eso, se pueden lastrar a los más competitivos limitando su potencia, aumentando su peso o elevando la altura de su carrocería, algo que afecta a su aerodinámica y comportamiento.

Todo esto es importante para entender qué vamos a probar exactamente en el madrileño Circuito de El Jarama. En concreto, el McLaren 570S GT4 de Gonzalo y Fernando está lastrado tal y como disputó la última carrera.

Es decir, que si el coche de serie tiene 570 CV, aquí está limitado a 470 CV, con un peso de 1.440 kilos. El 570S GT4 ‘de calle’ ya es un coche de competición, así que el trabajo del equipo se centra en buscar el mejor setup de suspensiones y geometría de la dirección para aprovechar todo el potencial del coche.

Eso hace que, una vez me acomodo a sus mandos, todo resulte muy familiar. Sí, hay un baquet de competición, unos arneses de seis puntos y un completo entramado de barras, pero la instrumentación o la consola central son como las de un 570S de calle. A mi derecha, los botones del cambio actúan sobre la misma caja de cambios automática de siete marchas del GT4 de serie, y el motor, pese a estar ‘capado’, sigue siendo el mismo V8 biturbo de 3.8 litros.

Por mantener, se mantiene hasta el sistema de climatización de serie, con su aire acondicionado, un sistema que se agradece especialmente en este tipo de carreras, que tienen una duración de dos horas. “No es sólo por comodidad; el aire acondicionado ayuda a que estés más fresco, y eso ayuda muchísimo a que te fatigues menos y llegues en mejores condiciones a final de carrera”, nos explican Fernando y Gonzalo.

Iniciar la marcha, una vez acomodados y amarrados al baquet, es tan sencillo como hacerlo en un 570S de calle. No hay pedal de embrague, así que tampoco hay riesgo de que se cale ni de salir dando esos clásicos tirones que provocan los bruscos embragues cerámicos de competición. El sistema de frenos es similar al de serie, y el GT4 tiene tracción trasera. Hay un control de tracción que, por reglamento, no se puede desactivar por completo; sólo tiene diferentes grados de reglaje para ajustarlo en función de las circunstancias o de los gustos del piloto.

Me tomo la primera vuelta con tranquilidad, para conocer poco las reacciones del coche. Todo sucede con una facilidad y progresividad que poco tienen que ver con lo que normalmente es un coche de carreras. Poco a poco, me voy animando. Aunque hay 470 CV, el motor no impresiona demasiado.

Corre muchísimo, pues sólo hay que ver la facilidad con la que supera los 200 km/h, pero la limitación de potencia permite contar con una curva de par tan plana que el motor parece empujar siempre con una fuerza similar, sin un momento de especial enfurecimiento que sí tendría si le permitiesen desarrollar sus 570 CV originales.

Es tan progresivo que puedes tomar una misma curva en una marcha o en otra superior, que siempre contarás con una gran cantidad de par en cuanto vuelvas a acelerar a fondo.

El cambio, que se maneja con las levas que hay tras el volante, actúa con inmediatez y sin ninguna brusquedad, y es el complemento perfecto para disfrutar del potencial del motor. Los frenos son muy potentes, y puedes apurar la frenada tanto como quieras sin miedo a blocar (hay ABS) y sin que la estabilidad se vea excesivamente comprometida, al menos al tranquilo ritmo al que hemos realizado esta prueba.

Conforme los slicks de competición van cogiendo temperatura, me atrevo a ir acelerando con más contundencia a la salida de las curvas. La capacidad de tracción es muy buena y eso, unido a la incisividad con la que el morro busca el interior de las curvas, hace que el coche sea extremadamente fácil de pilotar.

Su chasis de carbono y aluminio ayudan muchísimo a que este GT4 se muestre ligero, estable y tremendamente preciso. Invita a buscarle los límites constantemente, y todo es tan sencillo que transmite un grado de confianza altísimo tras simplemente dar unas pocas vueltas.

Creo que nunca había conducido un coche de carreras tan potente y tan fácil de aprovechar. Lógicamente, competir al nivel al que lo hacen Gonzalo y Fernando debe ser muy diferente, pero lo que está claro es que la base original de este McLaren es excelente. ¿Hablamos de precio? Arranca en los 217.000 euros, a los que sumar los impuestos, el coste de cada carrera y algunos extras como el volante de competición que verás en las fotos.

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