Tras unos años a la venta (debutó en 2016), llegaba el momento de actualizar por segunda vez la tercera generación del Hyundai i30. Como es habitual, el modelo recibe una puesta al día sutil, más orientada a mantenerle fresco en el mercado, que a traer novedades de gran calado.
Un claro ejemplo de ello es su diseño, que aparece prácticamente sin cambios salvo por pequeños detalles. Así, la parrilla conserva su forma, pero estrena un nuevo patrón. El paragolpes sí modifica su estructura y reubica las luces antiniebla, mientras que los grupos ópticos, que son LED de serie, varían su firma lumínica.
La estrella sigue siendo el acabado N Line, con llantas de 17 o 18 pulgadas, paragolpes específicos y tapicería de cuero en el habitáculo.
En el interior la consola cuenta con un acabado en negro lacado, mientras que se suman nuevas opciones de tapicería de tela. El cuadro de instrumentos de serie es analógico y dispone de una pequeña pantalla LCD de 4,2 pulgadas. Opcionalmente puede reemplazarse por una de 10,25 pulgadas, lo que supera las 7 de la pantalla preactualización.
Los motores del Hyundai i30
Por lo que respecta a motores, la gama se simplifica y pierde algunas de las opciones con las que estaba disponible, como es el propulsor diésel de 136 CV que sigue ofertándose en su modelo equivalente de Kia, el Ceed.
Todos los cambios se aplican a las tres carrocerías del modelo (cinco puertas, familiar y sedán) y la producción comenzará este mismo mes de abril, así que Hyundai debería anunciar los precios a no mucho tardar.