El actual jefe de Red Bull tuvo una etapa en la que aspiró a convertirse en piloto de Fórmula 1, aunque una experiencia le llevó a cambiar de rumbo.
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Christian Horner es una de las figuras más representativas del éxito de Red Bull, el director británico aterrizó en Red Bull desde un primer momento, cuando la marca de las bebidas energéticas se hizo con el control de lo que fue Jaguar, de cara a la temporada, levantando con el paso de unos pocos años, con el mismo personal que encontró en Jaguar y que Red Bull decidió mantener, tornando un proyecto fracasado en uno ganador de 2005 a 2009 año en que gracias al cambio de reglamento, la escudería austriaca pudo dar un gran paso adelante y levantar el vuelo.
La historia de Christian Horner como piloto
“Recuerdo que salí del pit lane. Juan Pablo Montoya me adelantó en lo que entonces era una rápida curva a la derecha al final de la recta, donde las barreras de seguridad estaban realmente a solo unos metros de la pista. Si hubiera… si hubiera sido un accidente, habría sido como un pequeño accidente de avión”, rememora el actual jefe de equipo de Red Bull, quien desde este momento se convirtió en un corredor mucho más cauto y consciente del riesgo que entraña la competición en el mundo del motorsport:
“Cuanto más escalas, más potencia tienen los coches y mayor es el riesgo. Tú como piloto te vuelves cada vez más consciente de eso”, prosigue el mandamás, quien tuvo en esa acción con Montoya un ejemplo claro de aquellas cualidades que diferencian a los grandes pilotos:
“Mi corazón y mi cerebro no están en armonía aquí, no puedo hacerlo, no importa cuánto lo quiera”, se dijo a sí mismo Christian Horner, quien sin embargo no renunció al mundo de la competición, sino que más bien reenfocó sus aspiraciones para no desligarse de los circuitos, pasando a convertirse en director de equipo en la misma estructura Arden de cara a la temporada siguiente: “Y solo una semana después, los pilotos jóvenes estaban probando para mi equipo”, recuerda el team principal de F1, que ya fue capaz de mostrar su dotes en la gestión desde el muro en estos años iniciales:
“En ese entonces teníamos 12 o 13 personas y se trataba de trabajar por un objetivo común. Poco a poco pude moldear el equipo para que ganáramos títulos consecutivos entre 2002 y 2004”, dispone Christian Horner para finalizar, quien descubrió junto a Juan Pablo Montoya que no lo suyo no era tanto pilotar el monoplaza, como dirigir a la estructura como jefe de equipo. Coincidencias del destino, ahora es el hijo de Juan Pablo Montoya, Sebastián, el que milita en la estructura de Red Bull como miembro de su academia de pilotos, dentro del equipo HiTech de Fórmula 3.