Bautista, con la Ducati en Australia.
Tontunas al margen sobre si le puede favorecer su peso, como soltó Scott Redding, el también campeón del mundo de 125cc (2006), ha sido el mejor con diferencia este curso y ha completado el trabajo que le quedó pendiente en 2019, el de su primer paso por el box oficial Ducati antes de irse dos temporadas a Honda, donde le dejaron más lleno el bolsillo que herramientas le dieron para optar a un título que ya tiene por derecho propio. Y todo ello gracias a una marca que, pese a ser más pequeña que sus principales rivales japonesas, muestra mucho más ingenio y tesón para instalarse en la cima del motociclismo mundial, se mire al campeonato que se mire. Bravo por Bautista, pero también por Ducati.