Llega el momento de ponerse en marcha. Veamos qué tal funciona el Kia XCeed… alimentado por el injustamente denostado gasóleo.
A veces se agradece volver a poder conducir un coche con motor diésel y cambio manual, como este Kia XCeed. Hubo una época en la que fue la elección elegida por los conductores europeos (no siempre la acertada), pero hoy en día diría que es poco más que residual entre la demonización del diésel y la expansión de la popularidad de las a priori más cómodas transmisiones automáticas.
El cambio, como decía, es manual, pero un poco particular. Kia lo denomina iMT. Hay un embrague convencional, pero con parte electrónica. Hay un actuador y se conecta al pedal por cable en vez de por un elemento mecánico. Esto, junto al sistema microhíbrido, le permite apagar el motor en determinadas circunstancias, como llaneando a menos de 125 km/h, y abrir el embrague aunque físicamente la palanca de cambio tenga una marcha insertada. Eso permite al vehículo avanzar sin resistencia mecánica.
Pero bueno, no tardas en acostumbrarte a la sensación. Lo que en la práctica notas es que el pedal es muy blandito y que resulta más complicado encontrar en él el punto de desembrague, puesto que en realidad lo hace solo.
A nivel de chasis, el XCeed ofrece una armonía bastante equitativa entre coche cómodo y coche dinámico. No es nada torpón pero tampoco cambia de dirección con inmediatez, o con la habilidad con la que lo hace un Seat León, por ejemplo. Tampoco es tan cómodo como un Peugeot 308, pero en ese aspecto no tiene deficiencias. En general funciona bien, sin destacar ni desmerecer en nada.
¿Y el precio? Bueno, esta unidad luce el acabado GT Line, que es el mejor de la gama, y por eso cuesta 33.671 euros, si bien hay un acabado más modesto (Concept) por 26.071 euros.
¿Y rivales? Tenemos al Citroën C4, aunque ya no se vende con motor diésel. Lo mismo sucede con el Fiat Tipo Cross. El Ford Focus Active sà que mantiene un bloque de gasóleo, de manera que se posiciona como la mayor alternativa a este Kia XCeed.