Marc Márquez durante los entrenamientos libres del Gran Premio de Gran Bretaña, en Silverstone este viernes.
La gran preocupación del fabricante es que, corriendo por debajo de las presiones mínimas, los neumáticos puedan reventar y provocar accidentes graves. Ante la dificultad de controlar la presión durante una prueba, los equipos han retrasado el momento de establecer las penalizaciones hasta ahora. La intención inicial era descalificar a quienes no cumplieran, pero la falta de consenso ha terminado por moderar las penas. El domingo, quienes no estén un 50% de la carrera por encima de las presiones mínimas —en Silverstone 1,7 bares el neumático trasero y 1,9 el delantero— recibirán sanción, mientras que el sábado el porcentaje será del 30% al haber menos vueltas. La primera infracción comportará una advertencia; la segunda, tres segundos añadidos al tiempo de carrera; la tercera, seis; y la cuarta, doce.
Los pilotos se han mostrado reticentes a la aplicación del nuevo sistema. “Se ha hecho por seguridad, pero no es seguro”, apunta con contundencia el campeón del mundo, el italiano Pecco Bagnaia. “Esto va a cambiar la forma de plantear la carrera… Hemos dado nuestro punto de vista, pero van a mantener la norma, así que debemos acatarla”, añade.
El francés Zarco, también de Ducati, es quien más llanamente ilustra las taras del sistema: “Si tienes que gestionar un elemento más, no puedes centrarte en tu trabajo. En vez de darlo todo y ver quién es el mejor, deberemos jugar a gestionar la carrera. Vamos a tener que convertirnos en robots, como en la Fórmula 1″. Aleix Espargaró, el piloto con más experiencia en el Mundial, tampoco está de acuerdo con la medida: “Las carreras van a ser mucho más aburridas, porque habrá que dejar espacio al piloto de delante”, vaticina.
La presión depende de las condiciones de la pista y de la situación de carrera. Los pilotos que marchan en cabeza, con aire fresco, podrán mantenerla estable a lo largo de la prueba. Por el contrario, quienes ruedan en grupo o muy cerca de un contrincante, van a ver cómo la presión se les dispara peligrosamente. Debido a que los mínimos establecidos serán altos, temen que la goma delantera supere fácilmente los 2,0 bares que dificultan la gobernabilidad de la moto. “Es más difícil parar la moto al frenar, cerrar la trazada”, detalla Bagnaia.
Para añadir más leña al fuego, la dificultad técnica de controlar las presiones en todo momento provocará que, en esta primera fase de implementación, los controles sean aleatorios y a discreción del director técnico del campeonato. “En el futuro queremos que sea automático, también para las sesiones de entrenamiento y clasificación”, asegura Danny Aldridge.