¿Alguien dijo fiabilidad?
Normalmente, ya sabéis que nos encanta hablar de coches abandonados, de esos vehículos clásicos que caen en el olvido de un garaje o granero… y de repente, vuelven a aparecer. Sobre todo, si las historias tienen final feliz (no como la del Delorean de la galería).
Así, hasta 1992, cuando llegó un fuerte restyling, con cambios en el diseño, motores de gasolina y diésel y un planteamiento bastante global. De hecho, se ensambló en seis fábricas distintas, con especial protagonismo para las de (Bélgica) y Southampton (Reino Unido).
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Centrándonos en los motores (seguro que ya entiendes el porqué), el mencionado diésel era un 2.5 que se podía escoger con tres niveles de potencia: 85, 100 y 115 CV.
Y desde luego, una cosa nos queda clara. Al menos, viendo este vídeo: era un propulsor fiable. Al menos, si nos fiamos de esta Transit 2.5D de segunda generación.
Eso sí, al maniobra no puede hacerse a lo loco. De hecho, como puedes ver en el vídeo, un mecánico comprueba los niveles de aceite y el líquido refrigerante, al tiempo que pone una batería nueva. Con esto y un par de retoques más… el motor arranca como si nada.
Acto seguido, como puedes ver, las furgoneta se mueve por sus propio medios, algo que, a decir verdad, no parece demasiado recomendable, empezando por saber en qué estado se encontrarán los neumáticos.