La familia K de seis cilindros equipó desde pequeños deportivos como el MX-3 hasta elegantes berlinas como los Xedos.
Si hablamos de motores Mazda, lo primero que nos viene a la cabeza es el Wankel rotativo, especialmente ahora que ha vuelto como extensor de autonomía en el MX-30 R-EV. En realidad, aunque el fabricante de Hiroshima ha sido sin duda el más acérrimo defensor de la tecnología ‘rotativa’, ha creado muchas familias de motores interesantes a lo largo de su historia. Incluso de ciclo diésel, algo que no hicieron todos los fabricantes japoneses ni siquiera en su época más favorable.
Entre ellos caben destacar los ‘pequeños’ V6 de gasolina de la Serie K de Mazda, que empezaron con el también pequeño deportivo MX-3 y llegaron hasta las refinadas unidades de 2,5 litros de las berlinas medias Xedos y 626. Solo se fabricó durante una década o así, pero es digno de ser recordado.
Galería: Mazda y su motor V6 de la familia K (1991-2003)
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Familia compacta
La generación K nació a principios de los años 90 con el objetivo preciso de equipar coches con motor transversal y tracción delantera con poco espacio en el capó y, por tanto, diseñados para ahorrar espacio.
Sin embargo, la principal innovación de esta serie de motores fue el sistema de admisión de geometría variable de tres etapas controlado por ordenador, introducido con la versión 2.5, que ajusta el flujo de aire para optimizar el par en función de las rpm. Una tecnología que se extendería a todos los motores posteriores.
Mazda MX-3 1991
Mazda MX-3 1.8 V6 1991
El 1.8 K8
Su notoriedad está ligada a la del deportivo Mazda MX-3, que lo montó desde su debut en 1991, con 132 CV en la versión para EE.UU./Europa y 137 CV en la destinada a Japón, aumentados posteriormente a 146 CV. También se montó brevemente en el Eunos 500, que fue un derivado del Xedos 6 con una de las marcas creadas para el mercado nacional.
Mazda Xedos 6
El 2.0 KF
Una de las variantes más populares de la familia, que se ofrecía con diversas calibraciones, fue la versión de 2,0 litros, que tenía una cilindrada de 1.995 cm3, obtenida aumentando el diámetro a 78 mm, y arranca con 140 CV en la versión marcada KF-DE y sube hasta 160-170 CV con la KF-ZE montada en el 323 Lantis Type R. Los otros fueron en el 626 y antes en el Xedos 6 y el Xedos 9.
El 2.3 KJ-ZEM
La versión posterior adoptó el ‘ciclo Miller’ especial en el que se basan actualmente los motores de gasolina de casi todos los híbridos japoneses. Con esta tecnología, Mazda pretendía optimizar el consumo de combustible reduciendo el esfuerzo de compresión mediante válvulas y compensando la caída de prestaciones con un compresor, así como una mayor cilindrada.
Este último era de 2.255 cm3 (las dimensiones son 80,3 mm × 74,2 mm), mientras que la potencia era de 220 CV. El motor se utilizó en el Xedos 9, también conocido como Millennia o Eunos 800, que también recibió numerosos premios y galardones.
Mazda 626 1999
El 2.5 KL
La punta de lanza de la familia fue el dos litros y medio, derivado del 2.3 con un diámetro aumentado a 84,5 mm y una cilindrada de 2.497 cm3. Como se mencionaba al principio, también tuvo la particularidad de una admisión de geometría variable, que aprovechaba tres configuraciones distintas de conductos que se alternan gracias a dos válvulas con accionamiento eléctrico.
La versión KL-ZE para el mercado nacional alcanzaba los 203 CV, mientras que en los mercados extranjeros, donde también se “prestó” al Ford Probe, osciló entre 166 y 176 CV. En 1998 apareció en una variante específica en la berlina media 626, con características técnicas como un cigüeñal de fundición para reducir la masa giratoria y un sistema de admisión retocado. Fue precisamente con el 626 con el que los dos últimos ‘K’, el 2.0 y el 2.5, abandonaron la escena en 2003.
