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Crítica: Baic X55 II

La nueva evolución de la SUV china para el Segmento C (compacto) sorprende por su diseño. Y desconcierta con su tecnología.

crítica: baic x55 ii

La marca Baic (Beijing Automotive Industry Corporation) tiene apenas seis años de presencia en el mercado argentino, pero es un ejemplo de la rapidez con la que evolucionan las automotrices chinas.

Representada en nuestro país por el Grupo Belcastro, Baic desembarcó en diciembre de 2017 con una gama compuesta por varias SUVs: X25, X35 y X55. Y, en apenas seis años, la X55 ya va por su tercera evolución.

Es necesario aclarar que, cuando hablamos de marcas chinas, una “evolución” no es apenas un restyling con un cambio de ópticas y llantas (como nos tienen acostumbrados varias terminales del Mercosur). En el gigante asiático, una “evolución” es un cambio generacional completo.

Esta SUV para el Segmento C (compacto) ya tuvo tres evoluciones en nuestro país: la X55 de diciembre de 2017, la X55 Honor de agosto de 2020 y la X55 II de julio de 2023. El salto es tan grande que -por un tiempo y hasta agotar stock- las X55 Honor y X55 II convivirán en nuestro mercado.

La X55 II tiene un precio de lista de 63.000 dólares, al tipo de cambio oficial. La probamos una semana y la crítica completa se reproduce a continuación.

POR FUERA

¿Por qué se llama X55 II si es la tercera generación de este modelo en Argentina? Es difícil de explicarlo, porque el nombre X55 II sólo se utiliza en algunos mercados de América Latina. En China, por ejemplo, este auto se llama “Beijing X6”. Pero, para evitar problemas de registro de marcas con BMW, se adoptó el nombre X55 II en los destinos de exportación. En otros países eludieron ese problema con mayor creatividad: la bautizaron “Beijing Mofang”, que es una manera familiar de llamar al famoso juguete conocido como “Cubo Rubik”.

En China, el nombre de esta marca es Beijing, pero en varias regiones se sigue vendiendo como Baic. Por eso, en distintos lugares de la carrocería y el interior vas a ver que se alternan los emblemas de “Baic” y “Beijing”.

Ahora hablemos del diseño: me encantó. Este color amarillo no es para cualquiera y los puntitos en la trompa desencadenarán -por algún motivo extraño- que todos te pregunten si es “un auto eléctrico”, pero es innegable: la silueta de la X55 II está bien proporcionada, es original y moderna. Tengamos en cuenta que compite en el Segmento C (compacto), donde los modelos más vendidos de nuestro mercado son las VW Taos, Toyota Corolla Cross y Jeep Compass. Todas ellas se ven anticuadas y aburridas al lado de esta Beijing, perdón: Baic.

En dimensiones, la X6 (perdón, X55 II) es un poco más grande que esas tres rivales: mide 4.620 mm de largo (152 más que una Taos), 1.886 de ancho (45 más) y 1.680 de alto (56 más). La distancia entre ejes es de 2.735 mm (54 más). Como se ve, son valores apenas más compactos que la nueva Ford Territory (leer crítica), que también viene importada de China y refuerza una tendencia de los vehículos de ese país: ofrecer “más auto” por el mismo dinero.

POR DENTRO

Por supuesto, esas mayores dimensiones -sobre todo la distancia entre ejes superior- repercuten de manera importante en el habitáculo. Ya lo dijimos cuando probamos la nueva Territory: son vehículos que, con un poco de esfuerzo, podrían sumar unos centímetros, incorporar una tercera fila de asientos, cargar siete pasajeros y pasar al Segmento D (mediano).

Sin embargo, tanto Ford como Baic prefirieron mantener las dos filas y cinco plazas, para que todos viajen con gran comodidad. La X55 II es una SUV muy amplia, espaciosa y bien iluminada, gracias a su techo panorámico.

La calidad del interior es excelente y no tengo miedo a decir que está al nivel de un auto premium. Todos los revestimientos son blandos, los plásticos son de muy buena calidad y los asientos delanteras son un caso especial: son butacas deportivas con apoyacabezas integrados, tapizadas en cuero de muy buen nivel, con costuras amarillas en el mismo tono de la carrocería y con apliques en aluminio a la altura del cuello. Hay que buscar en deportivos de Audi, BMW o Mercedes-Benz para encontrar butacas similares.

Las dos butacas están separadas por una consola central flotante, que deja mucho espacio para esconder abajo mochilas o carteras. Ese túnel central tiene dos espacios generosos para celulares (uno con cargador inalámbrico, el otro bien cerca del USB) y la palanca de cambios de diseño futurista. Es muy linda, pero poco precisa en los movimientos.

La información del vehículo corre por cuenta de dos pantallas digitales: la del tablero tiene 10.2 pulgadas y concentra todos los datos de funcionamiento del vehículo. La central es táctil y de 10 pulgadas, con todas las funciones multimedia (incluyendo la incómoda regulación del climatizador).

Acá está uno de los principales defectos de la X55 II: no tiene conexión por Apple CarPlay o Android Auto. En su lugar, Baic te invita a descargar la aplicación CarbitLink-EaseConnection. Y ahí empiezan tus problemas. Lo que hace esta App es espejar todo tu celular en la pantalla del auto, igual a cuando “duplicás pantalla” para proyectar un video del teléfono en el televisor de tu casa. Sin embargo, Carbit te obliga además a compartirle internet por datos al vehículo para establecer la conexión. Y no podés apagar la pantalla del teléfono mientras uses esta función.

La verdad, es un engorro. En mi caso, terminé eliminando Carbit y volví a una solución de hace 15 años: apoyar el teléfono sobre el tablero del auto para poder usar algo tan simple como el Google Maps o Spotify.

Desde Baic Argentina me aseguraron que, en breve, las X55 II comenzarán a llegar a nuestro país con Apple CarPlay y Android Auto. Si sos fanático de las pantallitas, te recomiendo esperar a ese momento.

Más allá de eso, toda la interfaz tecnológica es bastante desconcertante. Al arrancar el auto el climatizador siempre tiene el ventilador en potencia máxima y tenés que esperar a que termine de prender la pantalla para bajarlo. Los ruidos al presionar los comandos táctiles son bastante extraños, como si se hubiera roto un parlante. Y es todo un desafío a la ergonomía accionar algo tan simple como la baliza: el botón está ubicado en el techo.

Son temas fáciles de solucionar. Por eso, es una lástima que opaquen a una cabina con terminaciones de tan buena calidad.

Me olvidé de hablar del baúl: tiene 450 litros de capacidad. Bajo el piso de carga hay una rueda de auxilio de uso temporario. Es una solución incómoda y poco práctica si vas a viajar mucho en ruta.

SEGURIDAD

Más allá del diseño y la tecnología, el gran salto generacional de esta X55 II está en la seguridad. Por primera vez, incorpora en nuestro mercado varias asistencias a la conducción (ADAS). Viene de serie con frenado autónomo de emergencia, alerta de riesgo de colisión, sistema de mantenimiento de carril, alerta de punto ciego y control de crucero adaptativo (con sistema Stop&Go, para tránsito pesado).

Más allá de eso, viene con ocho airbags y cámaras de estacionamiento con visión de 360 grados. No hay resultados de pruebas de choques de organismos independientes para este modelo. La Baic X55 II ya se vende en varios mercados de América Latina, así que sería interesante tener más información sobre su seguridad luego de un crash test.

MOTOR y TRANSMISIÓN

Las anteriores evoluciones de las X55 utilizaban motores de Mitsubishi. Ahora, para esta nueva generación, Baic aprovechó su alianza internacional con Mercedes-Benz (leer más) para utilizar los impulsores que la marca alemana ofrece a otras marcas. No vas a ver ningún emblema de la Estrella, pero motor fue desarrollado por los ingenieros de Daimler.

Es un 1.5 turbonaftero, con 185 caballos de potencia a 5.500 rpm y 305 Nm entre 1.500 y 3.500 rpm. Se combina con caja automática de doble embrague, con siste marchas. La tracción es delantera.

En términos de potencia y torque, este es otro punto donde la X55 II está más cerca de la Ford Territory que de las SUVs del Segmento C de fabricación regional. Queda claro que las marcas chinas avanzan a una velocidad que no pueden sostener las automotrices radicadas en el Mercosur.

COMPORTAMIENTO

Tiene suspensión independiente en las cuatro ruedas (con tren trasero multibrazo) y calza llantas de aleación de 19 pulgadas, con neumáticos Hankook Dynapro HP2 225/55R19. El andar es confortable y se siente muy robusto, incluso sobre calles de empedrado flojo y caminos de tierra. La cabina está muy bien aislada, con burletes dobles de excelente calidad y generoso grosor.

El motor es bien elástico y empuja con decisión desde muy bajas vueltas. Ya en 2.000 rpm se siente la reacción del turbo, con un torque máximo que se mantiene constante hasta bien entradas las 4.000 rpm. El motor es destacable y es uno de los puntos fuertes de este auto. Sin embargo, creo que podría brillar aún más si hubiera una mejor comunicación entre el impulsor y la caja de cambios. La transmisión de doble embrague, en ciertas ocasiones, se queda “pensando” unas décimas antes de reaccionar. Ocurre cuando se circula a muy bajas velocidades y el conductor decide acelerar fuerte. El selector de la caja no ayuda, porque tiene un sistema electrónico (por cables, sin conexión mecánica) que requiere hacer movimientos muy marcados para que el sistema entienda que querés engranar la reversa (R) y no poner el punto muerto (N).

Más allá de eso, las cifras de prestaciones son muy buenas. Acelera de 0 a 100 km/h en 7.8 segundos y su velocidad máxima está limitada a 200 km/h. La recuperación de 80 a 120 km/h la hace en 6 segundos. El consumo medio registrado durante la prueba fue de 7.5 litros cada 100 kilómetros (con 9.5 en ciudad y 5.8 en ruta).

En ciudad se mueve muy bien si es que le perdonás esos molestos titubeos a la caja. Son detalles que desaparecen por completo cuando salís a la ruta. Ahí se siente muy estable, segura y rápida de reacciones. Los frenos son muy buenos, con discos en las cuatro ruedas (los delanteros, ventilados).

El tanque de combustible tiene 56 litros. Es un muy buen vehículo para viajar: ágil, confortable, silencioso y con una sensación de robustez general del conjunto.

CONCLUSIÓN

¿Te comprarías un auto que lleva en la trompa el nombre “Beijing”? Si fueras Angel Di María o Juan Curuchet, no dudarías en tener uno: en esa ciudad ganaron las medallas de oro que marcaron para siempre sus carreras deportivas.

Más allá del nombre, ¿te comprarías una Baic X55 II? Por diseño, calidad de fabricación, equipamiento de seguridad, motor y prestaciones, es un auto muy recomendable. Sólo me dejan dudas su desconcertante tecnología de conectividad y ciertos malentendidos de la caja de cambios con el impulsor. El hecho de que todavía es una marca nueva en nuestro mercado también genera incertidumbre.

Donde ya no hay dudas es sobre la avasallante rapidez con que la industria automotriz china está dejando atrás a los principales referentes autos los fabricados en el Mercosur. Viendo la Baic X55 II (X6, Mofang, Rubik o como se llame) ya nadie puede decir que esta nueva generación de autos chinos sean feos o de mala calidad. Su precio, a modo de referencia, es un 15% más caro que una VW Taos Highline nacional. Y la ventaja de producto a favor de la X55 II es muy superior a sólo 15 puntos.

¿Qué les falta a las marcas chinas para conquistar nuestro mercado? Sólo tiempo, confianza por parte de los clientes locales y libre disponibilidad de stock. La industria automotriz del Mercosur, al menos en el Segmento C de SUVs, debería poner las barbas en remojo.

C.C.

Fotos: Orly Cristófalo

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