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Viva Las Vegas, ¿y Andalucía?

Las Vegas acoge este fin de semana su primer gran premio de Fórmula 1. Con una singularidad: no ha hecho falta que aparezca un promotor convencido de invertir una millonada en la carrera, sino que ha sido la propia competición la que ha asumido los más de 500 millones de inversión.

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Muestra clara de la confianza ciega que tienen en el potencial a largo plazo de un destino turístico que, tras décadas apalancado en los casinos y muy focalizado en Estados Unidos, ha virado su modelo para ser una capital mundial del deporte y el entretenimiento.

Un all-in que ha incluido hasta el traslado de franquicias de la NFL y la MLB -la mudanza de los Athletics se aprobó este viernes- al desierto y el compromiso de destinar más de 1.000 millones de dólares para la construcción de los respectivos estadios.

La apuesta -nunca mejor dicho- del desértico estado es convencer a determinades propiedades para que se instalen de forma permanente y no por un corto periodo de tiempo. Una estrategia a largo plazo que da mucho más sentido a la inversión pública que se está haciendo, en un momento de posible reconversión industrial de las empresas de juego tras la legalización de las apuestas online.

Es decir, que no se trata de crear una industria turística de cero, sino transformar la oferta actual para que haya más razones para viajar por ocio.

Entre enero y septiembre, son más de 30 millones los visitantes que han viajado a Las Vegas, y los movimientos de los últimos meses garantizan que allí no sólo haya juego, conciertos y otro tipo de espectáculos teatrales.

La ciudad tiene Fórmula 1 -allí quedará el paddock convertido en centro de experiencias y tienda el resto del año-, ha adquirido la sede de la final four de la nueva copa de la NBA, y con los traslados de franquicias de NFL y MLB, ya sólo le falta asegurar la presencia de la MLS.

Muchos se preguntarán qué diferencia al proyecto de Las Vegas con lo que está tratando de hacer Arabia Saudí, y hay dos argumentos determinantes: el primero es que la ciudad estadounidense ya era un destino de ocio y entretenimiento, con un mercado de consumo existente, y no un destino por construir que quiere darse a conocer a través del deporte. Hasta aquí, normal.

El segundo y más importante, es que aquí los promotores de las competiciones son los que quieren instalarse allí y no a la inversa, pues hoy todo proyecto desarrollado en el país del Golfo se fundamenta en ofertas por derechos de sede absolutamente fuera de toda lógica de mercado.

Y Andalucía, ¿qué? Es el interrogante que planea en el ambiente. La región ya cuenta con varios clubes en LaLiga y en los últimos meses ha tirado de fondos europeos para realizar una de las mayores inversiones públicas que se recuerdan en captación y promoción a través de eventos deportivos.

El retorno está por ver cuál será, ya que, a diferencia de Las Vegas, la región no está obteniendo el mismo nivel de impactos en términos de calidad, ya que una cosa es verte el nombre de un destino en una valla publicitaria, y otra muy distinta es que millones de personas escuchen tu nombre una y otra vez y vean imágenes de la ciudad de forma constante.

Viva Las Vegas, y olé por Andalucía si en cinco años podemos decir que el deporte hizo crecer el turismo.

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