La mera existencia de esta prueba es otra señal de que los coches eléctricos han evolucionado. Hasta ahora, no era realmente posible hacer una comparación eléctrica de tres vehículos entre lo que podría llamarse compactos de corazón, como lo son el Renault Mégane e-Tech, el Volkswagen ID.3 y el MG4 Electric.
No con la vieja moda del Ford Focus, el VW Golf y el Peugeot 308. Simplemente no había suficientes EV, por lo que terminaría con uno del grupo siendo demasiado grande o pequeño, o con desigualdades en el tamaño o la potencia de la batería. Pero hoy tenemos tres coches, muy parecidos en tamaño y especificaciones y absolutamente iguales en su propósito.
Dejando de lado a la empresa china y los gustos, hay que hablar del producto. ¿Es el Renault mejor que el Volkswagen por el mismo precio? ¿Y el ahorro de costes del MG es detectable en el coche real, o es simplemente un reflejo de los sistemas económicos y sociales de su país de origen?
Renault Mégane e-Tech
El diseño más voluptuoso del Renault Mégane eléctrico seguramente agradará más a la multitud y parece más caro que los demás. Su capó plano y sus arcos negros le dan el aspecto cruzado que exige la moda, pero es una ilusión bien elaborada.
En el maletero, el mismo problema que sus rivales. La disposición de las baterías eleva el suelo notablemente y disminuye la capacidad de carga. Algo que se nota incluso en la zona de la segunda fila de asientos.
El habitáculo es, sin embargo, mucho más agradable a todas miras. Con asientos más lujosos, telas y tapizados más cuidados, una pantalla multimedia nítida, controles físicos con las funciones más importantes…
Además, el coche francés es ligeramente más potente que los demás. Posee 220 CV y puede firmar un 0 a 100 km/h en 7,4 segundos con una velocidad máxima de 160 km/h y una autonomía homologada en ciclo WLTP de hasta 454 kilómetros.
Volkswagen ID.3
La crisis de la mayoría de coches de Volkswagen reside en el guantazo en la cara que supone su sistema multimedia y habitáculo. Existe una notable falta de orden general con la única bondad de un buen puesto de conducción.
Todos los controles se relegan a la pantalla, con una interfaz que no es agradable, gráficos que no están a la altura y la imposibilidad humana (ojo a la paciencia) de tocarla mientras estás conduciendo para cambiar quién sabe qué.
La elección filosófica de la marca con el ID.3 eléctrico pasa por un sistema que se encarga de todo por ti. No te informa habitualmente del nivel de carga y los menús parecen querer ocultar la información hasta que investigas. Algo razonable en cierto modo, ya que muchas personas prefieren no saturarse con excesiva información técnica.
Los sistemas de ayuda no están tan completos y al igual que el MG, cuentan con un intrusismo notable. Pisa unos centímetros una línea en carretera y la centralita agarrará el volante por ti con fuerza sobrehumana. El Renault es mucho más elegante en eso.
A nivel de mecánica, nos encontramos con un tracción trasera de 204 CV y 310 Nm de par que puede acelerar de 0 a 100 km/h en 7,3 segundos (el más rápido de los tres) y alcanzar 160 km/h de velocidad máxima con una autonomía eléctrica de hasta 425 km.
A la hora de conducir, vuelve a la tranquilidad. Todo se presenta sosegado con una sensación algo fría, interrumpida levemente por algún vistazo a la pantalla. La tracción trasera no se desboca en curvas y la suspensión trabaja bien, aunque denota a un coche puramente urbano. En una carretera secundaria podría resultar algo incómodo.