Ford Fiesta Ecoboost 125, pura historia

Mi primer maestro de radio fue el gran Balbín. José Luis me enseñó que las informaciones importantes eran las que operaban en interés del público. Nada de militancia, nada de todólogos como en las tertulias de ahora. Sobre la vida, José Luis me enseñó que, además de trabajar, debíamos divertirnos. Sobre coches, que lo mejor a la salida de Antena 3 era su Ford Fiesta. Un Ghia maravilloso de cambio automático y acabados en madera.

El Fiesta parece haber estado ahí desde el Génesis, pues se comercializa desde 1976. En el colegio, en los 70, soñábamos con él como coche pequeño y con el Dodge Dart como automóvil grande e inalcanzable. Lo que hoy probamos como Ford Fiesta Ecoboost 125 caballos es, comparado con la primera generación, una nave espacial súper eficiente y casi capaz de conducir sola, llena de ingenios electrónicos de seguridad. Pero sigue llevando el mítico nombre Fiesta elegido por Henry Ford II, que para elegirlo descartó Bravo, Amigo y Pony entre otros.

El Fiesta me encanta, pero debo ser imparcial: centrémonos en tamaño, carácter, estabilidad, tipo de motor y consumo. El coche mide 4 metros nueve centímetros, por lo que resulta enternecedor leer a los compañeros que desearía un maletero mayor (solo 311 litros) o poder sentar detrás a tres tíos como Kobe Bryant. Para sentar gigantes, basta con no optar por el Fiesta, sino por la Transit.

En cuanto al carácter de este utilitario, claramente es un urbano ágil y divertido, con un perfil deportivo y fresco muy marcado. Eso quiere decir estable. Es un auto que se mueve con seguridad y aplomo en cualquier tipo de curva, especialmente por las enlazadas. Con mucho espacio, eso sí, para los ocupantes de las dos plazas delanteras y con la posibilidad de sentar detrás a tres niños o a dos adultos grandes.

El motor es un Ecoboost de 125 caballos

Como para leer pruebas de coches no es obligatorio ser ingeniero, traduciremos diciendo que el Ecoboost es un planteamiento creativo de diseño de bajo consumo difícilmente superable hoy. Tres cilindros, en lugar de la más habitual configuración de cuatro, con la idea de tener siempre funcionando “la menor cantidad de motor posible” para no derrochar carburante. En situaciones de poca exigencia, uno de los cilindros se desconecta consiguiendo que no tengamos en marcha “demasiado motor”.

Ya no es que nos conformemos con un propulsor pequeño, sino que el cubicaje puede hacerse mayor o menor a voluntad y según las condiciones de la marcha. Una gran idea de ingeniería que adapta las necesidades de ahorro a las de potencia. Una de sus grandes soluciones es ese sistema pionero de desactivación de los cilindros, entendiendo estos como los “vasos” que forman las unidades del motor.

La otra idea de ingeniería del Ford Fiesta Ecoboost 125 es la llamada microhibridación. Para reducir más el consumo y para conseguir la etiqueta ECO, hay un pequeño motor eléctrico que no mueve el coche solo, pero apoya al de gasolina en determinadas circunstancias. Actúa como apoyo en el arranque y ofrece un empujón auxiliar en recuperaciones y aceleraciones.

La cifra de potencia total entre el motor de gasolina y el eléctrico es la que indicamos en el encabezamiento de la prueba: 125 caballos. Aunque repito que el motor eléctrico no puede mover el coche solo, de modo que nunca iremos en modo completamente eléctrico. Eso es un microhíbrido.

El Fiesta de 2023 es algo más que el heredero de aquel Fiesta que veíamos en el colegio en 1976: es el producto del saber hacer de alguien que lleva 120 años vendiendo coches.

ford fiesta ecoboost 125, pura historia