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Un Ferrari y un Twingo

Los toques de atención con un título en juego duelen más, pero al menos el Real Madrid tiene la posibilidad de enderezar un 2023 en el que ha entrado de nalgas. Poco queda de aquel equipo que viniendo con el viento de cola de la enorme temporada pasada empezó la actual con 14 triunfos y dos empates, días de vino y rosas. El frenazo en esta Supercopa es la demostración donde hace daño al Madrid, en la vitrina, de que Ancelotti y su staff (especialmente Antonio Pintus) tienen trabajo para recomponer un equipo que transita un momento delicado justito de físico y desnortado en cuanto a ideas.

El primer disparo blanco, de Kroos, inane, en el minuto 70 y ya con 0-3, fue la triste postal de un Madrid impotente. Ante el Valencia pudo jugar la carta Courtois, en este Clásico de Riad fue la única en su mano. El belga puso de su parte, con tres paradones. Pero no hay dique contra Lewandowski que cien años dure y Tibu es sólo la mitad de la ecuación. Sus compañeros no están cumpliendo su parte del trato.

un ferrari y un twingo

Los futbolistas del Real Madrid, durante la entrega del trofeo.

Y ahora, qué. El calendario es otro enemigo más, porque no permite tiempo para la contemplación y el lamerse heridas. En cinco semanas el Madrid tenía tres picos de rendimiento obligados. Esta Supercopa de España era el primero, luego desde el 7 de febrero el Mundial de Clubes y cuando vuelva de Marruecos casi sin solución de continuidad, la visita a Anfield en la idea de octavos de la Champions. A todo eso hay que intercalar la visita a La Cerámica en Copa del próximo jueves, el tren de la bruja. Todo eso lo encara el Madrid con un primer pinchazo en Riad, mal asunto.

El estado físico, a debate. El Madrid fue superado por un Barça que tuvo más jugadores en Qatar…

El tantas veces ponderado buen trabajo de Pintus en la parcela física ahora queda en entredicho. Especialmente porque la coartada mundialista la rebate su propio oponente ayer: el Barça prestó para las selecciones presentes en Qatar a más futbolistas incluso que el club blanco (17 a 13) y pese a eso la diferencia de ritmo entre ambos es palpable. Gavi y De Jong tuvieron con la lengua fuera al centro del campo madridista.

Vender competitividad

“¿Falta de hambre? La barriga nunca se nos llena de títulos”, avisaba Carletto en la previa y su currículo lo avala. Pero perder finales da dolor de estómago en las esferas de decisión. No se perdía una desde 2018. El Madrid no monetiza con discursos de estilo, lo hace ganando, más que nadie. También con futbolistas de competitividad exacerbada. La anterior final blanca fue en la otra Supercopa, la de Europa en agosto, y el MVP fue Casemiro. Ver al brasileño celebrar el pasado sábado como un demente con sus hinchas el triunfo en el derbi contra el City explica mucho más que las estadísticas y el big data. Los intangibles. Igual un Casemiro sí que vale más que dos de veintidós…

El Madrid es un Rolex que en esta Supercopa ni siquiera mostró la fiabilidad de un Casio. Este Madrid va en Twingo.

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