Después de un tiempo sin importador oficial en España, ya es posible comprarse aquí una de estas maravillas para entusiastas de la conducción.
Si eres un amante de los coches y un entusiasta de la conducción, seguramente adores los Caterham, al igual que muy probablemente nunca hayas podido conducir uno. Yo tampoco, y eso que he tenido la suerte de montarme en casi el 100% de los coches que se venden en España, pero un Caterham es algo demasiado especial, al menos en España, incluso para quien se dedica a esto.
El coche en sí no es nada novedoso. Es en esencia el que creó Lotus a finales de los años 50 (aunque convenientemente evolucionado) y, por supuesto, es el mismo que se comercializaba cuando existía el antiguo importador. Por tanto mantiene su chasis tubular, su bajísimo peso y sus dos configuraciones de carrocería: normal de 3,1 metros de largo y ‘chasis grande’ de 3,3 metros de longitud.
Esta última, por cierto, es 11 cm más ancha y 2,5 cm más alta. Ofrece un habitáculo más espacioso y diez litros extra de maletero, llegando hasta los 130 litros. A nivel mecánico, hay dos motorizaciones: una tricilíndrica turboalimentada de 660 cc y una de cuatro cilindros atmosférica de 2.0 litros.
Por su parte, el bloque grande es un 2.0 fabricado por Ford que proporciona 173 CV y 174 Nm, cifras sensiblemente mermadas (muy poco, afortunadamente) para que contamine menos. Con este motor y una transmisión manual de cinco velocidades (también es de cinco la el ‘pequeño’), el Caterham puede pasar de 0 a 100 km/h en 4,8 segundos.
¿Y sus precios? Bien, pues en el mercado español, el Caterham Seven 170, que es el que equipa el motor 0.66 Turbo de 86 CV, sale desde 40.892 euros. Por su parte, el Seven 340, que es el que porta la mecánica 2.0 de 173 CV, tiene un precio de partida de 58.970 euros, yéndose a 62.322 euros si hablamos de la versión ‘chasis grande’.
Hoy en día no hay rivales en el mercado para el Caterham. Si acaso lo fueron el KTM X-Bow y el Lotus Elise, pero ya no se comercializan. Lo más parecido que hay en la actualidad, aunque no comparte la misma filosofía extremadamente deportiva, puede encontrarse en lo que fabrica Morgan.