Jorge García Maldonado
Cuando Red Bull presentó el RB20 el Gran Circo vivió un cisma; el diseñador de autos multiganador de la escudería austriaca, el inglés Adrian Newey, apostaba por un nuevo concepto para el monoplaza con que el equipo enfrentaría la temporada 2024 para defender su tricampeonato del mundo. A decir del ingeniero británico, si Red Bull hubiera decidido evolucionar el ganador RB19 estaría en desventaja con el resto de los equipos que habían decidido copiarlo. Y hasta el Gran Premio de Arabia Saudita todo le venía dando la razón, con un par de dobletes para Max Verstappen y Sergio Checo Pérez en lo más alto del podio.
Pero en la tercera parada del serial, aparecieron indicios claros de que el nuevo RB20 no es infalible, sufriendo una inesperada degradación de neumáticos en el monoplaza del piloto mexicano, y aunque tanto Christian Horner como Helmut Marko, jerarcas de Red Bull, explicaron el bajo rendimiento del auto de Pérez —daños en el piso—, lo cierto es que no hallaron su mejor forma en todo el fin de semana en Australia.
Ferrari no está libre de nubarrones. Quien está obteniendo los mejores resultados es Carlos Sainz, el piloto que no quisieron renovar, y al que por sistema le compartirán cada vez menos información, en tanto que Charles Leclerc tiene que apurar su entendimiento del SF24, auto al que según aceptó en Australia, había manejado muy mal. Ya no hablemos de 2025 en el que Lewis Hamilton llegará con altas expectativas.
Si Red Bull recompone el camino en Japón pronto hará olvidar el momento actual de Ferrari. De lo contrario, llegará la certeza de los tifosi de que su equipo por fin ha despertado crecerá.
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