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¿Qué tan honda será la huella que dejará Francisco?

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їQuГ© tan honda serГЎ la huella que dejarГЎ Francisco?

Contra muchos de los pronósticos iniciales, el 13 de marzo el papado de Francisco va a cumplir once años. No solo sigue sentado en la silla de Pedro sino que todo indica que su papado va a dejar una huella profunda en la historia de la Iglesia católica, como lo hicieron en su momento desde diferentes perspectivas León XIII, Juan XXIII o Juan Pablo II.

En primer lugar, hay que subrayar el impacto social y mediático global de Francisco. Sus gestos de austeridad y su estilo de comunicación franco y directo, apoyado en el uso de redes sociales, le han permitido construir un vínculo más estrecho con el ámbito católico y el mundo en general. Su apuesta por usar canales directos de comunicación con los fieles le ha ayudado a construir un capital político y espiritual propio que se apoya en la institución papal pero que la traspasa. Francisco es Francisco porque es el papa, pero mucho más porque es Francisco. Esto, a su vez, ha sido clave para darle peso específico dentro de la Iglesia católica, donde las diferentes tendencias, grupos y sectores suelen librar batallas prolongadas, intensas e inclementes. En parte gracias a su prestigio social y a su autoridad moral, reconocida por los principales dirigentes de todo el espectro ideológico y político a lo largo y ancho del mundo, ha podido mantenerse firme como líder de los católicos y poner en marcha reformas importantes y ambiciosas, cuyos efectos, si bien aún están en pañales, ya pueden vislumbrarse en ciertos planos.

En segundo lugar, hay que destacar sus innovaciones en términos de lo que se conoce como Magisterio Social Pontificio. En sus principales encíclicas, Laudato si’ (2015) y Fratelli tutti (2020), así como en su reciente exhortación apostólica, Laudate Deum (2023), propone una suerte de actualización y hasta superación de la doctrina social católica desarrollada desde finales del siglo XIX. En estos documentos, Francisco insiste en que es preciso alentar nuevas formas comunitarias de producir, trabajar y convivir. No solo pide justicia social y moderación a los capitalistas, sino que alienta la búsqueda de formas más cristianas de habitar el mundo. Recuerda que la propiedad privada no es un valor absoluto y anima a buscar en la economía social y popular nuevas ideas para pensar el futuro. Por supuesto, el Pontífice no pretende proporcionar soluciones técnicas, medidas concretas de política económica, pero sí traza horizontes cristianamente deseables. Y, como ejemplifica su enfrentamiento con Javier Milei en Argentina, esos horizontes no son compatibles con la ideología neoliberal ni con las versiones teóricas radicales del anarcocapitalismo.

En tercer lugar, Francisco también está dejando huella en la propia forma de pensar el poder y la autoridad en la Iglesia. El Sínodo sobre la Sinodalidad, a completarse este año o el siguiente, tiene el propósito de pensar reformas y, más importante aún, formas más colegiadas en la toma de decisiones al interior de la Iglesia. Un debate que había estado en el corazón del Concilio Vaticano II, acontecimiento eclesial que Francisco quiere llevar a su cabal aplicación, sin vuelta atrás, con el objetivo de lograr cambios más concretos y palpables. La composición del Sínodo, que no debe confundirse con un congreso puesto que es de naturaleza no resolutiva, habla ya, de por sí, de la orientación de los cambios que quiere Francisco. De él participan por primera vez 54 mujeres, entre laicas y religiosas, sobre un total de 364 miembros con derecho a voto. En el Sínodo, además, están reflejadas todas las posiciones: las más cercanas a su papado pero también las más críticas. El propósito no necesariamente es sintetizarlas, o subsumir unas en otras, sino identificar rumbos posibles preservando la diversidad. En este aspecto, Francisco ha intentado mantener el centro del ring, cuestionando duramente a los sectores tradicionalistas que alientan lo que llama el “indietrismo” (ir para atrás) pero poniendo paños fríos también a los sectores más progresistas, como ocurre con los referentes de la Vía Sinodal de la Iglesia de Alemania. Según Francisco, estos sectores se olvidan que la Iglesia es diversa y que cualquier cambio debe construirse escuchando a todas las Iglesias particulares, entre ellas las más conservadoras, que, como las africanas, rechazan muchos de los cambios impulsados desde Alemania. El equilibrio es difícil e inestable, pero Francisco ha logrado por el momento contener las fuerzas centrípetas en la Iglesia universal y avanzar en medio de las tensiones.

Finalmente, Francisco propone una Iglesia “en salida”, que recorra las periferias sociales y existenciales, y que tenga siempre sus “puertas abiertas”. La definición tal vez más radical de su papado y la que más resistencias ha generado en los grupos conservadores. El argumento de Francisco es que, a la luz del Evangelio, nadie puede cerrarle la puerta a nadie o, dicho de una manera distinta, nadie puede tirar la primera piedra. En todo caso, tal vez, si hay algo que puede dejar a alguien por fuera de la Iglesia es paradójicamente el intento de dejar a otros afuera. Una posición que enfurece a los sectores conservadores, que quisieran hacer de la Iglesia un club exclusivo y amurallado, con pocos accesos e infinidad de acreditaciones y condiciones morales. Si se leen los Hechos de los Apóstoles, parece difícil sostener la postura conservadora aunque, es cierto, ha sido dominante por largos períodos de la historia de la Iglesia. Por otro lado, recuerda Francisco, la Iglesia no es algo que Dios necesite. Cristo no la instituye para ser adorado sino para ayudar a los hombres y las mujeres a atravesar su vida terrenal, donde empieza el Reino de los Cielos. La palabra clave que resume su visión de la Iglesia es misericordia y el neologismo creado por él: “Ser Iglesia es misericordiar”.

їLograrГЎ Francisco asegurar que el rumbo delineado a lo largo de estos aГ±os se mantenga tras su muerte o renuncia? Es difГ­cil saberlo, mГЎs en una instituciГіn como la Iglesia que, seamos claros, es mucho mГЎs que una instituciГіn. La Iglesia es un universo en sГ­ mismo, con sus galaxias enteras e infinidad de sistemas solares en su interior. Cada uno con sus principios, sus lГіgicas y sus criterios. No obstante, Francisco no ha perdido el tiempo. La reciente designaciГіn de VГ­ctor Manuel FernГЎndez en el Dicasterio para la Doctrina de la Fe es una decisiГіn clave y una seГ±al fuerte a futuro. FernГЎndez es un hombre totalmente identificado con las ideas de Francisco y relativamente joven. Con sus 60 aГ±os, probablemente perdurarГЎ en su cargo cuando Francisco ya no estГ©. Es cierto que un nuevo papa podrГ­a removerlo, pero tambiГ©n es cierto que no serГ­a sencillo desplazarlo sin hacer olas. Por otro lado, el Colegio Cardenalicio que tendrГЎ a su cargo el prГіximo cГіnclave ya ha sido nombrado en su mayorГ­a por Francisco, lo cual aumenta las posibilidades de que su sucesor sea alguien cercano a sus ideas. Igualmente, esto no asegura nada. Muchas designaciones no dependen de su voluntad, sino de situaciones preexistentes que no pueden alterarse sin desatar una tempestad. El papado es una especie de monarquГ­a pero con prerrogativas limitadas. MГЎs de hecho que de derecho, es cierto, pero limitadas al fin. La sucesiГіn, por tanto, no deja de ser una incГіgnita aunque, en cierto modo, puede decirse que, al menos por ahora, en este aspecto la cancha parece inclinada a favor de Francisco.

*Doctor en Humanidades. Investigador del Conicet y coordinador del doctorado en Historia de la UNR.

**Doctor en Ciencias Políticas. Docente en la UNR y en la UCA.

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