Por qué nos afecta tanto que nos hagan ghosting y cómo superarlo

por qué nos afecta tanto que nos hagan ghosting y cómo superarlo

A todos nos ha pasado: llegar de una cita emocionado porque aparentemente ha ido bien y, después, sin comerlo ni beberlo, ser víctima de ghosting. De hecho, parece que se ha convertido en una especie de moda el ignorar a alguien que muestra interés en forjar un vínculo, simplemente por no querer comunicar que las cosas no han ido como se esperaba. Es aún peor cuando han sido varias ocasiones en las que nos hemos visto con la otra persona.

Al principio, cuando nos ocurre, solemos intentar justificar la ausencia de mensajes, pensando que el otro puede estar ocupado o que le ha pasado algo. Pero, a medida que van pasando los días y que intentamos volver a contactarlos, nos damos cuenta de que, simplemente nos están ignorando.

Es una situación cada vez más común y que, definitivamente no es agradable para quien la sufre. No son rupturas en sí, porque nunca hubo una relación, entonces, ¿por qué nos suele afectar tanto que alguien nos haga ghosting? O, ¿por qué en ocasiones nos cuesta tanto superarlo?

La primera razón es que, al no haber comunicación, ni siquiera conocemos la razón por la que le hemos dejado de interesar a la otra persona y esto puede ser incluso más doloroso que conocer los motivos. Nuestra mente le dará mil vueltas, tratando de recordar los momentos pasados juntos para encontrar esa razón que puede haber provocado que la otra persona no quisiera seguir conociéndonos.

Ante la incertidumbre, nuestro cerebro intenta sacar sus propias conclusiones para intentar calmar la ansiedad. Nos montamos teorías que pueden no tener nada que ver con la realidad y nos frustramos ante la falta de respuestas y ante la idea de que probablemente nunca vayamos a tenerlas.

Otra razón por la que el ghosting nos afecta es que tendemos a sentirnos abandonados o, directamente, se refuerza una creencia negativa que tengamos sobre nosotros mismos o los demás. Si hemos tenido experiencias traumáticas en otras relaciones, puede que nos cueste superar esta nueva situación porque se hayan abierto viejas heridas del pasado.

Por otro lado, si, además, tendemos a pensar que no somos lo suficientemente buenos para los demás, sufrir de ghosting será como una confirmación de lo que ya creíamos, por mucho que sepamos que este comportamiento diga más del otro que de nosotros.

Al no tener ningún control de la situación, llegamos incluso a culparnos por lo ocurrido. Esto se debe a que, en ocasiones, nos resulta más fácil creer que nosotros hemos hecho algo mal que vivir con la incertidumbre de no saber por qué no hemos gustado al otro. Debemos intentar evitar estos pensamientos a toda cosa o, al menos, aprender a gestionarlos, porque solo nos causarán un sufrimiento mayor y deteriorarán la relación que tenemos con nosotros mismos.

Cuando, pasadas las semanas, seguimos dándole vueltas a lo que ha pasado y comenzamos a analizar al detalle nuestros últimos encuentros con alguien, empezaremos a asociar esos recuerdos con tristeza o con dolor. De repente, no sabremos discernir si los buenos momentos vividos fueron reales, si los habíamos idealizado en nuestra cabeza o si el otro simplemente se había dedicado a fingir y a jugar con nosotros.

Nos planteamos si de verdad alguna vez el otro tuvo algún tipo de sentimientos por nosotros o si realmente le importábamos. Sentimos que el cortar el contacto de repente, sin dar ningún tipo de explicación, no tiene sentido si analizamos el vínculo que teníamos.

Al final, el ghosting es una forma de rechazo social, por lo que no nos tenemos que avergonzar de que nos duela o nos haga sentir mal con nosotros mismos. Solo tenemos recordar que da igual lo que haya pasado, todos merecemos recibir explicaciones, y el no saber darlas simplemente es un reflejo de inmadurez emocional, que dice más del otro que de nosotros. Y, así, igualmente, la relación no podría llegar a ninguna parte.