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El Mundial de los Autos: la Selección de Japón

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Mundial Nissan

Desde Miura Mag y Motor1 decidimos vivir la Copa a nuestra manera. Renato Tarditti presenta al “Equipo de Japón”.

Por Renato Tarditti.

A la final o el harakiri. Nadie duda de que Japón tiene que ser uno de los grandes protagonistas del Mundial de Autos. Lo avalan la historia, el prestigio, y un arsenal de jugadores que daría para armar diez selecciones de primer nivel. El gran problema, que ya se vio en el Mundial pasado, es que siempre parece estar un escaloncito por debajo de Alemania e Italia. Por eso este año el gran objetivo es sacarse de encima ese complejo de “eterno semifinalista”: vamos a Qatar a salir campeones con mentalidad de samuráis.

En la conformación de este equipo hay dos pilares para lograrlo. Primero, el sistema de juego, que está inspirado en el exitosísimo Liverpool de Jurgen Klopp (mi referente futbolístico indiscutible por estos tiempos). Esto es: máximo tiempo de posesión y un pressing alto y asfixiante al rival cuando el balón se pierde. Para eso el equipo tiene que funcionar en forma muy mecanizada, como un relojito, y nada mejor que la legendaria disciplina nipona para hacerlo posible. Segundo, los nombres. Acá no hay margen para andar experimentando con kei cars, que son simpatiquísimos y adorados por los locales, pero no tienen la envergadura física necesaria para afrontar una competencia de este nivel. Así que los seleccionados son todas figuras consagradas a nivel internacional.

Entonces, con esa filosofía de búsqueda obsesiva del gol, el once titular está armado de adelante para atrás, empezando por el 9, goleador, capitán y símbolo del equipo: el Nissan GT-R (saber más). “Gojira” (“Godzilla”), como le dicen en casa, es un animal de área, fuerte como un toro pero también con gambeta y drift. Más tirado a la derecha, aprovechando su velocidad para el desborde, está el finísimo Honda NSX. Y unos metros más atrás, aprovechando su ligereza y movilidad para circular por todo el frente de ataque, el querido Mazda Miata (saber más). Es una pieza clave para hacer la presión alta, porque no se le caen los anillos para colaborar en la marca.

La línea de 3 volantes combina buen pie y sacrificio. Por la izquierda va el Lexus NX Hybrid, que ofrece lujo y marca (y suma para cubrir la cuota de electrificación en el equipo). Por la derecha va el Toyota Camry (saber más), otro jugador que se ha pulido mucho, pero no se olvida de su enorme trayectoria como vehículo funcional (construida en el difícil torneo estadounidense, donde tiene varios trofeos de MVP). Y en el centro del mediocampo va la Toyota RAV4, un 5 polifuncional y todoterreno que no tiene problemas para morder, pero también puede distribuir juego.

La última línea de 4 tiene dos centrales que son los pilares de la defensa: el Subaru Forester (leer crítica) el Toyota Land Cruiser, que es el patrón de la zaga. Los dos son muy experimetados, durísimos de pasar y unos animales en el juego aéreo por su gran despeje. Están flanqueados por el Mazda 3 y el Honda Civic, dos laterales con buena marca, que también son piezas clave en el juego de ataque, porque suben y suben. Reconozco que el Mazda 3 –que casualmente  juega de 3 (cuack)–  es una debilidad personal. Es el hatchback mejor diseñado de los últimos años y no podía estar ausente en el 11 titular, aunque sea para que salga mejor la foto del equipo antes del partido. Y qué decir del Civic, uno de esos jugadores de la vieja escuela que hacen todo bien. Antes de pasar al arquero, quiero hacer una mención especial para el Toyota Corolla, el primer recambio del equipo, que puede jugar en cualquier posición, incluso en ataque con su versión GR.

Y ahora sí, bajo los tres palos hay una cara bien familiar: “nuestra” Toyota Hilux (saber más), que con el nuevo reglamento está habilitada para vestir el jersey nipón, aunque se fabrique en Argentina. Así que a no sorprenderse si se escucha un “Mirá que te como, eh?”, cuando algún deportivo europeo se haga el cancherito antes de patear un penal.

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El Capitán

Durante mucho tiempo, la idea mayoritaria que todo el mundo tenía de “auto japonés”, siempre remitió a vehículos tan eficientes y confiables como poco emocionantes. Esa imagen, esparcida por el mundo durante décadas por modelos como el Toyota Corolla o el Nissan Sentra, es solo una de las caras de la moneda de la industria nipona. La otra incluye desde los maravillosos microcoches “kei car”, hasta coupés, sedanes y todoterrenos de extraordinario diseño y prestaciones. Y de esta última expresión sale el auto detrás del cual se encolumnarán todos los guerreros nipones: el gran Nissan GT-R, Godzilla para los amigos.

Es un auto que viene agitando el pavimento desde 2007, y ha tenido infinidad de variantes y hasta uno que otro restyling; pero mantiene inalterado su diseño extravagante y una ingeniería que le permite soportar hasta más de 700 caballos (incluso ha habido desquiciados que lo tunearon hasta los 2.500 CV, en lo que sería un estado Súper Saiayin).

En definitiva, el GT-R resume en 4 ruedas toda la singularidad de la cultura japonesa. Eso que va desde el conservadurismo de las geishas hasta la locura de los mangas. Salvaje y sofisticado a la vez; lindo pero feo; tosco aunque refinado, Godzilla es justamente eso: un monstruo que no terminamos de saber si es del todo bueno o malo, pero al que todos los entusiastas adoran y al que sus compañeros de equipo respetan con devoción.

R.T.

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Todo sobre el Mundial de los Autos en estas notas.

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