La foto provista por Jessica Vincent la muestra sosteniendo un florero del arquitecto y diseñador italiano Carlo Scarpa, parte de su colección Pennelatte de los años 40, en su casa en Henrico, Virginia. Vincent lo compró en una tienda de segunda mano en las afueras de Richmond, Virginia, por 3,99 dólares, en junio. La casa de subastas Wright de Chicago lo vendió a un coleccionista europeo por 107.100 dólares el 13 de diciembre de 2023. (Jessica Vincent via AP)
Parecía una pieza vieja en medio del revoltijo de tazas, velas y otras baratijas. Mirando bien. Vincent divisó las palabras “Murano” e “Italia” en la base.
“Lo compré porque pensé que quedaría hermoso en alguna parte de mi casa”, dijo Vincent, una entrenadora de caballos de 43 años, que pagó 3,99 dólares por la pieza en la tienda de las afueras de Richmond. “De ninguna manera pensé que lo vendería”.
Desde hace años, Vincent recorre los negocios de segunda mano y las ventas de garaje junto con su madre. Ama el proograma de TV “Antiques Roadwhow” y muchas veces ha soñado con ganar esta clase de lotería.
“Yo siempre dije que tengo buen ojo”, dijo Vincent, que va varias veces por semana a las tiendas de baratijas con su pareja. “Lo que me sorprende es que nadie descubriera (el florero) antes que yo”.
El florero estuvo en la estantería unos pocos días, dada su calidad y la velocidad con que se venden esos objetos, dijo Laura Faison, vocera de las tiendas Goodwill. Cada tienda recibe en promedio unas 2.000 piezas por día, y muchas salen de la cajuela de un auto.