Crítica larga duración: Chevrolet Tracker (primer mes)

GM Argentina nos prestó una Tracker para probarla por varios meses. Hoy opinan Orly Cristófalo y Luciano Salseduc.
Semanas 1 y 2 – Orly Cristófalo
Semanas 3 y 4 – Luciano Salseduc
ESTADÍSTICAS
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GM Argentina nos prestó una Tracker para probarla por varios meses. Hoy opinan Orly Cristófalo y Luciano Salseduc.

Esta no es una crítica convencional de Motor1 Argentina. Es una “crítica de larga duración”. El objetivo es que el vehículo de pruebas permanezca en nuestras manos durante mucho más que la crítica tradicional de una semana. La idea es probarla durante varios meses, para aplicar usos (y abusos), encontrar virtudes (y defectos) que no afloran en una prueba tradicional. A todo esto se suma el hecho de que el vehículo en esta prueba de largo aliento pasará por las manos de todos los integrantes de la redacción de Motor1 Argentina.

En octubre, General Motors lanzó a la venta la nueva Tracker fabricada en Argentina (ver equipamiento y ficha técnica). Al producirse en la planta de Alvear (Santa Fe) y gracias a que comenzó a exportarse a nuevos mercados (saber más), tiene el objetivo de ofrecer una mayor disponibilidad de stock para ganar participación en el segmento de las SUV-B (chicas). El informe del primer mes se reproduce a continuación.

Semanas 1 y 2 – Orly Cristófalo

Me tocó recibirla y hacerle los primeros kilómetros. Y, como suele suceder, me la quería adueñar. Hasta el momento que abrí la puerta y me senté, nunca me había subido a una Chevrolet Tracker. Ni argentina, ni brasileña, ni de primera generación, ni de segunda. Obviamente, tenía algunos prejuicios (que no develaré).

Lo primero que me llamó la atención fue la calidad percibida. Sí, me esperaba menos (ok, empecé a contar mis prejuicios). Todo está bien encastrado, terminado y la calidad de los materiales está muy bien. Encima, la posición de manejo deja mi cabeza lejos del techo, algo que no sucede muy a menudo.

Para los que dicen que las casualidades no existen, a los pocos días de tener la Tracker en mis manos, GM Argentina festejó los 25 años de la planta en las afueras de Rosario e invitó a varios medios a hacer una visita. Allá fui con la SUV rumbo al lugar donde nació. Me acompañó el gran historiador Norberto Lema, hombre fanático de Jeep. ¿Adivinen el tema de charla en casi todo el viaje de ida?

En ruta y con el control de crucero clavado en 120 km/h, la charla fue un placer gracias al buen andar y mejor insonorización. El sol iba apretando a medida que avanzaba el reloj y me sirvió para comprobar algo: la salida de la climatización del lado de la puerta del conductor no sólo es rara. Es, además, escasa. Dirán que me pongo en exquisito, pero para alguien que sufre el calor como yo, tener menos volumen de aire frío hace la diferencia.

їPunto a favor del aire acondicionado? La Tracker quedГі en el estacionamiento de la planta unas cuatro horas al rayo del sol de Santa Fe. Cuando llegamos con Lema, nos miramos y dijimos: “Ok, esto va a estar difícil”. Abrimos todas las puertas, bajamos las ventanillas y puse en marcha el motor con el aire a full. Al rato nos subimos y empezamos a andar con las ventanas bajas. En menos de 200 metros ya estábamos recibiendo frío como para cerrar las ventanillas y emprender nuestro regreso.

A medida que pasan los días y los kilómetros, me sorprendo con lo bien que se amolda la Chevrolet Tracker a mi día a día. El baúl está más que bien para llenarlo de cosas de fotógrafo o escaparte unos kilómetros el fin de semana. Las plazas traseras son cómodas (y más espaciosas que en la nueva Montana, ver nota). Y el consumo es muy tranquilo. ¿Punto adicional? La hermandad caja-motor es perfecta para el uso diario. Si me quiero quejar: cuando arranca en frío, al poner D y tener el freno pisado, aparece una vibración del esfuerzo del motor por mover algo que está detenido. Una vez en uso y cuando el motor alcanza la temperatura de funcionamiento, ya ni se nota. Chau, Tracker: nos vemos en algunas semanas (si mis compañeros me la prestan de nuevo).

Semanas 3 y 4 – Luciano Salseduc

Inevitablemente voy a empezar haciendo referencia al color de la Tracker. Con el Cruze Midnight se armó una linda discusión entre C.C. y quien escribe acerca de la tonalidad de esa versión, que era un azul oscuro tornasolado (Darkmoon Blue para los amigos y todos los que pensaron que era negro, leer más). En Motor1 ya opinamos sobre la moda de los colores “aburridos” (leer más) y yo celebro cada vez que nos toca algún auto con los del otro bando. En esta ocasión se repitió el mismo del Cruze, aunque me hubiese gustado el “Chilly Red”.

Aprovechando el buen clima de diciembre, y la posibilidad de hacerle kilómetros a la Tracker, armé un viaje a la Costa. Viajamos tres adultos, dos perros, valijas, bolsos y bolsitas. Realmente se notó el confort y el generoso espacio interior. Ninguno de los cinco nos incomodamos durante las varias horas de ruta. No recibí ninguna queja (al menos de los humanos).

Las segmentaciones siempre son caprichosas, dependiendo de qué parámetros se elijan para la comparación. La Tracker es una SUV del Segmento B (chico), pero solamente en los papeles. Se disfruta, y se nota, el espacio extra que ganó respecto de su generación anterior (leer crítica) Es más espaciosa que los Jeep Renegade y Nissan Kicks, dos de sus principales rivales. Pensando en salir a la ruta es un gran punto a tener en cuenta.

Al manejar el Cruze disfruté de un gran auto (leer crítica) y me sorprendieron, entre otras cosas, su insonorización, la calibración de la suspensión y la buena calidad de terminación para un auto nacional. Estos mismos atributos y sensaciones se repitieron en la Tracker fabricada en Santa Fe. La posición de manejo me resultó un poco alta, pero -más allá de eso- fue una gran compañera de ruta.

El motor de tres cilindros, 1.2 turbonaftero (132 cv y 190 Nm) es excelente (asociado a una caja AT6): empuja y responde sin ningún tipo de problema. En sexta y a 120 km/h, trabaja a sólo 2.000 rpm. La seguridad es intachable: ESP, seis airbags, ABS con EBD, ADAS, control de tracción y anclajes Isofix. Y a la conectividad se le saca el jugo gracias a la buena pantalla táctil de ocho pulgadas (con Apple CarPlay y Android Auto), cargador inalámbrico de celular y tres puertos USB.

Por esta síntesis, sumado a un diseño que en lo personal me resulta atractivo, la nueva Tracker nacional es referente indiscutida dentro de su segmento. Con el comienzo de la producción local, sin dudas que podrá lograr un mayor volumen de ventas. Ya estoy planificando el próximo viaje (si mis compañeros me la vuelven a prestar).

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No recuerdo ninguna queja sobre la Tracker de los cuatro acompañantes. Todo lo contrario.

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Cariló y sus reflejos.

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Lluvia y un gran techo panorámico: una gran combinación.